Es un aviso. Solo eso. Una alerta, una llamada a la reflexión. Es su objetivo, la misión que se ha autoencargado en relación con su público. «Son 90 minutos de un teatro de ideas, ideológico. El público se tiene que quedar pensativo. La vida, la muerte, el amor, aquellas preguntas trascendentales. Y quiénes somos. Y qué vamos a hacer; sobre todo eso. Esa pregunta es la primera que se plantea el montaje, con la que los personajes abren la obra», avanza Paco Azorín, director, productor, escenógrafo y hasta iluminador. Un todoterreno que este viernes irrumpe en el Teatro Circo de Murcia para ocuparlo de la mañana hasta la noche.

Las palabras recogidas en el párrafo anterior corresponden con la visión del yeclano sobre su Escuadra hacia la muerte, que presenta esta noche en el escenario murciano tras triunfar en Madrid. Y es importante subrayar ese 'su', porque lo que Azorín hace no es una mera versión de la pieza de Alfonso Sastre, «obra de referencia en el siglo XX», sino una actualización acorde a nuestro tiempo. «Después de 63 años -la obra se estrenó en 1953- necesitaba una revisión. Ya no se habla así, las expresiones son otras. El ritmo de la narración también es otro. Todo va más rápido. Las redes sociales, la televisión... Todo eso hace que el espectador del siglo XXI exija otra velocidad. Cuando la releí para hacerla me di cuenta de que el tiempo había pasado por ella, y creo que es nuestra responsabilidad traerla a la época del espectador. Y la verdad es que la obra aguanta perfectamente», asegura Azorín, que define Escuadra a la muerte, por los temas que trata, como una «obra universal».

Sastre, allá por los años cincuenta, colocó sobre el tablero a seis soldados; seis piezas de una partida de ajedrez futura que, por aquel entonces, y haciendo gala de una visión futurista que encandiló a Azorín con apenas 11 años -cuando se leyó la obra por primera vez- solo podía ser la Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, como ocurriera con el lenguaje o el ritmo de la trama, para el yeclano el tiempo también ha roto con la idea de esta contienda como algo todavía por llegar. «Yo creo que en la tercera ya estamos. Si miramos los conflictos bélicos que hay en la actualidad vemos más países y más efectivos desplegados que en la primera gran guerra. La tercera está aquí, pero en una forma distinta a cómo nos la imaginábamos. Y es que el futuro nos enseña que la realidad es un poco distinta a cómo nos la esperamos. Es más normal, más fría», afirma Azorín.

Por ello, el director y escenógrafo de Escuadra hacia la muerte coloca a sus personajes (interpretados por Unax Ugalde, Julián Villagrán, Iván Hermes, Agus Ruiz, Jan Cornet y Carlos Martos) en un búnker aislado por una hipotética Cuarta Guerra Mundial. Un búnker que en el fondo es «una especie de Arca de Noé». «El autor sitúa a seis seres humanos en una situación límite. Están encerrados esperando un ataque enemigo que nunca se produce, luchando contra un ejército del que apenas saben nada. Y en esa situación, cada uno saca lo mejor y lo peor de sí mismo; lo mejor y lo peor del hombre. Es un fresco de diferentes comportamientos humanos en el que el espectador va a sentirse identificado con algunos comportamientos y va a rechazar otros», explica. «Cada uno representa un temperamento. Pero, desde fuera, gracias a la magia del teatro, lo que vemos son seis caras distintas de un mismo ser humano».

Pero, como se señalaba líneas atrás, la función -que comenzará a las nueve- no va a significar la única aportación del yeclano al programa del Teatro Circo, y es que el vestíbulo acogerá desde las diez y media de la mañana -hora de la inauguración- la exposición Espacios poéticos, un repaso a la carrera del protagonista que, pese a su juventud (42 años), acumula más de 250 montajes desde 1996, pues, para más señas, este año celebra sus primeros 20 años de carrera.

La muestra, que se compone principalmente de bocetos de escenografía y fotos de montajes, recoge una parte del trabajo que desempeña Paco Azorín desde que era alumno del Institut del Teatre de Barcelona y vivía a caballo entre la Ciudad Condal y la capital del Segura, a donde viajaba habitualmente para hacer escenografías de muchas de las producciones del Aula de Teatro de la Universidad de Murcia. Aunque ahora, cuando se le pregunta qué es, si más director o escenógrafo, lo tiene claro: «Me he dado cuenta de que son dos facetas indivisibles y una cosa me ayuda a la otra». Y ambas las pondrá en práctica esta noche haciendo la cuarta gran guerra en el Teatro Circo.