Schwarz abre una nueva etapa en la que el trío dirigido por Alfonso Alfonso afronta la pérdida de César Verdú (ahora en León Benavente) con la incorporación de Fran del Valle (también en Perro). Interesados en la 'energía libre' que se genera cuando suben a escena, Schwarz es un grupo de culto, aunque supongo que a ellos nos les convencerá mucho esto. No venden lucrativas cantidades de discos, pero, a cambio, dejarán huella en generaciones venideras. Nunca han sido un grupo comercial ni estuvieron de moda. Su objetivo es crear música distinta desde el principio hasta al final. Les acompañarán MOTT. Alfonso Alfonso nos lo aclara con un discurso lúcido.

Tras cuatro años de parón discográfico aparece Nación subterránea.¿Cuando decidiste volver a poner en marcha la maquinaria de Schwarz?

Después de finalizar la gira de Alquimística y de la marcha de César a Barcelona, no había planes para hacer disco nuevo, pero la banda tampoco estaba disuelta. Éramos una célula durmiente. Despertamos cuando Fran, en una conversación de bar (donde se toman las grandes decisiones), me manifestó su interés por tocar conmigo, así que el mérito hay que atribuírselo a él.

¿Cuál es el concepto de esa Nación subterránea a la que alude el título? ¿Qué es la 'nación subterránea', además de un homenaje al Archdrude? ¿Cuál es la relación con Julian Cope ?

La nación subterránea es aquella cuyas fronteras no están delimitadas en un mapa porque son interiores. Se extiende a lo largo de todo el mundo en un plano intangible, que es sin embargo más real y con más sentido que cualquier otro nacionalismo. Está poblada por un ejército de individuos que se reconocen inmediatamente aunque no se hayan visto nunca. La relación con Julian Cope es puramente conceptual: suyo es el nombre, y si es suyo es nuestro.

¿Este disco es un homenaje, una reivindicación, una declaración, o todo al mismo tiempo? A veces me da la impresión de que ves el rock como una religión. ¿Cuál es el la idea principal detrás de Nación subterránea?

Todos los discos, como toda obra creativa, son una declaración. Hay quien busca dirigirse a los sentimientos, lo que equivaldría a una declaración de amor. O quien busca transmitir ideas, lo que sería una declaración política. A estos dos tipos de declaraciones, que suscribo, a mí me gustaría añadir la declaración sensitiva, la búsqueda del goce de los sentidos. De este modo podría dirigirme por igual al cuerpo, a la mente y al espíritu, lo que constituye el ideal.

Nación subterránea se adentra en nuevos territorios. ¿Es este un disco de cambio? ¿En tu caso cada disco supone un cambio? ¿Qué creéis que aporta este disco a vuestra discografía? ¿Qué lo diferencia del resto?

Cada disco es un 'aquí y ahora', y nadie se baña dos veces en el mismo río, de modo que sí, cada disco es un cambio. Pero es un proceso natural, no hay ninguna intelectualización ni ningún análisis previo. Lo que aporta este disco a nuestra discografía y lo que lo diferencia del resto, más allá de los elementos externos como el cambio en la formación o la utilización de nuevo equipo, se deriva de que este disco responde a las inquietudes de Schwarz en 2016, y los anteriores a las del momento en que fueron grabados.

Hay mayor protagonismo de la electrónica, pero también hay elementos novedosos: congas, cencerros, güiros? Pensaba que tu ADN era del rock, pero ahora... Supongo que no os habéis alejado demasiado del rock cósmico.

Tomaré lo de 'rock cósmico' en su sentido más esotérico. Pero sí, al margen de que pueda haber percusiones latinas y elementos más o menos electrónicos, o de que yo tenga otro proyecto de electrónica pura y dura, yo vengo del rock y ahí están mis fuentes. Lo que pasa es que hay personas para las que el rock es únicamente aquello que se hace a base de riffs de guitarra eléctrica, y para mí es algo muchísimo más amplio. El rock es un género bastardo en el que la única regla es que no hay reglas, y creo que es esta mentalidad la que lo ha hecho dar sus mejores obras a lo largo de la historia.

