Jaime Urrutia es una de las caras más reconocibles del pop español de los ochenta, autor de algunos éxitos inmortales como Cuatro rosas, Camino Soria, o La culpa fue del cha-cha-cha. Empezó en Ejecutivos Agresivos, y luego, ya en Gabinete Caligari, puso su guitarra a tres de las primeras canciones de Parálisis Permanente. Más tarde, en solitario, Urrutia ha sabido sobrevivir asumiendo una carrera irregular marcada por la reinvención y la supervivencia, que pasa por girar con banda o en acústico, espaciar los discos, publicar un libro, hacer radio, colaborar aquí y allá y preparar su siguiente álbum. Su espectáculo Al natural, en el que en formato trío y acústico toca canciones de sus tres discos en solitario y éxitos de su etapa en Gabinete Caligari, le trae nuevamente a tierras murcianas, donde consiguió un sold out hace unos pocos meses en la sala REM. Esta vez, se subirá a las tablas del Teatro Thuillier de Caravaca.

Vuelves a la Región, esta vez a Caravaca, tras hacer hace pocos meses un sold out en la capital.

Si. Estuve hace poco en Murcia capital, en la REM. Ese mimos día tocaba Leiva en otra sala y, la verdad, pensaba que lo mío iba a estar más vacío, pero me llevé una grata alegría. Estuvo petada la sala.

Vienes 'al natural', un término que suena muy taurino. ¿Hay una vuelta al origen?

El natural es el pase que da el torero con la mano izquierda. Digamos que es el pase más peligroso del toreo porque no carga la muleta con el estoque. Somos tres en el escenario: un teclista, un guitarrista y yo a la voz y a la guitarra. Hay dos formatos con los que toco: uno con banda completa, con la batería, bajista?, y este, que es 'Al natural', donde se supone que las canciones van más desnudas, y en el que hago un repertorio que incluye todos los grandes éxitos, tanto de Gabinete como de Jaime Urrutia.

¿Has tenido oportunidad de redescubrir viejas canciones o transformarlas ahora para ese formato al natural, acústico?

Sí, se les da una vuelta de tuerca. Es diferente tocar en salas pequeñas y teatros, donde presentamos este espectáculo, que en salas más grandes, donde hay bullicio de bares y esas cosas, el rock de toda la vida. Con Gabinete Caligari empezamos así, siendo una banda incluso de punk, y esto me está valiendo artísticamente para enfrentarme a un estado más crudo.

Ahora ha aparecido una grabación en directo de Gabinete Caligari que ha permanecido guardada 32 años en una cajón de la discográfica. ¿Tenías constancia de esto? No llegasteis a publicar ningún disco en directo Gabinete.

No. Gabinete Caligari fuimos uno de los pocos grupos que no publicamos nada en directo durante nuestra carrera; simplemente porque no nos gustaban tampoco los discos en directo. Sí lo hice ya en mi carrera en solitario con un disco que se llamaba Enjoy. Fue una experiencia positiva. Estuve acompañado de Bunbury, Loquillo, Amaral, Dani Martín, etc., artistas que me demostraron su compañerismo y su amistad. Fue en 2007. ¡Joder, cómo pasa el tiempo!

¿Y qué te ha parecido que salga ahora un disco en directo de vuestros comienzos?

Una sorpresa. Me llamaron el año pasado de la compañía y me enviaron las cintas. Lo escuché y, bueno, es una muestra de lo que éramos Gabinete al principio. Éramos tres y la verdad es que nos defendíamos bien. Una buena muestra de la música que se hacía en 1983: íbamos dando tumbos, no sabíamos bien en qué estilo quedarnos... Pensábamos que duraríamos dos años, nos lo tomábamos a broma. Pero al final la broma terminó convirtiéndose en algo puramente profesional y, en 1987, fuimos un grupo puntero en España. Fue bonito.

Ese concierto recoge vuestra etapa más oscura, pero tú antes habías pasado por Ejecutivos Agresivos. ¿Cómo describirías aquel conjunto seminal?

Fue el pistoletazo de salida. Era una época muy convulsa en Madrid. Recuerdo que un amigo que sabía que yo tocaba la guitarra me los presentó y me uní a ellos. Era todo muy amateur, pero nos fichó Hispavox y grabamos un single, Mari Pili. Recuerdo que tocamos en Los 40 Principales y sonamos tan mal que al día siguiente nos echaron; el caso es que Mari Pili fue una de las canciones del verano y el grupo nos sirvió para encaminarnos un poco y saber cómo funcionaba el mundillo.

Luego está Parálisis Permanente.

Sí. Éramos muy amigos de Eduardo Benavente, porque ensayábamos en los mismos locales que Alaska. Se empezó a interesar mucho con lo que hacíamos y recuerdo que grabamos el primer disco por iniciativa suya. De hecho, el primer EP eran dos canciones de Parálisis Permanente y dos de Gabinete, y resulta que en el momento de grabarlo se había quedado sin guitarrista, o le gustaba cómo tocaba; el caso es que me pidió que grabara con Parálisis de guitarra rítmica. Tengo el honor de haber tocado una maravilla como Autosuficiencia, que creo que fue el himno de toda una generación.

¿Qué recuerdas de la primera aparición en escena de Gabinete?

