Escribe en verso, en prosa; novelas, ensayos, pero reniega de los géneros. Los deja para clase, para sus alumnos en el Instituto Alfonso X El Sabio, «para que se enteren más o menos» de qué va la historia. Sin embargo, Pascual García tiene una visión muy particular: todo aquello que haga «vibrar» las palabras es poesía, da igual la forma. Eso sí, se mueve como pez en el agua en cualquiera de sus vertientes. Recientemente, y en un lapso irrisorio de tiempo, llegaba a la librería un poemario (Trabajan con las manos) y una recopilación de entrevistas con lo más granado de la literatura murciana (Palabras y café con escritores).

Ha presentado dos libros en, ¿cuánto? ¿Un par de meses?

Sí, la verdad es que ha coincidido. Estas cosas de la publicaciones son caprichosas. Ni los he escrito ni los tenía pensados para que salieron en menos de dos meses. A Trabajan con las manos llevaba años dándole vueltas, pero ha salido cuando se ha dado la oportunidad con la editorial Raspabook. Se iba a publicar el año pasado, pero finalmente se retrasó hasta este año. El otro, Palabras y café con escritores, es un conjunto de entrevistas que han ido tomando cuerpo, que se han ido publicando en revistas y otras publicaciones y que ahora han tenido cabida en una editorial fabulosa como Murcia Libro.

En términos de marketing no parece lo más adecuado; aunque, bueno, alguna vez le he escuchado decir que no es un escritor profesional...

Si me sintiera un escritor profesional me moriría de hambre. Yo tengo mi trabajo, como creo que debe tener un escritor. Lo de escribir es una pasión a la que me dedico en mi tiempo libre, y debe ser así, porque cuando tienes demasiado tiempo y te profesionalizas estás más forzado. Esto es excepcional; así, cuando puedes escribir das todo lo que tienes, y si lo escribes es porque necesitas escribirlo, no porque te lo hayan encargado o de ello dependa tu manutención diaria.

Por partes: Trabajan con las manos. ¿Qué ofrece?

Es una suerte de poemario épico. Sobre mi infancia, mi entorno, la gente con la que compartí mis primeros años de vida y juventud, prácticamente hasta que aprobé la oposición. Soy de origen humilde y ese leman de ´trabajar con las manos´ se daba mucho en los tajos, en los trabajos duros -el resto, los profesores, los funcionarios, trabajaban con la cabeza-; identifica a un grupo de personas que se levanta con el alba y se enfrenta a la dureza del trabajo manual, duro; hombres y mujeres que cada día sacan adelante a sus familias. Es un homenaje a ellos y a mí mismo, porque yo pertenezco a ese mundo. Al mismo tiempo es un regreso a la memoria; la recuperación de escenas, sentimientos y de vivencias relacionadas con el trabajo de la huerta, relacionado con algunos autores clásicos que ya ensalzaron el tema del campo.

¿Algún ejemplo?

Virgilio, Hesíodo, etc., los antiguos autores griegos y latinos que no solo ensalzaban el trabajo y la naturaleza, sino también las herramientas. Un escritor que me interesa mucho también es John Berger. En uno de los poemas hay una referencia a su obra Puerca tierra, y es ese el tono en el que se plantean los poemas: una mezcla de dureza, de rechazo, de lirismo recio en torno al tema de la tierra y de la agricultura, que no es en absoluto una percepción bucólica al modo renacentista, sino la representación de un mundo bronco y duro.

¿Qué le lleva a lanzar sus versos a la tierra?

Yo creo que, en el fondo, meras incorrecciones literarias. Hoy no hay nada más antipoético que el campo, porque parece un tema muy clásico; y, en cambio, es muy social. Ahora esto no encajaría en ningún parámetro lírico. Parece que para la literatura solo existe la urbe, la ciudad, pero, ¿por qué no va a ser esto materia poética? Lo que hago es recuperar ese sentimiento e intentar expresarlo al modo que creo conveniente, con un punto social, un punto de denuncia, de elegía... Me mueve el hecho de que no es la poesía que hoy se estila.

Días después aparece Palabras y café con escritores. ¿Qué le lleva a recopilar entrevistas con una veintena de escritores?

Una entrevista que le hice a Pedro García Montalvo para una tesis. Finalmente no me hizo falta, pero dijo las cosas de una manera tan mágica que la guardé durante 10,15 años porque pensé que algún día se publicaría. Más tarde, en la revista Presencia me encargaron la sección de entrevistas. Hice algunas por encargo y luego a los escritores que yo consideraba importantes, y un día me di cuenta de que tenía casi un libro, pero siempre por la necesidad de publicar aquella entrevista a Pedro. Luego, cuando salió lo de este libro, pensé que había escritores a los que no había entrevistado y que creía que era justo hablar con ellos.

¿Como quién?

Por circunstancias, en su momento no hubo ocasión de entrevistar a Eloy (Sánchez Rosillo), que es uno de los grandes poetas españoles, o a un escritor como Rubén Castillo, que también me parecía que debía estar. Me gustaría que quien lea la nomina de los entrevistados piense que están casi todos, aunque cuando uno hace un trabajo de este tipo siempre se queda corto.

¿Cuál era su objetivo?

Quería reflejar cuál es su idea sobre la literatura, cómo es su proceso creativo y que ésto sirva de ejemplo para aquellos que empiezan a escribir. Y con un sentido muy cercano, de charla y de conversación íntima sobre su obra, porque hay una relación muy estrecha entre entrevistador y entrevistado. Me interesa qué dicen por lo que pregunta el autor; la simbiosis de mi visión y su respuesta.

¿Destacaría a alguno?

La primera fue fabulosa, la de Pedro. Luego recuerdo la entrevista en la casa de Javier (Díez de Revenga), uno de los grandes hispanistas. A lo mejor en la prensa no se le acaba de dar el mérito que merece; supongo que porque como es tan obvio que es grande no le damos la importancia que tiene. Y luego con Blanca Andreu, en el Teatro Romea. Cuando éramos jóvenes era nuestra poeta fetiche, nos descubrió un mundo totalmente nuevo y, en esta ocasión, tuve la oportunidad de declarar mi afecto.

Un poemario, una colección de entrevistas..., y ha escrito ensayos, novelas y hasta libros de relatos. Sin embargo, le he leído decir que los géneros no son importantes.

Es sencillo sentirlo, pero difícil explicarlo. La poesía es palabra con música, y entiendo que la literatura es eso, una palabra con alma, especial. Un ensayo científico no es literatura; una noticia descarnada, tampoco. En el momento en que utilizas la palabra y empieza a vibrar, entras en el mundo de la literatura, y eso es poesía. Igual da que escribas una novela, un relato o un ensayo. Que no haya versos no significa que no sea poesía. Luego meteremos prosas o poemas, pero todo lo que tenga esa intención pertenece al ámbito de lo poético. Y los géneros están ahí para que los profesores los expliquemos en clase y que los alumnos más o menos se enteren.