Suena más instrumental que nunca. La comunicación no se hace solo de palabras. ¿Sobran las palabras? ¿Hay que pasar a la acción?

Me temo que en este caso la razón es mucho más prosaica: en el disco hay tantos pasajes instrumentales porque detesto cantar. De hecho, la idea original fue hacer un disco instrumental, pero las canciones no me lo permitieron, y ellas son las que mandan.

En estos últimos discos, además, vuestro sonido se ha ido oscureciendo. ¿Tiene esto una conexión con las letras y los temas de los que hablan las canciones? ¿Más politizado que otros discos?

Es muy posible, aunque no lo había analizado de ese modo. No planeo mis movimientos, simplemente me muevo. Pero me muevo dentro del mundo, y el mundo de hoy día no invita precisamente al optimismo. Y mi respuesta a este mundo cuya deriva no me gusta es la revolución interior, que indudablemente es la gran revolución pendiente. Así que no creo que este sea un disco más politizado que los anteriores, por el simple hecho de que mira más hacia adentro que hacia afuera.

¿Qué representa la portada del disco?

Pues sin querer escaquearme de la pregunta, tendrías que dirigírsela a Susana, que es la autora. Yo le doy alguna indicación general de lo que quiero, pero el artwork es cosa suya, y trabaja autónomamente.

El disco es una coedición entre Goecia, nombre adoptado para autoeditaros, y Verlag System. La magia de nuevo hasta en el nombre del sello.

¿Y qué es la creación musical sino conjurar demonios e intentar ponerlos a tu servicio?

¿En qué o quienes se han inspirado estas nuevas canciones? ¿Has utilizado citas de algunos autores para fortalecer tu discurso?

No hay una única procedencia de todas las canciones, eso sería un disco conceptual, y éste no lo es. Pero sí que buena parte de la inspiración viene de una concepción mágica de la realidad muy ligada al esoterismo y a la idea de ritual, como es el caso de Hashashin, El propósito es el fuego o Sator rotaS. También hay apuntes humorísticos como La mano convincente, cuya letra está basada en un monólogo de Gómez de la Serna muy ingenioso y que, además, se puede interpretar como crítica sociopolítica. Nunca hay que perder el sentido del humor.

En el personalísimo mundo de Schwarz, el orden es esencial. ¿Trabajas con muchas capas de sonido, incluso con tu voz?

El orden no es un punto de partida, sino algo que viene siempre a posteriori, y absolutamente necesario para un grupo como nosotros que, desde el punto de vista sonoro, tiene tendencia a añadir muchas capas, quizá demasiadas. Y te lo dice la persona que tuvo la responsabilidad de mezclar las 50 pistas de Hashashin. No, no estoy exagerando: 50. Buscar el espacio sonoro para tal cantidad de pistas es lo que yo llamo orden.

¿Cuál fue para ti el momento más difícil de Schwarz?

En tantos años como llevamos en esto, ha habido bueno y malo, como te puedes imaginar. Quizá el momento más crítico fue en 2008, después de hacer Heavengazers para Acuarela. Es la única vez que de verdad hemos pensado en abandonar, y se creó cierto malentendido cuando hicimos esta reflexión en voz alta. El paso que dimos a continuación nos insufló vida nueva: la autogestión. A partir de entonces empezamos a publicar nuestros propios discos y montar nuestras propias giras.

¿Cómo ha sido para ti hacer este disco? ¿Cuál es tu concepto musical en la actualidad? ¿Cuál sería vuestra máxima? ¿Has reforzado el line up para el directo?

Hacer este disco ha sido igual que hacer todos los demás. Con esto no quiero decir que no haya sido importante, todo lo contrario: todos han sido importantes y necesarios para mí. En todos he puesto todo lo que he tenido en cada momento, y he llegado tan lejos como mis habilidades y las de mis camaradas nos lo han permitido. La formación en directo la hemos ampliado con Miguel Ángel Orengo y Raúl Frutos a las percusiones, así que, al menos en Murcia y en todos los sitios donde sea factible, seremos un quinteto. No voy a negar que para mí es una perspectiva excitante después de tantos años de funcionar como trío.