Desgranar la obra de un artista como El Greco no es tarea fácil. «No es como Velázquez, que pintaba para el rey y punto». Su producción acoge, además de numerosas obras, etapas y episodios distintos de su vida de artista, momentos de su trayectoria que aportaban un toque distintivo a sus pinturas. De ahí la complejidad de su estudio, de establecer patrones y nexos, pese a lo personalísimo de su arte. Por ello, el gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado no ha recopilado su trabajo en torno al pintor renacentista hasta ahora, 35 años después de recibir en la pinacoteca para su análisis el primer cuadro de El Greco. Y hoy, 150 obras del pintor griego después, presentan en Murcia El Greco pintor. Estudio técnico, una publicación que reúne las conclusiones del gabinete de la mano de la que fuera su responsable hasta 2012, Carmen Garrido, por cuyas manos han pasado pinturas de la entidad de Las meninas o el Guernica, y artistas de la talla de El Bosco. Y pese a ello, pese a que demuestra gran devoción por el trabajo de Velázquez, de sus palabras se desprende una admiración especial por el protagonista de este libro. «Es un genio, de los que saben dar el paso para que la pintura vaya hacia delante. Y en su época era un incomprendido. Tuvo muchísimos problemas para cobrar e, incluso, de alguno de sus cuadros le dijeron que estaban mal pintados. Pero no me extraña que no le entendieran. Él iba un paso por delante, no pintaba como los artistas de la época. Pero hoy vemos sus cuadros y son una pasada», dice Garrido, doctora en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid y especializada en el estudio de la documentación físico-química.

El libro, que se presenta hoy a las siete y media en el Centro Cultural Las Claras de Murcia, incluye macrofotografías, radiografías, reflectografías, fotografías ultravioletas, estratigrafías, estudios de soportes, pigmentos, etc. de algunas de las obras más emblemáticas de El Greco, como San Lucas pintando el icono de la Virgen del Museo Benaki, el Tríptico de Módena de la Galleria Estense, varios retratos y cuadros devocionales que llevó a cabo en España, sus grandes proyectos de retablos y dos obras finales e inacabadas muy interesantes por señalar su evolución. Sin embargo, y aunque en estas páginas se desgrana cada elemento y cada capa de los cuadros estudiados, para Garrido «lo más importante es la pintura en su conjunto. Punto. Primero y último. Empezamos de dentro hacia fuera para volver al conjunto, al todo».

Para la responsable de la interpretación crítica de este libro, el detalle más característico de la pintura de El Greco es «su manera de trabajar al estilo veneciano y el uso de las transparencias». Y es que, a fin de cuentas, lo que pretende este estudio es descubrir cómo está pintada la obra. «Un cuadro no está pintado igual que otro. Cada pintor tiene sus técnicas, sus recursos. Y lo mismo que se hace un estudio de la historia social del cuadro, nosotros, a través de rayos X, exámenes con técnicas fotográficas, análisis de materiales, de soportes de la pintura o de las capas de color, cómo se superponen, elaboramos un histórico de cómo ha hecho el pintor para crearlo», explica Garrido. ¿El objetivo? Acompañar estas pinturas de un dossier lo más completo posible; un trabajo de documentación técnica que hasta 1978, cuando fundaron este gabinete que dirigió hasta 2012, era prácticamente inédito. Y en todo este tiempo, son más de 2.500 cuadros que han pasado por sus manos.