Tocadiscos, 'pick ups' y discos de vinilo van a volver a ser regalos estrella de estas Navidades después de años marcando una tendencia al alza que hace que hoy este formato esté en números similares a los de los 80, lo que ha significado un empujón, que, como los propios discos, tiene su cara B. A falta de conocer los datos del año en curso, las ventas de vinilos en 2016 ya eran lo suficientemente relevantes para hablar de tendencia, con más 435.000 unidades vendidas, casi un 20 por ciento más que en 2015.

Las cifras son de Productores Musicales de España (Promusicae) y confirman la vuelta del soporte físico en general, y del vinilo en particular, un formato que, prácticamente desde finales de los 80 y hasta hace un lustro, han mantenido casi en su totalidad los disyoqueis y los sellos pequeños de música negra, indie y electrónica.

Uno de ellos es el español afincado en Berlín Cecilio, pinchadiscos del sello Slow Life, que ha editado una decena de referencias en este formato, todas ellas agotadas en las tiendas especializadas.

Cecilio explica que la llamada 'moda del vinilo' «tiene un lado bueno y un lado malo. La parte buena es que ha revitalizado a una industria que realmente nunca había muerto pero que estaba malviviendo, y la mala es que quienes durante años han sostenido precisamente a esta industria están viendo ahora cómo los grandes sellos y las grandes multinacionales están copando la producción».

El vinilo ha logrado convertirse en un próspero negocio. Basta con ver la web de GZ Media, una de las principales plantas del país centroeuropeo, que reconoce que llega a producir 65.000 vinilos al día, más de lo que se consumía en España en 2008.

Al respecto de la compra de música de segunda mano, en internet páginas como Discogs llevan años favoreciendo el contacto entre particulares, y sólo en los primeros seis meses del año han registrado 700.000 transacciones de discos.

Otro de los regalos que se está 'poniendo de moda' este año es el cómic. Este 2017 ha tenido una buena cosecha, con títulos de género variado, aunque abundan las historias personales, recuerdos de infancia y de adolescencia convertidos en reclamo para aquellos que busquen sorprender con viñetas durante estas fiestas.

Las madres no tienen la culpa es la nueva entrega de los chicos de 'Paracuellos', la contundente serie de Carlos Giménez que cumple cuarenta años, un clásico en blanco y negro de la memoria histórica sobre la vida en los hogares de auxilio que recogían a huérfanos tras la Guerra Civil.

También se aprovecha de sus recuerdos de infancia el francés de origen sirio Riad Sattouf, que explica el paisaje actual de Oriente Medio y Próximo. En El árabe del futuro, que llega ahora a su tercer volumen, Sattouf mantiene bien abiertos los ojos de su yo preadolescente para mostrar las contradicciones de unas sociedades con deseos de modernizarse, aunque las tradiciones acaben laminando esos anhelos.

Si hay una narración de adolescencia por excelencia, es El diario de Anne Frank, la joven alemana de origen judío que junto a su familia se ocultó en un desván de una casa de Amsterdam durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que fueron localizados y asesinados por los nazis.

Inspirados igualmente en hechos reales, el trío formado por Miguel Ángel Parra, Iván Ledesma y Jandro González han compuesto La vampira de Barcelona. Se trata de una recreación de las andanzas de Enriqueta Martí, una mujer que murió en extrañas circunstancias en la cárcel, donde había ingresado acusada de secuestrar y matar niños cuyos cuerpos utilizaba, según las crónicas, para la preparación de ungüentos que vendía a la alta burguesía barcelonesa. Las teorías conspirativas apuntan a que esas familias movieron los hilos adecuados para salir indemnes de los asesinatos.