«Yo calculo que al festival nos presentamos, de cuatro provincias (Alicante, Almería, Albacete y Murcia), unos 300 grupos. Era el boom de los Beatles, de la música inglesa, de la música americana... Los sesenta fueron una explosión mundial en todos los aspectos, y en especial en el apartado musical. En concreto, en Murcia, salían grupos de debajo de las piedras». Quien habla es Pepe Silvente, hoy jubilado -aunque, matiza, «no del rock and roll»- y, por aquel entonces, vocalista de Los Roller, una de aquellas bandas surgidas al calor de Lennon y los suyos y que se dieron cita en aquel certamen, Los Superpop de Radio Juventud, un acontecimiento que, en tiempos de Second, Viva Suecia y Neuman, podríamos identificar como un punto de inflexión en la 'otra' escena murciana, la primigenia.

«En los albores de los años sesenta, Murcia explosionó en la música ligera, pop y rock, siendo el barrio de Vistabella el más prolífico en grupos musicales, el epicentro de este movimiento -explica el escritor Antonio Capel Riera-. Y fue precisamente en este barrio de Vistabella donde nació el considerado primer grupo murciano: Los Iris Son, cuyo papel de pioneros se plasmó en hechos como que tuvieron la primera guitarra eléctrica de la ciudad. Sus cuatro componentes procedían de la Escolanía de la catedral y, pese a que no dejaron un legado sonoro, abrieron un camino que no tardaría en seguir un gran número de jóvenes». Hablamos del dúo los P y P -«Pedro Sánchez García y José Vicente López Cases fueron la versión murciana del Dúo Dinámico»-, que grabaron cuatro epés con Belter; de Los Jorister's, de los primeros en actuar fuera de los límites territoriales de la Región, y, algunos años más tarde, de Los Tewis (que después serían Los Brujos), Los Blue Mask (más tarde Los Capicúas), Los Mengues (que formarían parte de Los Ases) o Los Star (nutridos de la orquesta Los Durán).

Pero, «el mejor grupo» de la época en Murcia se destapó a pocas fechas de los setenta. No lo dice quien escribe, sino el propio Silvente, y, «con honestidad», habla de Los Roller. Puede hacerlo, ya que su banda se impuso a los Los Ases, Los Sixfer's y Los Kabiros en Los Superpop, lo que les valió el derecho a grabar, en 1969 -cinco años después de su formación-, cuatro temas en la casa Belter de Barcelona para un elepé junto al resto de los finalistas del certamen. Temas que, por cierto, han vuelto a la vida para nuestros días gracias al sello Madmua Records, especializado en recuperar material inédito o perdido de los sesenta en España.

«Fue una tremenda sorpresa -explica Silvente cuando es preguntado por esta reedición-. Esto fue en el año 1969. Ganamos el concurso, estuvimos en Barcelona y grabamos el disco. Siete años en el candelero y la mili nos truncó la carrera», recuerda. Hasta ahí, la historia de Los Roller. «Pero un día recibo la llamada de Joan -por Joan F. Losilla, uno de los responsables de Madmua- y me empieza a contar lo de su sello y que había encontrado nuestras canciones en el baúl de los recuerdos, o en el de los olvidos, no sé cómo llamarlo [Risas]. Así que me propuso que le mandara fotos, recortes de prensa, y ellos se encargarían de reeditar el single», explica el veterano rockero, que días después de hablar con esta Redacción recibía la noticia de que la tirada, de 400 copias, se había agotado: «¿Nuestro disco se ha vendido en Estados Unidos? ¿Y en Japón? ¡Qué bonito! Resultará que sí que éramos buenos».

Para el vocalista de Los Roller, esta experiencia ha supuesto revivir muchos gratos recuerdos, a pesar de que no corrían buenos tiempos para la lírica, que diría Germán Coppini. «A mí Franco me robó la infancia, pero no la adolescencia», asegura. Eran días en los que ser músico «era sinónimo de sinvergüenza, de gandul, de maleante... Los padres no estaban de acuerdo, las novias no estaban de acuerdo». De hecho, Silvente recuerda con sorna un episodio en la historia de Los Roller a la altura de los que fueran sus ídolos: «Quisimos volver, pero la cosa no funcionó. Se perdieron cuatro o cinco años muy buenos por culpa del servicio militar -ojalá hubiéramos hecho la mili todos el mismo año, pero íbamos escalonados- y, además, uno de nosotros se echó una novia y nos pasó como a John Lennon y Paul McCartney con Yoko Ono», rememora entre risas.

También recuerda los amplis de 40 vatios, los conciertos en merenderos «para mantener el baile -de dos o tres horas con repertorios de 20 canciones-» y aquello de tirar de amigos y conocidos para que te dejaran tocar en pubs y discotecas. Y aunque aquel tiempo ya pasó, «el rock and roll no ha muerto» para él. «Cualquier cosa, menos sentarme en una mesa a jugar al dominó y hacerme viejo. Me he vuelto a matricular en la Universidad, he escrito un libro y sigo tocando», advierte. Lo hace con su grupo Titanio, un grupo de «viejos rockeros -que no de rockeros viejos-», con el que sigue dando guerra en tiempos de Second, Viva Suecia y Neuman. Porque la escena murciana de hoy viene de los sesenta, de los tiempos de Los Ceros, Los Sonámbulos, Los Grillos, Sexto Sentido, Los Cisnes, Acuarela, Los Play Boys y, por supuesto, Los Roller.