Jorge Sanz está satisfecho con su momento, con su trabajo. «Salgo al escenario a disfrutar», dijo el popular intérprete madrileño durante la presentación de Tiempo, obra en la que él es el protagonista absoluto -es «su puesta de largo», según sus propias palabra- y que llega esta noche al Teatro Villa de Molina.

En esta obra -con texto de Quim Masferrer y dirección de Ramón Fontserè- Sanz se mete en la piel de un hombre al que le quedan 90 minutos de vida. Al inicio de la función, el actor sale a escena con una silla de ruedas y un pijama, se enfrenta al público y rompe una pared.

«Señores, gracias por haber venido, han venido ustedes a ver un espectáculo que no voy a hacer, porque no tengo ánimo». De este modo arranca la comedia que el actor no define como un monólogo, a pesar de su soledad sobre el escenario. En su opinión, durante la obra también interactúa con el patio de butacas, al que le pregunta directamente qué harían si les quedaran 90 minutos de vida?

Jorge Sanz asegura que entre las reacciones de los espectadores están los que se encuentran «acongojados», sin saber que se pueden reí­r, y tardan algunos minutos en entender «que se trata de una comedia». «La gente no se va de vacío, ya lo veréis», garantiza a los espectadores que se acerquen al Villa.

La puesta en escena cuenta con un elemento visual desde el que Sanz «hará virguerí­as»: la silla de ruedas, que el actor utiliza para torear, saltar o bailar en el escenario. Incluso hay un número musical, un vals ejecutado sobre su particular trono.

Se trata, pues, de una obra para reflexionar, aunque también para reír y para disfrutar de la interpretación de su protagonista, que se mueve sobre las tablas como pez en el agua.