Luis J. Fernández nos guía hasta su estudio, ubicado en el casco antiguo de Blanca, en el Paraje Peña Negra, que alberga el Centro Negra, espacio de creación e investigación del arte contemporáneo. Rodeados de soportes y obras de colecciones anteriores y en proyecto, dialogamos sobre su técnica e inspiración.

Acompañamos al artista a la muestra que inaugura en el museo de la Fundación Pedro Cano, mientras nos habla de los cuadros que se exhibirán en la Galería RVB Art de Roma, de forma casi simultánea, y de la que prepara para 2018 en la Sala Verónicas de Murcia.

Los objetos del mundo real se sitúan en las urbes de Luis J. Fernández fuera del contexto natural al que los asociamos, convirtiéndose en símbolos.

Leemos más allá del mensaje gráfico y nos adentramos en los universos del artista, que combina los elementos visuales básicos y los dota de una complejidad extraordinaria utilizando la luz.

Háblenos del título de su exposición.

En ella se recogen dos temáticas totalmente distintas. La primera de ellas, Urbania, es la condensación de quince años de estudio sobre el paisaje urbano y la arquitectura contemporánea, donde trato de difuminar las fronteras entre el interior y el exterior; podemos ver la fachada de un edificio desde dentro del mismo o construcciones que se sitúan en el interior de la propia estructura en la que se crea, así como edificios de distintos espacios y ciudades que convergen en una misma calle.

La segunda serie, Génesis, en la que trabajo actualmente, es mi vuelta al origen de la pintura. En ella intento romper las normas, las reglas, las matemáticas de la perspectiva de una avenida para coger el lápiz y dibujar, consiguiendo así mayor libertad creativa para formar todo el núcleo del cuadro. Sin embargo, siguen apareciendo estructuras. No he podido desvincularme todavía de la arquitectura.

¿Qué elementos son los protagonistas?

Hay tres piezas que son imprescindibles en Urbania: el Chrysler Building, de Nueva York, el Gran Arco de la Defensa, de París y el edificio Gherkin, de Londres.

En Génesis son los objetos cotidianos con los que he convivido mientras trabajaba en ella: los juegos de mis hijos; sus juguetes; y también el girasol, que es un elemento primordial en mi obra. La importancia del girasol se entiende como una renovación, un renacer; un reencuentro con el dibujo.

¿Qué expresan o describen estas obras pictóricas?

En los edificios he buscado volumen a través de las líneas y de las formas. La base para trabajar con ellos es la luz. En Génesis destaca mucho el color y el grafismo. Una hoja de hiedra, un girasol, un anuncio. Me ha permitido mucha soltura para reencontrarme con el dibujo y me ha dado libertad para descubrir el color, añadiendo tonalidades de las que carecía mi obra. Es una exaltación de la belleza de lo cotidiano.

¿Por qué es una vuelta al origen?

Expreso a través de la tipografía y la caligrafía la vuelta a mis orígenes en el mundo del rótulo. Junto a un motivo vegetal, de repente, aparece publicidad o textos que son ilegibles. Hay tantos grafismos que se hacen prácticamente imposibles de leer. Pero el texto está ahí.

¿Esta exposición adquiere esa fuerza renovada que nos adentra en la madurez del artista?

He querido que tenga fuerza combinando la estructura vegetal con la arquitectónica, para que una sujete a la otra, coexistiendo.

¿Hay elementos interconectados en la representación espacial? Un realismo mágico estructural…

Miguel Ángel Pascual definió mi obra como realismo mágico. Son paisajes cubiertos con unas estructuras que voy creando a través de imágenes reales. Aunque mis calles no existen, las versiono dependiendo del sentimiento de este momento. Ciudades inhabitadas, que quizá nunca se puedan habitar por encontrarse en una dimensión distinta a la realidad.

¿Qué tipo de paisajes son?

Son ciudades excesivamente protegidas. Nunca ves el volumen de lo que está en el exterior a través de la ventana. Y eso ocurre en los cuadros; no sabemos si estamos en el interior o en el exterior observando ese edificio.

¿Qué símbolos y referencias icónicas encontramos?

Hay alusiones al recuerdo.

¿Cuál es su técnica?

Dejo atrás las herramientas del artista clásico y utilizo todo lo que hay a mi alcance.

¿Cómo elige qué va a representar?

Me fijo mucho cuando un objeto está expuesto a una determinada luz. Reflejos, brillos; todo esto da paso a la forma. Plasmo los edificios en el lienzo tal y como los ha versionado la luz en el momento en el que los observo. Los materiales con los que están construidos esos edificios y la luz que proyectan son los elementos que me inspiran.

¿Qué experiencia puede encontrar el espectador que visite su obra?

Que se sienta viajero y visite ciudades que he creado desde mi interior y objetos que probablemente identifiquen con alguno de sus recuerdos. Entiendo la pintura como un medio de comunicación entre mi yo con el resto del mundo. Trabajo para que mi obra llegue al espectador.