Sin un área temática marcada ni especial, en palabras de su propio autor, Ángel Pérez Ruzafa ofrece una visión del mundo que nos rodea, el más cercano, a través de su particular visión y su pincelada. Con esas herramientas ha compuesto Ciento cincuenta y seis mil seiscientos cincuenta cm², una exposición que se puede visitar hasta el 17 de noviembre en la Sala Pequeña del Museo de la Universidad de Murcia.

Son sólo imágenes o paisajes de situaciones cotidianas, pero precisamente por ello ayudan a que el espectador 'entre' en la escena. «Tengo que viajar y veo parques en Lituania. Son esos paisajes que no llegan a ser tuyos, que a veces cuando pensabas que no ibas a volver se repiten una y otra vez. Y algunos de esos paisajes que son totalmente efímeros, a través de la ventana de un tren, que ves sólo cinco segundos y desaparecen, y dejan de ser tuyos. Y luego están esos que regresan, que son afines a ti, a tu casa, al lugar en el que has pasado los veranos de pequeño», relata el también catedrático de Ecología de la UMU.

Si se trata o no de una visión romántica de lo cotidiano, es algo que Ruzafa no sabría afirmar. «Son sentimientos» explica. Además, el título de la exposición hace referencia a eso, a la superficie que suman los cuadros, «y hasta qué punto se pueden meter en una superficie tan limitada las vivencias, los recuerdos, las sensaciones que uno ha vivido... No es más que eso», analiza.

En estas pinturas de Ruzafa, las que suman esos Ciento cincuenta y seis mil seiscientos cincuenta cm², resalta la gama cromática más fría. En cuanto a eso, el pintor busca una equivalencia entre la pintura y la escritura, y encuentra el nexo de unión en el sentimiento que motiva al autor: «Normalmente, cuando uno está más triste es cuando el cuerpo te pide desahogarte y hacer más cosas», aunque también explica que es un color «forzado» porque son paisajes de lugares fríos. «Pintar la nieve para alguien que es de Murcia es siempre un reto porque no estamos hechos a ella. De hecho, el primer cuadro que hice con nieve me costó muchísimo, lo tuve dos años abandonado hasta que decidí cómo abordarlo de nuevo».

Pese a ello, todos los cuadros cuentan con una iluminación especial: «Si te fijas, también todo tiene un rayo de sol en algún sitio, porque en medio del ambiente frío, más o menos sombrío, en el que dominan los colores de sombra tostada y sombra natural, de repente ese rayito de sol hace que 'se te rían los ojos', los huesos, de repente te da la ilusión, te revive, te pone las pilas. Es ese contraste lo que se ve en muchos cuadros», relata el catedrático.

«La melancolía es muy peligrosa, pero sí tiene algo dulce», explica sobre este estado de ánimo como motor creativo, una constante reflexión en el mundo artístico. «Si no dejas que se descontrole ese sabor agridulce, invita a producir, a externalizar esos sentimientos que tienes dentro. Entonces sí que es verdad que la melancolía juega un papel importante en la creatividad», analiza, aunque su deseo, entre risas, «es ser Sorolla, y jugar con la luz. Que todo sea alegría y luz».

Ángel Pérez Ruzafa trabaja en todas estas obras expuestas con el óleo sobre tabla, aunque siempre había pintado en acuarela. Con el óleo siempre tuvo la sensación de que le faltaba algo, precisamente por ello se animó a estudiar Bellas Artes. Allí, en la universidad, el primer cuadro que pintó fue un ejercicio para la propia facultad, en tabla y con dimensiones similares a las de la exposición. Le gustó tanto la sensación de trabajar la tabla en lugar del lienzo y manejarse con el óleo que se acostumbró a pintar así. Ahora cree que le costará volver a los formatos más pequeños y a los lienzos. «A la acuarela no me costará, me resulta entrañable».

Pero lo intentará, porque «ya no tengo espacio donde colgar formatos tan grandes. Ya no me queda pared, así que estoy obligado a volver a otros formatos», comenta.

Respecto al mundo artístico en la actualidad o a la apuesta por el arte en la Región de Murcia, aunque reconoce no estar metido en el mundo artístico porque ha llegado a él de una manera «muy individual», Ángel Pérez Ruzafa asegura que no llega con una visión profesional de este mundo, que no lo conoce bien al pertenecer a la investigación, pero cree que «el mundo del arte nunca está bien cuidado. Puede ser comercial, y en esos circuitos comerciales a veces algunos artistas encuentran mucho apoyo, porque se mueve más dinero. Pero lo que es el arte, la creatividad, en la enseñanza, no se apoya lo suficiente, y eso es un error, porque hay dos caminos para percibir la realidad y entender cómo funcionan las cosas: uno es la ciencia, más racional, y otro es el de los sentimientos y las grandes verdades, que entran más por el arte».

Por ello, ser catedrático de Ecología no le ha ayudado a proyectar parte de su trabajo en la pintura. «Al revés, pintar me abre la mente para percibir. Es el arte el que te abre la mente para luego percibir las cosas cuando uno hace investigación», sentencia.