Reconocer en su tierra lo que se acata como una evidencia a nivel nacional: que Isidoro Valcárcel Medina es un reputado artista plástico y conceptual. Para ello, y coincidiendo con sus recién cumplidos ochenta años y la exposición que ocupa la Cámara de Comercio, su amigo y editor Ángel Pina -con el que publicó Topología hermenéutica, o bien hermenéutica topológica-se ha lanzado a las calles de Murcia, para empapelar cualquier blanco en la pared o farola desnuda del centro con un cartel que felicita al artista, y que recuerda que fue merecedor en el 2015 del Premio Velázquez de Artes Plásticas.

«Isidoro puede ser conocido en Murcia, pero no lo suficiente, no como se merece». A esta afirmación - que Pina pronuncia con contundencia y en búsqueda de una justa apreciación de su obra- responde esta campaña de carteles por Murcia y la exposición en la Cámara de Comercio, que se puede visitar hasta el cinco de enero. El homenaje consiste, al fin y al cabo, en que la gente sepa que entre la cantera murciana hay, desde hace ya ochenta años, un gran artista de dilatada trayectoria, «que debería ser más reconocido por las altas esferas», y que ha pasado por museos de la talla del Reina Sofía.

Además, la gente está respondiendo positivamente a esta campaña, afirma Ángel Pina, que cuando le preguntan quién es Isidoro envía a la gente a Google, y la curiosidad lleva a éstos, a su vez, a navegar en la red para ser testigos de su experiencia, y descubrir los reconocimientos de peso que su carrera le ha dejado, por el momento.

Isidoro no es un hombre de retrospectivas, para él significan «esas cosas viejas». Tanto, que cuando le pidieron hacer una prefirió no revisar su obra e hizo, a modo de exposición antológica, sus famosos tres ficheros, larguísimos, escritos a máquina, donde volcaba todas sus impresiones sobre su trayectoria. «Cualquiera diría que sí a una retrospectiva con la Fundación Tapia. Él lo hizo así».

«Quiero decir que en Murcia tenemos a un artista tremendo, de una firma brutal. Y la gente se está enterando», explica orgulloso Ángel Pina sobre el autor de «veinte serigrafías firmadas a mano, con lápiz, algo poco habitual».

Informalismo, arte objetivo, minimalismo, performances o pintura habitable. Para todas ha tenido tiempo el artista que atravesó la meseta para trabajar en Madrid y cruzó el Atlántico para empaparse de Nueva York.

Tampoco se le resistió el Premio Nacional de Artes Plásticas, pero Isidoro Valcárcel Medina es un autor que no tiene problema en invertir una semana de su tiempo en pintar con un pincel del ocho una pared de blanco, cobrando lo que un pintor de brocha gorda. A pesar de que la obra desapareciera al 'pasarle por encima' otra exposición, al ser una pintura directamente sobre la pared. «No hay obras apenas materiales por ello», explica Pina.

Alejado del ámbito artístico más comercial, si algo tiene Valcárcel Medina, más allá de un talento indudable, son buenos amigos, uno de ellos Ángel Pina. Él se ha encargado de decir a pie de calle que en Murcia nació, hace ochenta años, un artista de gran destreza, del que hablan mucho en España y poco en la Región. Quizás algunos ya lo sabían. Pero él se ha encargado de recordarlo.