­­«Hay que evitar que el feminismo se quede exclusivamente en las cátedras y en las manifestaciones puntuales. Es necesario feminizar las instituciones», tiene claro la escritora murciana y presidenta de la Asociación de Mujeres Jóvenes (Mujomur) Loola Pérez, que esta tarde presenta su primer libro, Suicida (no profesional) busca puente, en un acto en Ítaca (18.30 horas) al que asistirá el escritor Miguel Ángel Hernández, finalista del Premio Herralde de Novela.

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

Desde pequeña me ha gustado leer, pero pese a mi afición a menudo me encontraba con novelas y personajes que no tenían nada que decir con respecto a mi identidad como mujer. Sylvia Plath y Anne Sexton me abrieron un mundo de posibilidades, pero son todavía muchas poetas autoras las que siguen invisibilizadas. Las mujeres aparecemos en la cultura dominante bajo la mirada masculina. Están las musas, las víctimas, las malas, las locas, las santas y por supuesto, las putas. Son clichés arcaicos, pero que tristemente nunca pasan de moda. Yo quería crear un personaje capaz de trasgredir esas connotaciones, pero que además tuviera una historia que actuara como bofetada.

¿Qué hay de Loola en Doctora Glas, su ´alter ego´? ¿Y en SNP, la protagonista del libro?

Loola es como un juego de muñecas rusas. Es difícil conocerme y dejarme conocer. Cuando empecé a escribir el libro estaba en pleno descubrimiento de mí misma. Había comenzado a tener el control de mi cuerpo, de mi sexualidad, de mis decisiones y emociones. Quería romper con todo aquello que me limitaba: machismo, ideales de belleza, formas convencionales de vivir las relaciones afectivo-sexuales... Derogar mis miedos e inseguridades fue, asimismo, parte de esa evolución. Fue en ese momento cuando creé a Doctora Glas. Es una pose, un alter-ego que me permite ser políticamente incorrecta. S.N.P. es más íntima y oscura, refleja un conjunto de emociones humanas que experimenté durante un proceso de mi vida. Es circunstancial, al fin y al cabo, más allá de alguna reminiscencia biográfica, es literatura. Eso sí, cuando nos enfadamos la persona y el personaje, desatan el huracán.

En su libro habla de sexo sin tapujos. ¿Ha tenido que romper muchos tabúes internos para referirse con tanta libertad a eso?

Sí, muchos. Pero la ruptura más profunda ha sido en un plano social, dando la cara. A mí siempre me ha interesado la sexualidad y el género desde un punto de vista académico, dada su conexión con los discursos de poder. Cuando investigaba la representación pornográfica en la universidad había quien decía que era una llamada de atención, se jactaban de mí. Si hubiera sido un chico, nadie me habría acusado de algo similar. Hablar de sexo ni me convierte en una guarra ni en incompetente. ¡Por favor, superemos la Edad Media!

¿Es el suicidio todavía un tabú, en pleno siglo XXI?

Por supuesto. El suicidio y la muerte son hoy más tabú que la propia sexualidad. El sexo se ha democratizado, está en todas partes. En cambio, muy pocas personas son capaces de hablar de la muerte, de su incertidumbre y de los miedos y ansiedades que crea. Sabemos cómo follar, pero todavía no sabemos cómo sobreponernos a un duelo.

Los personajes masculinos que aparecen en el libro rompen también estereotipos en cuanto a la masculinidad. ¿Cree que los hombres están en crisis?

Ellos también se rompen, están cansados de disfrazarse de ´lo que debería ser un hombre´ diariamente. Quizá por esto cada vez más hombres se reconocen como feministas. No basta con la etiqueta, hay que cuestionar actitudes y transformarlas, tanto personales como con respecto a las mujeres. A los chicos todavía les cuesta comunicarse de forma significativa, relacionarse con nosotras desde un plano de reconocimiento e igualdad.