Colores apagados, texturas infinitas, imágenes de difícil definición, repetición de motivos, la palabra escrita... La piel que cubre la obra del pintor blanqueño Luis J. Fernández esconde infinidad de mensajes, y en su último trabajo abre sus pinturas en canal para que todos ellos fluyan por la sala -Verónicas, en este caso- en una suerte de muestra experimental que juega con diferentes técnicas y el uso del collage.

La muestra La piel vertical fue presentada e inaugurada ayer en la que es la primera toma de contacto de esta colección con la el mundo exterior. Y es que, tras un largo periodo centrado en la investigación del paisaje urbano, Fernández ha iniciado un proceso de desmontaje y análisis de la realidad a través de cuadros de gran formato y tremenda complejidad visual.

La piel vertical está integrada por una colección de trabajos en los que es posible advertir los diferentes estratos en los que se divide la 'piel' de la pintura del autor. La técnica empleada por Fernández permite apreciar, en la factura final de la obra, los diferentes niveles que contemplan el proceso de realización de cada cuadro y los secretos que estos esconden. Pues en estos collages conviven fragmentos de realidades heterogéneas -arquitecturas, formas geométricas, naturaleza, calaveras, motivos de la sociedad de consumo, palabras-, sin que por ello la suma de todos construya una historia; están descontextualizados, han perdido su sentido original y ofrecen la imagen de ruina de una realidad que se ha ido desmoronando.

Estas obras se articulan como fantasmagorías en las que la impresión de realidad, de vida, parece haberse esfumado. Ante ellas, el espectador es libre de conectar los diversos motivos representados, generando con su imaginación juegos y sensaciones propias y paseando su mirada sin que exista un único recorrido posible.

Un espacio emblemático

La directora general del Instituto de las Industrias Culturales y de las Artes, Marta López-Briones, subrayó ayer la oportunidad que tendrá el público de «adentrarse en el nuevo camino emprendido por uno de los pintores de la Región de mayor proyección y con una amplia trayectoria, Luis J. Fernández».

Sus obras convivirán hasta el próximo noviembre con la arquitectura de esta antigua iglesia conventual del siglo XVIII -por Verónicas-, uno de los espacios expositivos más emblemáticos del país, que antes del verano acogió una exitosa retrospectiva del artista y cineasta Peter Greenaway», y que esta temporada, avanzó la responsable del ICA, «seguirá combinando las exposiciones de reconocidos artistas nacionales con las que contribuyen a promocionar el talento de los creadores de la Región, siempre presentes en las programaciones de nuestros espacios».

Trayectoria

Luis J. Fernández (Murcia, 1974) es un pintor autodidacta que escoge como lenguaje plástico el formalismo. Su trayectoria comienza con una etapa dominada por la representación de espacios simbólicos vinculados a la huerta y su entorno natal, lo que le valió ser seleccionado para la II Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia en 1999.

Más tarde, Fernández evoluciona hacia el ámbito del paisaje urbano, a través de ciudades imposibles producidas a partir de edificios paradigmáticos de la civilización contemporánea. Sus edificios forman parte de un presente futurista que, en ocasiones, son vistos en el marco de otros emblemas del pasado. Esta serie ha sido expuesta en ciudades como París, Roma, Dubái, Florencia, Shanghái, Miami, Barcelona o Madrid, entre otras.

En febrero de 2005 recibió el premio Joven del Año de la Región de Murcia y en 2016 la Medalla de Oro del Foro Europa en Madrid. Asimismo, es autor del libro Luis J. Fernández, espacio topológico, que presentó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En la actualidad, el creador blanqueño está inmerso en un nuevo proyecto pictórico denominado Génesis, cuyas obras se basan en superposiciones de planos y en veladuras infinitas. Las obras expuestas en Verónicas de Murcia corresponden a esta nueva serie.