«Cuando Rubens, con paz de los pintores, / cubierto de las flores / que la selva discípula imitaba, / mientras Naturaleza descansaba, / aunque su eterno autor, siempre despierto, / los pinceles le hurtó; si bien es cierto / que si se los pidiera se los diera / para que su poder sustituyera». Es un fragmento de los versos de Lope de Vega que, en blanco sobre fondo rojo, brillan en una de las paredes de la sala de La Claras, en Murcia, donde, hasta el 8 de abril, puede disfrutarse la muestra De Rubens a Van Dyck. Buscar la pintura y hallar la poesía.

El Fénix de los Ingenios dedicó este poema no a Rubens, sino a un cuadro que pintó Rubens: el del retrato de Felipe IV. Este lienzo no forma parte de la exposición, aunque sí lo hace otra de las creaciones que salieron de la paleta de este artista barroco de la escuela flamenca. Creación que reluce frente a los versos. Se trata de la delicada Virgen de Cumberland. Precisamente la reproducción de este óleo sobre tabla ilustra el catálogo de la colección. Curiosidad: los rasgos del Niño Jesús del cuadro coincidirían con los de Alberto, el hijo de Rubens, nacido en 1614. Los de María, serían los de su primera esposa, Isabella Brant.

«Las aves, que entretanto / cómplices fueron, suspendiendo el canto; / las fuentes que la plata detuvieron, / unas cantaron y otras se rieron / del hurto generoso; / la Envidia solo en sátiro celoso / convertida intentaba / que el agua, que en las piedras se quejaba, / y el viento, que en los árboles hería, / hiciesen una bárbara armonía /porque Naturaleza despertase / y el hurto de las manos le quitase», prosigue Lope en el fragmento que mira a la Virgen.

Recibe al visitante que accede a la primera de las dos salas que se visten desde ayer de arte flamenco un cuadro grande en el que se recuerda cómo los Magos de Oriente realizaron su ofrenda al Niño Dios.

La muestra de Las Claras, centro ubicado en la capital de la Región, supone «casi una simbiosis entre la pintura y la poesía», dijo en la presentación de ayer Marisa Oropesa, comisaria de la exposición junto con María Toral.

A juicio de Marisa Oropesa, «el arte de coleccionar es tan importante como el de saber pintar, o más». En este sentido, remarcó la importancia de «coleccionar con los ojos y con el corazón», dado que «hoy en día, se colecciona más de oídas», sentenció.

Y es lo que ha hecho, en su opinión, el coleccionista alemán afincado en España Hans Rudolf Gerstenmaier, dueño de los cuadros que se exponen y también asistente a la presentación de ayer. «Él no se ha dejado guiar por la modernidad, sino por su sensibilidad», manifestó la comisaria.

Destaca en la muestra la sencilla obra de pequeño tamaño Naturaleza muerta con peces, firmada por Adriaenssen. A su izquierda, contrasta la imponente Alegoría del verano, cuyos trazos hizo Juan van der Hamen y León. Loros y flores se mezclan en bodegones coloridos y asoman en Guirnaldas y escenas cotidianas del Niño Jesús, el óleo de Philippe de Marlier y Fran Francken II.

La colección es fruto de «cuarenta años de búsqueda», confesó, en su turno de palabra, el propietario de los cuadros. Un hombre que llegó a España «con 5.000 pesetas en el bolsillo y sin ningún contacto», aseguró, y que ahora posee una de las colecciones de arte más valiosas. De ella se exponen en Murcia ahora 70 piezas, entre óleos y obras gráficas.

Gerstenmaier también exteriorizó que le gustaba mucho el color de las paredes de Las Claras: un rojo potente frente a un azul que contrasta y lo mira de frente.

Especialmente bellos son también La Virgen y el Niño adorados por ángeles músicos, de Gabriel Franck, y el anónimo Tríptico de la Resurrección, joyas de una exposición que ya cruzó el charco: en 2016 se vio en México.

Lo divino convive con lo mundano, frente a frente. En una pared, las pinturas del Niño Jesús, el Calvario y la Resurrección; en la de enfrente, los bodegones, los animales y la poderosa Jarrón de jardín con flores, de Gaspar Pedro Verbruggen II.

Aunque de Rubens no se pueda ver en Murcia su obra quizás más conocida, Las Tres Gracias (en la colección permanente del Museo del Prado, en Madrid), hay otras Tres Gracias en la muestra de Las Claras: las que imaginó y creó Hendrick Goltzius. En el ámbito mitológico, la sala de la Fundación Cajamurcia recibe a Palas Atenea, diosa de la Sabiduría y la Estrategia; a Mercurio, la deidad encargada de la buena marcha del comercio, y a Eos, la personificación de la Aurora, entre otros ´retratos´ de seres divinos.

De Anton Van Dyck se exhibe la serie Iconografía de hombres ilustres, que data de 1630. Estampas de personas importantes de la época (literatos, otros artistas, eruditos, estadistas...) con las que el retratista demuestra su dominio del aguafuerte y el buril. Estas estampas fueron con posterioridad encuadernadas por el editor Gillis Hendrix, en un libro que salió al mercado en 1645. Copias de los retratos de Jean Charles de Cordes y su esposa (que algunos atribuyen a Van Dyck y otros a Rubens) también forman parte de la exposición. Los originales se conservan en la ciudad de Bruselas.

La muestra de Las Claras permanecerá cerrada el Viernes Santo, el Día del Bando y el del Entierro de la Sardina. Abrirá al domingo siguiente, ya 8 de abril, para despedirse de la ciudad.