Luminosidad y naturalidad arquitectónica, en general captada de la belleza de fondo del objeto, que equivalen a diseños exquisitos, por los cuales la imaginación del espectador viaja seguro de encontrarse en la atmósfera de sus sueños. Conceptualismo pero de una abstracción palpable y visualización gozosa, reúne en su exposición, Natumática, el pintor y fotógrafo Luis Marino (Biblioteca General María Moliner. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. Hasta el 18 de noviembre).

La comisaria de la exposición, María José Cárceles, gran fotógrafa ella misma, explica en una diserta y bella página de presentación, que dicho título de Natumática es un acrónimo formado por la unión de las palabras ´naturaleza´ y ´matemática´. Y sigue: «En esta exposición se muestra la belleza de la naturaleza y la perfecta definición lineal de las matemáticas a través de tres conceptos relacionados entre sí: la sucesión de Fibonacci, el segmento áureo y el número de oro. Un cóctel que, mezclado con la investigación y el proceso creativo del artista, da como resultado una exposición original, inteligente y de gran belleza€».

Luis Marino, nacido en la mediterránea Mazarrón, es un artista visual y plástico de trayectoria internacional, cuyas creaciones, según siempre María José Cárceles, «van desde el tamaño microscópico hasta el gran formato€ Otra característica es la utilización de materiales autóctonos de los lugares donde desarrolla su investigación en cada nuevo trabajo, consiguiendo un maridaje perfecto entre la obra y el artista€»

En el año 1930, el lógico checo Kurt Gödel demostró un teorema, hoy conocido como ´el teorema de Gödel´, que según los estudiosos matemáticos, cambió el modo de entender la matemáticas, pues se afirma que siempre habrá problemas matemáticos cuya solución estará fuera del alcance de esos métodos de exactitud. Con lo cual, volvemos a considerar aquello que afirma la presencia de la intuición, dicha como un axioma: «La intuición tiene su lógica».

Y el artista está más cerca que otro cualquier mortal de esa consideración humana que es la intuición; esa consideración a la que opta plenamente el poeta, y, por supuesto, el poeta visual. Un poeta visual como es Luis Marino, por supuesto, con esta magnífica Natumática, a la que si intercalamos una ´n´ (con permiso de Luis y María José), resultaría un título muy apropiado para la exposición, tan luminosa como misteriosa, enigmática en su belleza. Natumática, es decir, naturaleza y mántica, magia.

Es un espectáculo de oníricos viajes, a través de escalantes y accesos lumínicos, a los interiores de materias que fueron en un tiempo remoto sensibles, existencias orgánicas, y que evolucionaron hacia la petrificación, por donde escuchamos la música, matemática extrema, del mar, a través del laberinto en espiral de una caracola.

La experimentación de la labor de Luis Marino con la materia no es ni más ni menos que una búsqueda de la esencialización en todo auténtico artista con los medios y modelos de que dispone. Autor de un filme galardonado, Marino como en su Phoenix es un continuo ´animatógrafo´ de sí mismo; está en cada una de sus obras, y detrás de todas. Y sus obras tienen la gracia de unos hipocampos, la rotundidad armoniosa de los fósiles y el acompasado deslizar de unas olas al lamer la playa.