Con el lema La imagen: la mirada te lleva a todo, la Asociación Murciana de Críticos de Arte (Amuca) inauguró ayer la duodécima edición del Salón de la Crítica, que, en esta ocasión se celebró en la Sala de Exposiciones del Auditorio Víctor Villegas. Esta muestra colectiva permanecerá allí hasta el 3 de febrero, en lo que supone la recuperación de este evento dos años después.

Un total de ocho artistas, propuestos por otros tantos miembros de la asociación, exhibien sus trabajos, «concebidos según su personal reflexión sobre la imagen visual», apuntaron desde Amuca. Y es que, tal y como explica Carmen Hernández Foulquié, comisaria de la exposición, el objetivo es tratar «de encajar la complejidad de distintas miradas presentes en la actualidad visual», en un mundo en el que los smartphones han revolucionado nuestra concepción de la fotografía, que «en menos de doscientos años ha pasado de ser una técnica auxiliar a la pintura a tener autonomía, a acceder al museo y a la institución».

Los artistas y críticos participantes son María Manzanera, presentada por José Alberto Bernardeau; Marian Calero, apadrinada por Pedro Alberto Cruz; Ramón Lez, escogido por Marián García Arroyo; Niñorojo Project (Pascual Martínez y Vicent Sáez), propuesta de la propia Carmen Hernández Foulquié; Tatiana Abellán, seleccionada por Miguel Ángel Hernández Navarro; María José Puche, apuesta de Mari Trini Sánchez Dato; Ester Travel, elegida por Héctor Tarancón Royo, y Nacho Alvarez Castellanos, presentado por Maribel Úbeda.

Las obras ahondan en las problemáticas a las que se enfrenta la imagen del siglo XXI desde distintos puntos de vista. Lenguajes como el fotoperiodismo, la fotografía artística, de moda, humanista, de autor y la fotografía documental tienen cabida en este Salón de la Crítica, que rompe con la concepción de Baudelaire, quien dijo en 1859 que la imagen fotográfica evolucionaría «para servir de criada a las ciencias y a las artes», y reflexiona sobre su situación actual: «En las antiguas imágenes todo estaba dispuesto para durar, el tiempo era detenido y a lo largo de los años esa imagen era mirada y reconocida. Ahora las imágenes se desechan constantemente, ni siquiera son un objeto tangible», explica la comisaria.