Se acabó la liga y ahora toca evaluar los resultados de los distintos equipos que participaron en ella; aunque hoy todavía quedan muchas jornadas por jugarse en categorías inferiores. Y con el final del curso, llegan las notas. Cuando te pones el baremo en septiembre, nueve meses después toca saber si se han conseguido los objetivos, o no. Cada equipo debe asumir cómo fue la temporada y si lo que dieron en el terreno de juego se ajusta a lo que pretendieron.

En toda una temporada, hay sorpresas, decepciones, confirmaciones, etc. Siempre he pensado que 38 partidos son justos para evaluar un año que, según la puntuación, deja a cada cual en la justicia más meridiana. Ya sea por un punto, por un gol, por aquel error arbitral, o por la lesión de la estrella del equipo, se pueden poner miles de excusas para no estar de acuerdo con lo que pasó. Sin embargo, todas las circunstancias que atañen a todos los equipos, más o menos por igual, presentan un equilibrio entre ellos.

Por supuesto que están los más modestos, los que tienen mayor presupuesto, los que han tenido más lesiones, los que han salido más perjudicados por decisiones arbitrales, etc. Aunque al fin y al cabo, es la puntuación la que pone a cada equipo en su sitio.

El que gana se lo merece, y el que desciende, también. Sin poner en valor presupuestos, jugadores, cracks, etc. A lo que voy: el Real Madrid se ha merecido ganar y el Granada ha merecido bajar. Asumir responsabilidades debe ser un valor al alza.

La evaluación no debe ser la nota final, sino los porqués, y los cómos. Los equipos tendrán que digerir las derrotas, los fracasos, las victorias, no superar la clasificación del año pasado, etc. extrayendo como aprendizaje lo ocurrido en estos meses para que los que han superado las expectativas sigan por el buen camino, y los que no han llegado, que cuenten con más fuerza e ilusión para el próximo curso.