Eugène Ionesco, uno de los padres del llamado teatro del absurdo junto con Samuel Beckett, tituló su primera obra dramática (1950) como La cantatrice chauve. La cantante calva, un texto surgido de la pluma de un hombre al que, según afirmó en su día, no le gustaba el teatro, pero que a partir de entonces se convirtió en uno de los grandes autores de la dramaturgia mundial, al tiempo que esta primera creación suya devino un título cumbre de la escena contemporánea y, por supuesto, uno de los mayores éxitos del teatro francés de todos los tiempos: el montaje, estrenado en 1952 por el Colegio de Patafísica, se representa ininterrumpidamente en el parisino Théâtre de la Huchette nada menos que desde el año 1957.

Naturalmente, no solo en Francia. Centenares, si no miles de versiones de La cantante calva se pueden ver continuamente en los cinco continentes, ejecutadas por parte de compañías de todo tipo, aunque difícilmente con el nivel de la que ahora recala en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena con una traducción y versión de Natalia Menéndez, dirigida por Luis Luque, y con la garantía incuestionable del reparto integrado por Adriana Ozores, Fernando Tejero, Carmen Ruiz, Joaquín Climent, Helena Lanza y Javier Pereira. Producida por Pentación Espectáculos, el Teatro Español y Lázaro, La cantante calva se representará en el escenario de la calle Tolosa Latour a partir de las ocho de esta tarde.

Es el propio Luis Luque quien nos recuerda el carácter de La cantante calva como el de «una gran comedia que es, en sí misma, una gran tragedia. Así la calificó su autor, todavía perplejo por escuchar las risas del público de París en la noche del estreno -explica el director en las notas de presentación-. Una obra que nació a partir de las sentencias reveladoras de un manual para aprender inglés y que rebelan nuestro automatismo colectivo, una obra que, a través de sus sinsentidos, es un fiel reflejo de las sociedades modernas y muestran el absurdo de las acciones que llenan nuestro día a día. Una obra de amplia visión de futuro. Leyendo a Ionesco -termina Luque- descubres la mirada extrañada de un niño, un niño que mira a su alrededor y que no entiende la forma de ser y de estar vivos».

La siempre más que solvente actriz Adriana Ozores interpreta el personaje de la señora Smith en La cantante calva. Nos atiende amablemente recién superada la gripe que ha tumbado a media España y empieza por puntualizar que Natalia Menéndez «ha sido lo más fiel posible al texto original de Ionesco», al tiempo que alaba la dirección de Luis Luque, quien, según Ozores, «ha hecho un trabajo de juego que para nosotros ha sido luminoso en todos los aspectos, y no solo porque desde un principio no se puedan trabajar psicologismos porque, sencillamente, no existen en la obra -explica la actriz-. Hay que tener en cuenta que los personajes de La cantante calva no tienen nada dentro. Esa es la gracia, que son personajes vacíos, como si fueran recortables».

Tal y como nos recordaba anteriormente Luis Luque, el público se ríe muchísimo viendo La cantante calva, pero la obra no deja de ser un cruel espejo que nos sitúa a todos delante del absurdo de la existencia. Por eso Adriana Ozores matiza en este sentido que «el trabajo de Luis ha sido más que interesante, porque ayuda a que el público se ría desde el principio de la obra, que también era la intención de Ionesco -afirma la actriz-, aunque uno se va al final con un resquemor interno, que es un poco de lo que se trata».

Una buena parte de ese resquemor, por no decir directamente horror, es que La cantante calva denuncia el drama de la incomunicación humana, «pero no porque los personajes no tengan ganas de decir -aclara la actriz-, sino porque realmente no tienen absolutamente nada que decir, además de obviedades. Por eso la incomunicación es absoluta -prosigue Ozores-, porque ya ni siquiera es incomunicación hacia los demás, sino hacia uno mismo. No hay nada dentro de ellos, ese es su drama».

Su drama. ¿También el nuestro?, preguntamos. ¿En realidad somos todos así? «No, claro que no -nos tranquiliza Adriana Ozores-. Ionesco retrata un momento histórico muy concreto y el texto refleja a la burguesía acomodada de la época, que pierde el sentido de la vida. De todos modos -matiza la actriz-, todos podemos sacarle mucha chicha a esta historia, porque la falta de comunicación con uno mismo es un mal endémico, y no de ahora, sino de siempre», sentencia.

Ionesco no es un autor tan fácil a la hora de subirlo al escenario. La cantante calva, concretamente, es un texto desnudo, prácticamente sin acotaciones, por lo que intuimos que para el elenco del montaje, y por supuesto para Adriana Ozores, habrá entrañado no pocas dificultades. «Sí, es cierto -nos confirma la madrileña-, porque la verdad es que no hay mucho donde agarrarse, ese es el dilema. Pero Luis -de nuevo ensalza el trabajo de dirección-, de forma muy inteligente, ha puesto en marcha el juego y la luz del propio texto para que nos fuera señalando el camino y no terminar metidos en unos berenjenales que seguramente no estaban en la intención de Ionesco».

Juego, incluso, coreográfico en un montaje que, al parecer, se mueve, al menos por momentos, a ritmo de vodevil. «Claro -explica Ozores-, porque dentro de esas vidas absolutamente vacías de los personajes, que el espectador aprecia como extrañas y carentes de todo, ellos, los protagonistas están viviendo su propia normalidad: ellos son felices, comen bien, se relacionan, tienen amigos, una criada...». Y un bombero capaz de desatar los juegos que acompañan al deseo y el jugueteo sexual...

La cantante calva, de Ionesco, en fin. Bastaría con esos nombres para despertar el interés de los aficionados al teatro con ganas de reír... y mucho más. Pero es que, por si fuera poco, se unen otros como el de Adriana Ozores y el resto de sus compañeros de reparto. Una Adriana Ozores a la que, por otro lado, también hemos visto recientemente en la gran pantalla con la comedia Thi Mai, rumbo a Vietnam, de la directora Patricia Ferreira, y donde igualmente ha compartido trabajo con un reparto de órdago: Carmen Machi, Aitana Sánchez-Gijón, Dani Rovira, Pedro Casablanc... «El rodaje fue toda una experiencia -comenta Adriana Ozores-. Un regalo desde el guion hasta mi personaje, pasando por los compañeros, la directora, el viaje a Vietnam... Un pack fantástico, del que disfruté de principio a fin».

Teatro, cine y también televisión. Porque Adriana Ozores (va por temporada de Velvet) tiene también, como tantos intérpretes españoles, un estimable trabajo en este medio que ella ensalza sin dudarlo: «La televisión ya no es un medio menor. No solo en España, sino en todo el mundo, se está equiparando al cine por su nivel de calidad, por sus historias y por su nivel de compromiso», afirma la señora Smith de La cantante calva.