Perseguida y vigilada por el régimen comunista, vetada en las imprentas por ser autora de versos contrarios a la imposición estilística y temática de los poderes soviéticos, voz del destino colectivo de los rumanos y del sentimiento opresivo vivido en todos los países del Este el pasado siglo. Pese a todo ello, pese a la gravedad de lo vivido y escrito, la primera impresión que ofrece la poeta Ana Blandiana (Rumanía, 1942) es la de una mujer amable, exquisitamente sensible y, sin lugar a dudas, optimista con el presente.

Lo demostró ayer en el marco del festival cartagenero de poesía Deslinde, en un desayuno que la escritora compartió con jóvenes creadores y activistas culturales de la Región. La poeta ha sido la invitada de honor en la segunda edición del encuentro, que se está celebrando estos días, y la organización no quiso perder la oportunidad de sentar aquellos que están dando sus primero pasos dentro del panorama literario con una de las grandes poetas europeas contemporáneas.

La sesión, un acto cerrado para el público, comenzó con una visita por las exposiciones temporales del MURAM en el que la creadora y los participantes recibieron las explicaciones del director del museo, Juan García Sandoval. Tras ello, y en una sala habilitada en el Palacio de Aguirre, la autora se sentó frente a los jóvenes para tratar con ellos sus inquietudes sobre la poesía.

La autora de poemarios como Mi Patria A4 u Octubre, noviembre, diciembre comenzó interrogando a los invitados: «¿En qué medida pensáis que hay que continuar con lo que se ha escrito siempre? ¿Hay que romper con la tradición?». Blandiana se mostró muy interesada por conocer las opiniones de los creadores murcianos. El acto de creación en un ambiente adverso, el futuro de la poesía en un mundo «consumista en el que no hay que creerse las consignas» y que «ha de tender a la espiritualidad» o el uso de la violencia como materia prima del hecho poético fueron algunos de los temas tratados por la creadora, que ofreció detalles de su vida y reflexiones sobre la creación lírica para orientar a los jóvenes presentes.

Escuchar a Ana Blandiana, con su voz de tonos suaves y cálidos -el rumano suena verdaderamente hermoso-, hablar de su obra es, sin lugar a dudas, un acicate para indagar en el misterio de la poesía. La escritora defiende una lírica que tienda a sugerir más que a contar, cree en el silencio como protagonista indiscutible de los versos y tiene la certeza absoluta de que el creador no debe buscar el artificio de la originalidad.

De todas ellas, de las consignas y verdades que la poeta dijo -porque las dijo-, quedémonos con una: «El poeta no tiene que buscar ser eterno. Lo único que puede decir qué quedará es el tiempo». Sea.