Un allanamiento se salda con el asesinato de Irene y con su marido, Jacobo, en coma a consecuencia del asalto. Cuando despierta, meses después, la Guardia Civil le dirá que la principal sospechosa de orquestar el fatídico crimen fue su propia hija, Miriam, de 14 años. Con esta premisa, el lorquino Agustín Martínez deja a un lado de nuevo los guiones para presentar su segunda novela: La mala hierba, un thriller coral que indaga en las entrañas de los vecinos de la localidad ficticia de Portocarrero, donde se desarrolla la historia. Presente ya en tres países -pese a su reciente publicación-, llega mañana a Expo-Libro, a partir de las siete y media, de la mano de su autor.

De la publicidad, a los guiones, y de los guiones, ahora, a las novelas. ¿Hay muchas diferencias entre escribir un guión y escribir un libro como La mala hierba ?

Sí, hay diferencias. Es verdad que el sistema de trabajo que uso es muy parecido, pero, por ejemplo, el proceso de escribir una novela es muy solitario, estás tú ante tu manuscrito y no puedes estar dándole el follón a la gente. Con el guion, sobre todo en televisión, son muy de trabajar en equipo; estás muy acompañado y tienes el rebote de tus compañeros cuando lanzas una idea.

Supongo que es difícil cambiar el chip y, de hecho, ya en tu anterior novela la crítica hablaba de «ritmo cinematográfico».

Es lo que opinan. A mí me parece bien. Supongo que hay dos cosas determinantes: por un lado, que tengo mucha influiencia del cine y la televisión a la hora de contar una historia, y eso se nota; y, por otro, que manejo un estilo muy visual. Me gusta que el lector se sienta dentro de la historia y sea capaz de visualizar la escenas por las que transcurre la historia.

¿Hay algo que te permita la novela que no te deja hacer la tele?

Muchas cosas. Para empezar, la más inmediata es una cuestión de dinero y producción. En un libro puedo hacer lo que me dé la gana, y explotar varios camiones y que pase un helicóptero por encima; y en cine eso es imposible porque te tienes que ajustar al presupuesto. En la novela también hay más libertad a la hora de elgir el tema y la manera de contarlo. En televisión estás muy marcado por las exigencias de las cadenas, así que intentas en la medida de lo posible contar lo que quieres; pero en la novela estas completamente libre y lo cuentas como te da la gana.

Volviendo a La mala hierba . Has pasado de los Pirineos, en Monteperdido , a Almería, donde está ambientada tu nueva obra. Hace poco hablaba con Javier Castillo ( El día que se perdió la cordura ) sobre cómo ambientar un thriller de este tipo en Estados Unidos parece más factible que hacerlo en España.

Javier es un encanto, y su novela está realmente bien. Yo la verdad es que me siento más comodo contando una historia en España. Tengo la sensación de que si me fuera a Estados Unidos sería un poco impostando. En España puedo controlar a los personajes, sé de dónde vienen, entiendo mejor la cultura que les precede... Además, mis historias no sencesitan ciertas convenciones del genero porque están muy pegadas a los personajes. Y si uno repasa la historia negra de España, no es que seamos una panda de locos o asesinos, pero también hay casos de este tipo.

¿Y por qué el thriller?

Es un genero en el que me siento muy cómodo. Me gusta mucho como autor, lector y espectador. Siempre me da la sensación de que en estas historias hay una conexión especial entre el autor y el lector, que tiene que entrar en la novela e ir descubriendo lo que va pasando.

Monteperdido nació como una miniserie, ¿y ésta?

Desde el minuto cero era una novela. La primera fue algo más casual, porque la plantee como una miniserie y, cuando empecé a darle vueltas, surgió un primer capítulo en formato narrativo, más de novela. Quien sabe si remotaremos algún día el proyecto inicial... Pero disfruté tanto escribiendo Monteperdido que La mala hierba nació ya como una novela.

¿Cuál es su origen?

Tengo mucho interés por los casos que implican un crimen de sangre y hay menores relacionados; me interesaba mucho el trato que se les da, cómo se maneja la presencia de niños en estos crímenes. Y encontré un par de casos reales en Canadá que hablaban de ello. Investigando, di con varios libros, el sumario de los juicios, y acabé dándole forma a La mala hierba.

Ya la primera era bastante coral, y esta parece seguir la misma linea.

Sí. Digamos que los casos que trata en la novela no depende de dos o tres personajes, sino que involucran a una comunidad entera; por eso me gusta ambientarlas en localidades pequeñas, que son casi como una gran familia, como una representación en minitatura de la sociedad. Cuando un sucesos así ocurre, es una bomba que explota y afecta a mucha gente, y es eso lo que me llama. Tú ves una noticia publicada en los medios y enseguida se olvida, desaparece, pero me interesaba esa continuación, qué pasa una vez que se señala un culpable, cómo vive el menor, la familia y los vecinos esa acusación.

Es un libro incómodo...

Es incómodo, sí. Las preguntas que se plantean son duras, difíciles... No es que yo quiera incomodar, pero llevo al lector a un territorio en el que no nos gusta estar demasiado tiempo, y mucho menos pensar que algo así nos podría ocurrir. Buscaba generar una serie de preguntas en el lector y que el libro dure un tiempo en su cabeza una vez terminado.

¿Te gustaría que alguna de tus novelas se llevara a la tele o al cine?

¡Claro! Me encantaría que tuvieran una segunda vida en la televisión o en el cine. Hay algunas posibilidades, que están todavía en el aire, y ya veremos si se hacen realidad. Pero tengo años de experiencia en la tele y sé que a veces los proyectos hay que cuidarlos y tener calma para que salgan bien, porque son novelas exigentes a nivel de espacios y ambientación y requieren una producción adecuada.