Iván Fandiño se ha convertido en el segundo torero español en morir de una cornada en lo que va de siglo, una muerte «inevitable», según los doctores franceses, y ayer sus restos viajaron al País Vasco, a Amurrio para recibir el último adiós en su Orduña natal.

Los médicos que le atendieron nada pudieron hacer por su vida, según el profesor Poirier, jefe de servicios del hospital Layné de Mont de Marsan (Francia), confesaba que Fandiño entró a la enfermería «prácticamente sin pulso, el hígado le había reventado y la vena cava había sido también seccionada» por el pitón de Provechito, de Baltasar Ibán.

Fandiño murió en el traslado en ambulancia entre Aire Sur L'Adour y Mont de Marsan, en el transcurso de los 33 kilómetros que separan ambas ciudades, tras no superar un segundo paro cardiaco y después también de sufrir un importante derrame interno, que le llevó a acumular «tres litros y medio de sangre negra proveniente de las glándulas hepáticas», remarcaba Pairier.

La defunción fue certificada casi noventa minutos después del fatal percance, aunque el galeno francés insiste en que la muerte era «inevitable», pues los daños que sufría en hígado, riñón y pulmones eran «irreversibles».

El torero de Orduña (Vizcaya), de 36 años, fue corneado mortalmente por el toro Provechito, número 53, negro de capa, nacido en marzo de 2013, y perteneciente a la ganadería de Baltasar Ibán. El diestro perdió pie al ser arrollado por el animal al tratar de instrumentar un quite por chicuelinas y, una vez en el suelo, le metió el pitón por el costado derecho.

La gravedad del percance se advertió casi en el mismo momento en el que las cuadrillas trataron de levantarle del albero, tanto que el propio Fandiño llegó a decirle al matador francés Thomas Dufau: «Que me lleven rápido al hospital que me estoy muriendo», a la postre, las últimas palabras que pronunció el espada vasco antes de fallecer.

Fandiño se ha convertido en el segundo torero español en morir en las astas de un toro en lo que va de siglo después de que Víctor Barrio perdiera también la vida hace ahora un año.

Sus restos mortales fueron trasladados ayer al tanatorio de Amurrio (Álava) hasta recibir el último adiós en la vizcaína Orduña.