Desde el 15 de octubre de 2016, la galería Gilgenmann, en la ciudad alemana de Mendig (cerca de Bonn), expone en sus salas conjuntas la obra de dos artistas españoles, escultores y multidisciplinares: Carmen Baena, granadina y murciana de adopción, y Pepe Yagües, uno de los más internacionales artistas coterráneos.

La prolongación de la conjunta muestra de las obras gráficas y tallas de Baena y Yagües, dada la admirable acogida del público visitante, que no mermó en su asistencia a la exposición, nos ha motivado a hablar, a través de la distancia, de la belleza y expresividad en ambos artistas.

Con la delicadeza del bordado sobre papel, entre las aproximaciones de un Paul Klee o un Brancusi a los tornasolados, fríos y cálidos de un Oriente remansado, El hilo que nos teje nos desliza, sin notarlo, a un ámbito donde para la vista todo es calma, atracción equilibrada, armonía? Porque Carmen Baena, portadora de una sutil visión y corriente magnética, hace que el pan de oro, los hilos, papel, madera, acero, raíz, fotografía, pintura, colores? Eh quai! est sensible!, que decía el Pitágoras de Gérald de Nerval.

La simbología, la mítica y la naturaleza, la literatura -entre la realidad onírica y el sueño de la razón-, en La huella de Gulliver participan de un despliegue sensual de cuerpos y entelequias, seres imaginados, reales o posibles, en azules intensos y coloraciones prenatales; tauromaquias, monomaquias; fuerzas desatadas hacia la metalíbido, y calmadas en un olear parsimonioso: el de un mar cuyas fronteras proyectan el futuro, donde renace el pretérito fabuloso.

Con los textos literarios, poemas, anotaciones previas (en original castellano y traducción magistral al alemán a cargo de Úrsula Cramer) de Francisco Jarauta, Manuel Moyano, Rafael Hortal, Inma Pelegrín, Pepe Yagües, la galerista Ingrid Gilgenmann y de un servidor, el catálogo, espléndido, quedará para ser, un día, considerado como incunable.

Los testimonios de algunos de los admiradores de Carmen Baena y Pepe Yagües, de entre aquellos que han tenido la ocasión de ver la muestra alemana de las obras de la pareja de artistas, son unánimes: «Un regalo al arte, apabullante por su diversidad y belleza, luminosidad y capacidad lírica?» (estas son palabras textuales de dos viajeros afortunados, el arabista Robert Pocklinton y su esposa Teresa Vicente, poeta de la experiencia vital y el gusto artístico).

Esperanzados quedamos en que, a su debido tiempo, esta exposición de Baena y Yagües, sin merma del despliegue que la galería alemana Gilgenmann ha hecho posible, pueda ser acogida en alguno de nuestros espacios culturales; a veces, durante tiempo, exentos de auténtico contenido.