Para Magdalena Sánchez Blesa cualquier lugar y cualquier momento es «bello» para recitar unos versos, «pues mi sitio es el corazón de la gente, yo no tengo otro premio». Es poeta, «de aceras, de patios, de momentos y de mirar a los ojos», actriz y dueña del restaurante Nuevo Paraje Moriana, conocido por la película Las aventuras de Moriana, que llevó a la gran pantalla a su familia y amigos bajo la dirección de David Perea.

«Esa película será siempre un referente en mi vida», asegura Magdalena, que guarda siempre entre sus manos una libreta llena de notas y de poemas. Sus versos recorren colegios, cárceles, centros culturales, librerías y hasta las mesas de su propio restaurante, donde es habitual escuchar sus letras junto a otras de Miguel Hernández, Antonio Machado o Federico García Lorca. «Esto me lo ha ido demandando la propia gente, que se enteraban que recitaba y me pedían unos versos», subraya la escritora. Así, junto a los paparajotes, el arroz a la leña y la carne a la brasa, en el menú se oferta «poesía hecha con mucho amor, pues es lo que ponemos en cada plato que sale a la mesa».

Magdalena Sánchez Blesa (Puerto Lumbreras, 1970) empezó a escribir con ocho años tras la muerte de su padre. Fue la poesía la que le permitió expresar su dolor, su forma de articular la pena, y, tal vez con el paso de los años, su «manera de vivir»-como dice Vargas Llosa parafraseando a Flaubert.

«Aquellos versos a mi madre le llegaron al corazón, y fue ella la que me animó a seguir escribiendo», recuerda.

Desde entonces, así es la poesía para ella, «un mensaje de cómo llegar a lo más hondo de la gente, algo que mueve, esas sensaciones que tus palabras producen en la persona hasta hacerla sentir, llorar, reír, cambiar, vivir de otra manera€».

Tras Cosas de niña y Yo contra mí, publica Nana para dormir a mis abuelos, una obra que habla de la infancia y de los ancianos, a los que confiesa tener una «especial debilidad», pues para la autora significan lo mismo, «la misma inocencia», como refleja en su poema La siesta: ´Ahora sé que la mano del mortero / y el cazo de leche boca abajo, / era un tambor, y sé que un estropajo / era un walkie que llama al infinito´.

La escritora define su tercer libro como el «más maduro», una obra que le ha valido para conocer más al público. «Recoge la voz de mucha gente. Cada poema me enseña algo a través de los ojos de las personas, pero sobre todo algo muy importante que me enseñó mi madre como es escuchar», señala.

Nana para dormir a mis abuelos ha sido escrito de noche, en salas de espera, en colas de bancos, en puertas de colegio, de copiloto en el coche y haciendo arroces en la lumbre de Moriana. Se trata de un homenaje a las personas mayores que le han acompañado en su vida, pero muy especialmente a sus hijos para que cumplan las instrucciones que les dedica y «hagan del mundo la tierra prometida».

Sus versos también se pueden encontrar en Youtube, donde aprovecha las nuevas tecnologías para hacer llegar sus letras a más gente y de una forma más actual, como es el caso del poema Ojalá volviera, en el que trata el tema del bullying.

Con motivo del Día Mundial de la Poesía, que se celebra mañana, Magdalena Sánchez Blesa invita a la lectura de Instrucciones a mis hijos, un homenaje a su madre «porque con su mirada y con su ejemplo me enseñó cada frase de este poema»: ´Jamás un conato de daros la vuelta / Jamás una huida por muchos que sean / Jamás ningún miedo, y si acaso os diera / Jamás os lo noten, que no se den cuenta€».

«Se trata de las instrucciones que dejo a mis hijos. Les digo que se hagan cargo de cada historia que pase por su lado, que hagan la vida más fácil a cualquiera y que no juzguen por juzgar, sino que se den cuenta de que cada uno venimos de una historia muy particular. Es enseñar humildad, educación, valores y amor, que no les falte nunca en el corazón, ´porque cada persona que pase por su lado merece una sonrisa´», concluye.