Ana Obregón pisará esta noche por primera vez el escenario del Teatro Apolo de El Algar con el montaje El contador del amor que, en el clave de humor, aborda el problema de la infidelidad y las relaciones de pareja.

Tras una dilatada carrera profesional de más 35 años realiza ahora su segunda incursión en el ámbito teatral.

Efectivamente. Hace dos años actué en Sofocos plus, con año y medio de gira y cuatro meses en el Teatro de la Latina. Tras concluir el reality Algo pasa con Ana, con la cadena Dkiss, me planteé tomarme unos meses sabáticos. Me ofrecían una serie para televisión, pero no me interesaba, y, la verdad, he acabado un poco saturada de este medio. Y llegó El contador del amor. En cuanto leí la obra, que es Premio Molière, me fascinó y me atrapó, porque mi personaje, Diana, es una mujer inteligente y profunda.

¿Qué tiene para usted el teatro?

El teatro es la verdadera esencia del actor. Uno no es actor hasta que se sube a un escenario, y lo dice una persona que ha hecho mucho cine y televisión durante más de tres décadas. Durante estos años he hecho series y más de una treintena de películas y, sinceramente, el teatro es otra historia. Es donde me he dado cuenta de por qué quería ser actriz.

¿Qué supone para usted subirse a un escenario en directo?

Para mí es como tirarse a un precipicio, pero llevando un buen paracaídas construido a base de las muchas y muchas horas dedicadas a estudiar, a ensayar y a componer el personaje; eso te da mucha seguridad sobre el escenario. Sientes una adrenalina que no tienes en un día en el plató, donde pasas muchas horas y, a lo sumo, ruedas una o dos escenas que, además, no te generan esta sensación. Cuando grabas una serie no te enfrentas al reto que supone que se levante el telón y tengas que estar hora y media sobre el escenario con un diálogo ágil, rápido, donde hay que respetar la puntuación, los pies..., todo. Lo que experimento subida a un escenario no lo he sentido nunca ni rondando una película y ni tampoco grabando una serie.

De sus palabras se desprende que le gustaría seguir haciendo teatro.

Sí, sin duda. Lo que quiero es que cada proyecto sea un reto. Quiero hacer personajes más interesantes y que sean un desafío nuevo como actriz. Hacer lo de siempre, ya lo he hecho.

Tras el personaje que interpreta en El contador del amor , Diana, hay...

Es una abogada brillante que lleva 15 años casada y que planea la que, en mi opinión, es la venganza amorosa más original jamás contada. Su marido le es infiel, muy infiel... [Risas]. Ella hila un plan muy singular en el que demuestra gran frialdad, una cualidad que yo no tengo porque soy una persona pasional y espontánea; pero hay aspectos de mi espontaneidad que, sin duda, aporto al personaje. En este papel es importante la ironía desde la inteligencia y la frialdad y la experiencia de una mujer que ha estado anulada por su marido.

Un comportamiento que sucede más de lo que pensamos...

Exacto. Es significativo porque estamos empezando la gira con la obra de El contador del amor y en las representaciones que hemos realizado hasta el momento las mujeres comienzan a aplaudir cuando mi personaje dice algunas frases muy concretas porque se sienten identificadas. Esta obra es un canto a las mujeres donde se pone de manifiesto la inteligencia femenina, pero donde no se critica a los hombres. Además, a ellos se les brindará la posibilidad de conocer mejor al sexo femenino.

La revancha, ¿desde qué punto de vista está planteada?

Es una venganza desde el respeto, sin violencia ni agresión, en un tono de comedia desde el primer minuto que empezamos y hasta concluir. El público se ríe con la propuesta que nosotros le hacemos, no del tema que abordamos, pues la infidelidad la hemos sufrido todos alguna vez en nuestra vida. Esta mujer un buen día se levanta y le dice a su marido que quiere saber con cuántas ha estado, le pide una cifra, lo que supone el punto de partida de la obra. Sobre el escenario mostramos la realidad de la vida en pareja con una mujer que planea milímetro a milímetro su represalia, lo conduce por donde ella quiere para dejarlo como ella quiere de una manera sibilina.

¿ En su vida diaria premedita tanto su comportamiento?

¡Qué va! Soy muy temperamental, aunque debo de decir que la obra me está dando muchas ideas para futuras relaciones... [Risas]. Además, sin las vivencias que he tenido en primera persona no hubiera sido capaz de interpretar este personaje.

Lo más complicado de encarnar a esta mujer es...

No he querido caer en la mujer despechada porque le han puesto los cuernos, en los gritos y las voces sobre el escenario; el personaje va por otra senda. El montaje cuenta con un texto muy ágil y en el primer acto, durante 35 minutos, estoy con mi marido con el que estoy haciendo el amor y la guerra con un ritmo de frases trepidante. Es una obra que no dejará a nadie indiferente y que deja el final abierto tras una explosión de sinceridad. El público puede identificarse mucho y tomar nota de lo que se dice.

Decía que está saturada de la televisión, ¿por qué?

Estoy un poco cansada y saturada tras 35 años trabajando en ella pero sigo estando ahí. Tras tanto tiempo sigo trabajando cuando muchos actores se han quedado por el camino. Sinceramente me considero una privilegiada.

¿Hay algún secreto para haberlo conseguido?

Creo que se logra con mucho trabajo y esfuerzo y también sabiéndose retirar a tiempo de los proyectos. He sabido en qué proyectos embarcarme en la televisión, han tenido un éxito brutal de audiencia y los he dejado a tiempo. En ¿Qué apostamos? dije que solo haría tres años, aunque quisieron ampliarme el contrato dado que lograba un gran pico de audiencia; y lo mismo hice con Hostal Royal Manzanares: tras dos años lo dejé porque quería hacer otras cosas. Con todo el dolor de mi corazón dejé a Lina Morgan cuando la serie tenía ocho millones de espectadores de audiencia para hacer una película con Berlanga.

Unos datos complicados de conseguir actualmente.

La cuestión es que las series actuales no tienen la calidad de las que se hacían antes. Echo en falta la calidad y los contenidos de años atrás. En cuanto hay un concurso bien hecho, como sucede con La voz, ya roza los cinco millones. Además, actualmente es verdad que existe mucha competencia y mucha oferta también por cadenas on line.

¿Qué le parece el fenómeno de Netflix y otras plataformas que emiten series a través de Internet?

Yo lo veo fenomenal; de hecho, estoy enganchada a Netflix [Risas]. He visto muchas series estando en este mundillo, y tras crear Ana y los 7, viendo lo que hay..., prefiero ver Netflix [Risas].

¿Qué proyectos tiene en cartera tras El contador del amor ?

Tengo una idea en la cabeza, pero todavía tengo que trabajarla. Y eso será una vez que concluya con la obra, porque tengo que sentarme a escribirlo con tranquilidad.

¿Aplazaría este proyecto por algo que le propongan de teatro?

Lo estudiaría. Lo que tengo claro es que no volveré a ser presentadora, algo que decidí hace tiempo. Yo soy actriz y con lo que disfruto es haciendo un personaje.