La actriz Eulalia Ramón, distinguida con el premio Rabaliana 2017, será homenajeada esta noche en lo que constituye una tradición sostenida desde hace años por la asociación aguileña Milana Bonita. Se trata de una distinción dirigida a amigos y compañeros de profesión de Paco Rabal -y en la que participa tanto el ayuntamiento de la localidad como la Universidad de Murcia- que intenta mantener vivo el recuerdo del actor murciano. En esta entrevista, Ramón rememora su relación con el actor en la serie televisiva Truhanes, que le dio oportunidad de trabajar junto a Rabal durante seis meses a mitad de los noventa, así como las dos películas que hizo junto a él, ambas dirigidas por su pareja, Carlos Saura: Pajarico, rodada en buena parte en Murcia, y Goya en Burdeos, el último gran papel que hizo el actor aguileño. «¡Rabaliana, qué emoción!, me ha gustado mucho, me ha hecho mucha ilusión, y además me ha hecho revivir mucho a Paco Rabal, recordar muchas anécdotas que viví con él», son sus primeras palabras.

P Tras Álvaro de Luna el pasado año, usted es la nueva ´Rabaliana´.

R Este premio me ha hecho darme cuenta de la dimensión que alcanzó mi vida gracias a la compañía de Paco y de otros amigos que conocí en aquellos momentos. El hecho de que nuestros caminos se cruzaran y nos conociéramos, no sólo como compañeros, sino como personas, fue lo realmente importante. De hecho, conocí a Paco antes de trabajar con él, y prácticamente me adoptaron él y su mujer, Asunción Balaguer.

P ¿Cómo era trabajar con Rabal?

R En 1994 hicimos la serie Truhanes. Aquello nos dio la oportunidad de estar mucho tiempo juntos. Surgió una gran relación. Para mí Paco ha sido una referencia, igual que Fernán Gómez en su momento. Aprendí de ellos a vivir este oficio de una manera muy especial, sin dejar de disfrutar de la vida, y siempre con el máximo respeto. Ahora han cambiado mucho las cosas, ya no hay personas así, con esa escuela, con esa forma de ver la vida, con esa forma de pensar.

P Tres años después llega la película más murciana de Carlos Saura, y quizás también la más murciana de Paco Rabal: Pajarico.

R Pajarico fue muy especial. Tenía mucho de autobiográfico de Carlos, de su familia de Murcia, y el personaje que hacía Paco era muy entrañable y muy divertido.

P Dos años después llegó Goya en Burdeos, la siguiente película de Carlos Saura, y prácticamente el canto del cisne de Paco Rabal, al menos en cuanto a papel de relevancia se refiere.

R Goya en Burdeos fue un empeño de Carlos. El proyecto era muy caro y no fue fácil hacerlo realidad. Y Paco lo hizo en el momento justo que debía hacerlo, tenía la edad perfecta. Fue impresionante verlo hacer de Goya.

P Aranda, Fernán Gómez, Miró, Camus€ empezó ya con los grandes. ¿Cómo recuerda aquellos comienzos?

R Reconozco que tuve mucha suerte, tanto cuando empezaba en Barcelona como cuando decidí venirme a Madrid. Me di un periodo de dos años, si no pasaba nada me volvía a casa y tendría que continuar Derecho, Pero tuve mucha suerte. Llegué en un momento muy bueno en el que pude acceder a un aprendizaje con una generación fantástica de actores. Eran grandes profesionales. Aprendía trabajando, y no parábamos de hacerlo. A su lado aprendí muchas cosas, como la técnica del oficio, pero sobre todo a ver la vida con una perspectiva particular, y en eso, Paco fue impresionante, una de las personas que he conocido que más ha querido gozar de la vida.

P Y de aquellos primeros años de su carrera, ¿qué diferencias ve con respecto al momento actual?

R Como de la noche al día. Aquellos fueron buenos tiempos, todos los problemas se sorteaban y en todo se iba mejorando. Pero de repente vino la crisis y, a partir de 2007, todo se desmoronó. Ahora hay una nueva manera de hacer cine. Antes se trabajaba más libremente.

P ¿Es complicado para una actriz de la trayectoria de Eulalia Ramón encontrar papeles?

R Los papeles para actrices de mi edad son ahora muy limitados, pero a esto se junta otro problema: el hecho de que tan solo uno de cada diez proyectos salga adelante. Estos últimos años he estado en muchos proyectos sin cobrar. Antes no pasaba.

P La cultura está sufriendo la crisis de una manera más virulenta.

R Sí, y además ahora existe una forma de entender la vida que ignora la cultura. Cada vez es más limitado el terreno cultural y ya no hay nada que motive intelectualmente. Antes, cuando acababas de rodar, te avisaban ya de un próximo rodaje, pero ahora es muy diferente, hay unos filtros, han surgido nuevas profesiones dentro de la profesión, como si quisieran que nos americanizáramos.

P Hemos hablado de algunos de los grandes directores con los que ha coincidido a lo largo de su carrera, pero hubo uno que supuso un punto de inflexión.

R Carlos (Saura) me seleccionó sin hacer prueba para la película Dispara, en 1993. Fue una gran oportunidad. El hecho de estar con Carlos de cara al oficio fue muy importante, pero entonces no lo pensé, fue con el paso del tiempo cuando me di cuenta. Aunque esto tampoco es que me haya facilitado mucho las cosas a la hora de seguir trabajando.

P Pero convivir con un director de ese calibre habrá sido importante para seguir creciendo como intérprete.

R Sin duda ha sido muy enriquecedor. Pero en el ámbito profesional siempre hemos respetado mucho el terreno de cada cual. A mí me gusta mucho todo lo que hace Carlos, y no hablo estrictamente del terreno cinematográfico, también de las fotografías, los dibujos€ además, soy una auténtica guardiana de su archivo. Creo mucho en todas las cosas que hace. Carlos es cine, cine en mayúsculas, como también lo era Paco. Con Carlos colaboro con los guiones, los corregimos, y si hay un personaje en el que yo pueda encajar, perfecto. Si se puede se hace y si no, no. Pero yo no he estado nunca metida a la fuerza en una de sus películas, no porque el director sea mi pareja o el padre de mi hija.