«No es un libro de historia, ni de antropología, ni de geografía, es mi vida y espero que la de muchos de vosotros». Así describía el caravaqueño Jesús López, durante su presentación en Murcia, su obra Y también se vivía, en la que narra la vida de los «últimos campesinos», aquellos que vivieron en las sierras y en los altos de Caravaca, Moratalla y otros municipios.

¿Cómo nació la idea de escribir este libro?

Se trata de un proyecto, quizás viejo, que le debe mucho al editor Paco Marín, que me proponía trazar literariamente el final de un tiempo, de una cultura, casi de una civilización del mundo rural que declinó en los años sesenta y setenta y que fue sustituida por este otro mundo que ha ido cabalgando rápidamente y que devora todos los paradigmas del pasado y de aquella cultura.

Aunque en principio pueda parecer un ensayo, se trata de una novela con dos voces.

He terminado construyendo un relato que ha tomado vida propia, porque los personajes que creé al efecto de poder englobar la infinidad de pequeñas historias, sucesos y anécdotas que me han contando mis informadores -porque otro elemento importante del libro es que está basado en los testimonios de más de veinte personas que vivieron en aquel mundo, personas de esa generación que ahora tienen entorno a los ochenta años y que fueron protagonistas de aquel mundo-, decía, esos personajes que he creado y el narrador, que a veces soy yo mismo y otras veces esas propias personas, han tomado vida propia y se ha construido un relato que espero que al lector termine envolviendo y haciendo partícipe de toda la historia.

¿A qué zonas y época nos transporta este libro?

He elegido fundamentalmente dos territorios completos que están en los confines de tres comunidades autónomas. Las comunidades habrán tenido cosas buenas, pero han tenido algo culturalmente negativo, que es levantar barreras donde no las había. En parte, este libro derriba esas barreras, porque nos lleva a las comunidades rurales en su estado natural, y esas comunidades no entendían de provincias ni de límites administrativos. Nos lleva a zonas de Vélez Blanco, La Puebla, Moratalla, Nerpio, Letur y la propia Caravaca. Aunque esos son los dos espacios, luego hay capítulos en los que se entabla una relación con la Sierra del Segura por la zona de Santiago de la Espada y Pontones.

Una Sierra del Segura que, en muchos casos, se ha visto como una comarca natural y en la que se incluye Caravaca.

Caravaca tiene un alma serrana. En sus profundidades, en sus barrios y en sus gentes, que han mirado siempre hacía arriba. Administrativamente pertenecemos a un territorio determinado, y existen muchos vínculos con Murcia y el Levante, pero aquí siempre se ha mirado hacia arriba, y el libro reconstruye ese ámbito.

Entre sus páginas descubrimos un homenaje a la oralidad que convive con el castellano académico

Es un componente fundamental del libro. Somos herederos de una cultura que tiene una componente muy importante en el habla. No tenemos un idioma -aunque puede haber formas dialectales-, pero sí un habla que corresponde a un trasiego cultural y que, desde mi punto de vista,tiene una riqueza muy grande en vocabulario, terminología, capacidad para describir espacios geográficos y, sobre todo, en expresividad, algo que me parece crucial; una expresividad que está en riesgo, por cierto. Ahora, la gente joven tiene otros mecanismos de comunicación que quizás no requieren esa expresividad, incluso las jergas que proliferan en los tiempos actuales mediante expresiones, a veces aullidos, ha empobrecido la oralidad, la comunicación entre las personas que en aquella cultura era una elemento fundamental para la vida en sociedad -había que explicarse-.

En el libro nos encontramos una joya: un CD con los testimonios que ha ido recogiendo

Se han recogido más de veinte testimonios, que no quería que se quedarán archivados, así que pensé que estaría bien recoger pequeños cortes de voz, ordenados por temas, y adjuntarlos al libro. En definitiva, darle vida y ponerlo a disposición de la gente. Además, se conjuntan las voces con música de aquella época. El libro tiene su propia banda sonora.

Una novela que servirá para que generaciones venideras vean cómo se vivía en esos núcleos diseminados, hoy muchos de ellos totalmente abandonados

Abandonados por todos, caídos en el olvido. En algunos sitios todavía vive gente -muy poca- que sigue manteniendo viva esa época a través de su testimonio; pero en otros muchos en muy pocos años no quedará más que un montón de escombros. Hay un patrimonio muy valioso que se va a perder. El libro es también para la gente joven. Yo los animo a que los lean, ya que hay muy pocas familias en nuestro entorno que no tengan vinculaciones con la vida que se describe en el libro.

¿ Algún lugar que aparezca en el libro dónde no se cansaría de perderse?

Me quedaría con varios. Entre Cañada de la Cruz y Santiago de la Espada, toda esa serranía; pero también me iría a los bordes de la Rambla Mayor, entre El Retamalejo y la Casa Mulas. Y también a la Sierra del Cantalar, sin dejarme el Río Alhárabe.

Ha mencionado el Retamalejo, donde aún se conservan entre sus escombros cómo eran las estructuras de las casas, su mobiliario, las alacenas...

Hay muchas partes del libro en las que esa reflexión se hace de una manera literaria, porque los que tenemos esa sensibilidad, cuando nos detenemos delante de esos hogares abandonados, de esos restos que han quedado ahí como si la gente se hubiera ido de forma traumática -y traumática fue-, intentamos darle vida en nuestra cabeza; recordar que hay hubo familias que criaron niños, que los hombres salían por la mañana a labrar y volvían por la tarde con sus bestias, que había historias de amoríos, dramas, tragedias, y que están ahí, entre esos restos. Igual que están sepultados los restos materiales, están sepultadas esos sentimientos

La portada del libro es obra del caravaqueño Pascual.

Quiero hacer un reconocimiento a Pascual Adolfo por su trabajo, que es una preciosidad. Los dibujos no solamente son muy buenos desde el punto de vista artístico, sino que también entran en los entresijos del libro. Ha habido una identificación muy grande entre los dos.