Era una época en la que yo había aprendido mucho de la provocación del punk, que era más provocación que música. Salí a escena en el Rockola y no había más de veinte personas, y dije: 'Buenas noches. Somos Gabinete Caligari y somos fascistas'. Era una provocación. En España había muchas reminiscencias de los jipis, de los pelos largos y nosotros habíamos tomado una imagen un poco paramilitar, pero en absoluto éramos fascistas; más bien éramos de izquierdas, pero teníamos 20 años y queríamos abrirnos un hueco provocando. El caso es que se corrió la voz y en la siguiente actuación, dos meses después, el Rockola estaba petado. Después tuvimos algunos problemas con la frase: en el País Vasco fuimos amenazados por ETA.

¿Los cantantes y los toreros tienen algo en común?

Sí. A la hora de salir a un escenario siempre me acuerdo de los toreros. A veces me veo antes de un concierto importante, en los nervios esos del hotel, tragando quina, como los toreros. La parafernalia de vestirse y de las horas antes de salir? Gracias a Dios, el micrófono no es una bestia de 500 kilos.

La etiqueta de 'rock torero' os la puso Patricia Godes, y ayudó también a conoceros.

Tomamos una imagen castiza, de chulapos madrileños, le hicimos una canción a Juan Belmonte, un torero histórico, pero vamos, tampoco hicimos tantas canciones al mundo de los toros. El primer LP se llamó ¡Qué Dios reparta suerte!, pero tenía canciones muy variadas. También hablábamos de los héroes de la URSS, por ejemplo. Y lo del 'rock torero' a mí me pareció bonito porque nos desmarcaba. A principios de los ochenta los toros se pusieron muy de moda en Madrid, incluso entre la juventud. Veías a gente muy joven que iba a Rockola medio punky que iba a los toros, pero con el tiempo se ha producido un cierto rechazo. Ahora decir que te gustan los toros? Puedes ofender a alguien.

Hubo quien os criticó por resucitar a la 'España de pandereta' con eso del 'rock torero'.

Sí. La 'España de pandereta' se puede mirar desde muchos puntos de vista. Hay una 'España de pandereta' que también es muy culta y otra muy zafia y muy gañán. Nosotros procuramos coger lo mejor. No creo que hablar de Machado y Bécquer sea hablar de la 'España de pandereta'. Nos interesábamos por algo que nos tocaba muy de cerca y que otros grupos de adolescentes quizás no. Después, excepto canciones como La culpa fue del cha-cha-cha, estábamos más cerca de los Beatles que de Manolo Escobar.

La culpa fue del cha-cha-cha os permitió llegar al gran público. ¿Valió la pena?

Bueno, fue controvertido. Entre Ferni, Edi y yo hubo un poco de polémica con el tema. La canción es mía, letra y música, y recuerdo que cuando acabó la gira Edi Clavo se sentó a la batería y dijo: 'Bueno, vamos a dejar de hacer horteradas'. ¿Mereció la pena? Yo creo que sí, pero reconozco que no es nuestra mejor canción.

¿Gabinete aguantó hasta donde tenía que aguantar?

Sí, esa es mi opinión. Mis compañeros no lo vieron así. En 1998 grabamos un disco y ya para entonces los grupos de los ochenta habíamos pasado de moda totalmente. Además, sentía que la cosa había dejado de funcionar. Íbamos al local de ensayo y notaba aburrimiento y hastío. Llevábamos 18 años juntos, habíamos hecho cosas muy buenas, pero todo tiene su final en la vida.

¿Mantienes contacto con tus antiguos compañeros?

No. Yo tomé la decisión de romper el grupo para hacer una carrera en solitario y ellos no lo tomaron bien.

¿Componer te sigue costando tanto? Ya toca álbum.

Sí, estoy en ello, tengo a la compañía expectante. Sigo en DRO, que es un sello en el que estamos todos: Loquillo, Ariel Roth, Calamaro?, y conservan ese punto de respeto a los artistas. Me dicen: 'Mira Jaime, el momento es muy difícil, hay que sacar un disco redondo, confiamos en ti'. Ya tengo algunas canciones, pero las miran con lupa. Y en ello estamos. Si Dios quiere, para finales de año, en octubre, creo que estará listo.

Creo que tampoco te gustaba mucho lo de cantar, que fue una cosa de 'te toca a ti'.

Con Ejecutivos empecé tocando la guitarra, y sabía que podía cantar, pero, por timidez, no me apetecía ponerme ahí delante. Pero no me quedó más remedio, porque, visto lo que había, cuando hicimos Gabinete estaba claro que mis compañeros no cantaban nada, y ya que yo afinaba un poco y lo hacía medianamente bien, me decidí. Eso, sí, aprendí a cantar mucho después, haciendo muchas galas y tocando en muchos sitios. No te queda más remedio.

¿En qué momento dirías que está tu carrera ahora mismo?

En un impasse. Ante todo quiero sacar un buen disco. Lo sencillo entre artistas como yo es sacar un álbum que pase totalmente desapercibido, venda 3.000 copias y adiós. Servirá para que tus fans te sigan, como excusa para volver a hacer conciertos? Pero lo que quiero es sacar un disco que vaya un paso más allá, no que sea por obligación. Lo que pasa es que ya sabemos que este mundillo es muy jodido: la gente se olvida de ti rápidamente, pero creo que hay un prestigio, que hay gente que me quiere, que lo está esperando, y en eso me baso.