Esta semana visita Cartagena el último de los finalistas del Premio Hache -categoría que dedica el Proyecto Mandarache a la literatura juvenil-, Álvaro García Hernández (Valencia, 1976). Y no lo hará solo. Junto a él 'estará' León Kamikaze, protagonista del libro del mismo nombre que logro el Premio Gran Angular de SM en 2016 y que ahora compite junto a Caminos de libertad, de Maite Carranza, y Muéstrame la eternidad, de Daniel Hernández Chambers, por este galardón. El autor levantino, que ha creado un vinculo especial con su personaje, visitará mañana la UPCT (10.30 horas), el Centro Intercultural del Casco Antiguo (17.00 horas) y el Museo Arqua (19.00 horas); el jueves estará en el Colegio Narval (9.00 horas) y la Fundación Cajamurcia (11.00 horas).

Le he escuchado decir que este libro, León Kamikaze , se lo planteó como un reto, un reto que superó con creces: con el Gran Angular.

Mira, yo soy de Valencia, trabajaba con una editorial local y me iba bien. Pero me planteé ganar el premio más importante de literatura juvenil que hay en España: el Gran Angular. Durante dos años, analizo las tendencias, los ganadores y, a partir de ahí, me pongo a desarrollar una novela que esté por encima de lo que se había escrito anteriormente; una novela que cogiera lo mejor del 'joven adulto', un género que simplifica las estructuras narrativas y coge temas de literatura adulta.

Es usted un auténtico estudioso de la literatura juvenil...

Yo es que soy 'técnico'. Vengo del mundo de la filología, y empecé en la literatura de adultos, de manera que cuando decido enfrentarse a la literatura juvenil lo hago desde un punto de vista profesional: no escribo para entretener, sino para imbricarme dentro de la tradición literaria del género. Pero a mí me cambia la vida cuando conozco FEDER (Federación Española de Enfermedades Raras), y me doy cuenta de que es muy injusto que vaya a los institutos y les explique a los niños que he nacido con un don [escribir] y que no he hecho nada para conseguirlo, pero he tenido suerte. De hecho paré; le dije a mi primer jefe que no quería escribir más, que si ganar dinero escribiendo era lanzar ese mensaje, no quería dedicarme a esto. Pero un día escuché hablar de un niño con una de estas enfermedades en la radio y, desde ese momento, decidí que todo lo que hiciera tendría un sentido. Yo disfruto escribiendo, intento ser el mejor escritor posible, pero también intento lanzar un mensaje: la literatura no va de entretener, va de hacernos mejores personas, y que la base no es competir, es ser solidarios. Creo que León trasmite estos valores.

Hábleme de él, de León.

León es, ante todo, un personaje realista. Analizando otras novelas, vi que los personajes jóvenes ni siquiera hablan como adolescentes, que son, en su mayoría, adultos enmascarados. Yo pasé dos años sin escribir nada, solo con el personaje a mi lado, viendo cómo se comportaba. Mira, yo fui actor amateur, y hay una técnica que consiste en sacar al personaje de la obra: llevarlo al supermercado, a lavar el coche..., y darse cuenta de qué haría él en esa situación. A partir de ese momento, León se define como un héroe; tiene un potencial por encima de los demás, pero él no lo quiere, él quiere ser normal. Su lucha está ahí, en intentar ser como los demás, pero quien nace héroe tiene que ser héroe.

Veo que es un personaje que le ha marcado, literalmente: lo lleva tatuado en el brazo. Entiendo que es algo más que un personaje más.

Sería lógico pensar que me tatué 'León Kamikaze' tras ganar el Gran Angular, pero no fue así. Es algo increíble. Yo escribo en un balcón, y el día que lo terminé mi mujer levantó la persiana y me encontró llorando. Hay obras que salen mejor y otras que salen peor, pero 'León' era extraordinaria. Una semana después ya había enviado el manuscrito a SM y me había hecho del tatuaje. De hecho, yo no llevo más tatuajes y la gente me preguntaba por él y yo les decía que era una novela que acababa de escribir y que iba a ganar con ella el Gran Angular. ¡Eso sí que es una apuesta! Y gané por unanimidad, algo que no había pasado jamás.

Vamos, que conforme puso el punto y final ya sabía que había escrito algo especial.

Es como una melodía de esas que dices: «Se me ha metido en la cabeza y no se me va a ir en la vida». Tocara donde tocara se me erizaba la piel.

Retrata con suma naturalidad a la juventud de hoy día - a través de León, de Lola-, pero también mandas un mensaje a los adultos...

Es que esa frontera entre la literatura de adultos y juvenil en muchas ocasiones se mantiene simplemente rebajando el nivel de comprensión. De todas formas, León Kamikaze es un libro muy difícil, técnicamente está por encima de muchas novelas para adultos. El problema era cómo hacer comprensible ese lenguaje al publico juvenil, y lo que hice fue introducir palabras clave para que el lector vaya anticipando lo que va a ocurrir; a estas palabras les puse almohadillas y surgió lo de los hashtag.

Por cierto, qué pasada de edición, ¿no? Ya no solo por la portada, sino también por el booktrailer , el tema éste de los hashtag... Me da la sensación de que tenía muy claro que su público estaba en Internet.

Yo necesitaba seguir la línea de las últimas tendencias actuales. El problema es que las líneas en la literatura juvenil, como te decía, tienden a lo simple. Yo decidí demostrar que se podían tocar estos temas con una calidad literaria que vuelva a subir, que no se rebaja. Y la edición fue un premio, un lujo. Los de SM decidieron tirar la casa por la ventana y contratar a Boa Mistura para hacer la portada; fue algo excepcional.

Por último, apelo a su condición de profesor de literatura: ¿qué le parece este proyecto, el Mandarache y el Hache, en el que, como sabe, son los jóvenes lectores quienes van a hacer de jurado?

Mira, hace dos meses estaba en Mexico, en la Feria de Guadalajara, y cuando me preguntaban por mí insistía en que ahora lo que soy es 'finalista del Premio Hache'. Esto [por el certamen cartagenero] no sucede en ningún otro sitio, y para los escritores es un lujo, sobre todo por la tipología del premio. No sé quién ganará, pero el premio para mí son estos dos días en Cartagena.