Lo de Ara Malikian con el público español es un matrimonio más que consolidado, y el artista libanés lo celebra regalando su virtuosismo envuelto en papel de partituras clásicas con el lazo de la simpatía y pasión que derrocha a cada nota. Todo un espectáculo que hoy presenta en el Auditorio Villegas.

La emoción que transmite el violinista y su grupo es el secreto de que el idilio siga más vivo que nunca. La fórmula no falla: acercar a todos los espectadores, mayores y niños, la música clásica y los sentimientos que afloran cuando esas composiciones son interpretadas por el violín del virtuoso músico. La calidad, la presencia y la personalidad convierten a Malikian en un artista único, de los más brillantes y expresivos de su generación.

En los 15 años que lleva en España, ha acentuado su inclinación por caminos artísticos inciertos. Para festejar esta etapa, en 2014 ofreció un concierto en el Teatro Real. Hizo flamenco con Rafael Amargo, melodías con Lamari y Álvaro Urquijo, y no se arrugó ante el extremoduro Iñaki Antón. Por la grabación de aquel concierto, largo, solidario e inclasificable, en el doble álbum 15 (BigStar Music y Picos&Ham Records) ha sido nominado a un Grammy latino. Lo de latino es una desconcertante categoría para un libanés de origen armenio que vaga por Europa desde que era un joven aprendiz de violinista, y que nunca se siente de paso aunque nunca se asiente del todo. «A veces la gente se empeña en catalogarte y ponerte etiquetas. Verdaderamente yo no me siento de ningún lado. No sé dónde estaré dentro de un año», confiesa.

Antes de que Ara Malikian aspirase a un grammy latino, fue un extravagante concertino de la orquesta del Teatro Real. Tocó en el foso siete años. Desde que lo dejó se ha convertido en un fenómeno popular que arrastra tras de sí a legiones de niños que a su vez tiran de sus padres gracias a espectáculos como Las Cuatro Estaciones, donde el músico tímido se transforma en un saltimbanqui que se contorsiona y hace chanzas mientras suena Vivaldi. Malikian trata la música clásica sin reverencia, y al violín como una guitarra eléctrica. Respeta a los pequeños como si fuesen mayores, e invita a los adultos a volverse niños.

Poseedor de un estilo propio e inimitable, Ara Malikian es uno de los violinistas más brillantes de la actualidad. Tiene más de 40 discos grabados y ha creado su propia orquesta. Al artista no le importan las críticas de aquellos que no lo consideran un violinista lo suficientemente serio. Baila, salta y enseña músculo como una estrella del rock. Y encima, hace reír. Lo mismo cuenta desternillante cómo se hizo pasar por judío durante cuatro años en Alemania para amenizar bodas hebreas (una época de la que salió su canción Pisando flores) que relata cómo Boy George lo echó de su banda porque en lugar de ir a tocar a su concierto se quedó ensimismado en otro de Radiohead, de quienes versionó No Surprises. Ara Malikian y su violín consiguen que el público viaje de Vivaldi a Radiohead, de Pulp Fiction a Bach.

Tras dos intensos años de gira con Ara 15, en la que Malikian nos iba desgranando su biografía vital y musical, ahora es el violín quien inspira a Ara un nuevo repertorio recogido en el disco La increíble historia de Violín, y donde el protagonista es su violín. Combinando a Bach con Led Zeppelin y composiciones propias, el artista narra una asombrosa historia de redención a través de la música. Y lo hace con el mismo violín que un siglo atrás salvó a su abuelo del genocidio perpetrado por Turquía.