Rufus Wainwright pasa hoy por Murcia tras publicar el pasado mes de abril el álbum Take all my loves: 9 Shakespeare Sonnets, que es la forma de evocar el cuatrocientos aniversario de la muerte del genial escritor, un disco que envuelve dramatismo, interpretación y musicalidad sinfónica. La carrera de Wainwright ha sido muy alabada por su atrevimiento ante grandes retos, como lo es pasar del pop al lirismo con proyectos tan complejos de realizar como atractivos. Esa personalidad estará esta noche en el Teatro Circo de Murcia.

Rufus Wainwright aclara en un cuestionario, de forma escueta pero intensa e interesante, algunas respuestas que describen su personalidad en el mundo de la música y de la interpretación y su relación con el público español. También desvela que la cercanía de las elecciones en Estados Unidos le produce inquietud; que tiene un montón de canciones pop preparadas y en cartera una ópera, Hadrian. «Me siento cómodo en el pop y en la clásica», afirma.

Cuando se le comenta que en España se recibió con expectación por su complejidad y atrevimiento el disco Take all my loves: 9 Shakespeare Sonnets, dice que efectivamente «España siempre ha sabido apreciar mi trabajo de una manera maravillosa». Y precisa que este disco, «sin arriesgarme demasiado, lo describiría como sonetos simplemente», dando a entender que son el armazón de la producción.

Esa amplitud musical suya que va de lo lírico/clásico al pop la explica diciendo que son dos mundos en los que se encuentra bien, aunque hay etapas en las que tiene que desenchufarse. «Me siento cómodo en los dos ambientes. La razón por la que fluctúo entre los dos estilos (clásico y pop) es porque una vez que ya he hecho pop durante un tiempo puedo llegar a cansarme, entonces cambio. Y después comienzo a tener la misma sensación de insatisfacción, así que vuelvo al pop», relata el músico.

De esa dualidad dan fe los distintos escenarios que va visitando por el mundo; uno de ellos, lo hizo meses atrás, fue el teatro Real de Madrid, un escenario muy operístico que hace que aumente su complicidad con el público español. «España ha sido siempre especial. Madrid siempre me ha cautivado, fascinado artísticamente. Siempre me siento sorprendido, porque todo el mundo es cálido y excitante. Es uno de mis sitios preferidos para actuar», desvela el músico y compositor, criado en Montreal, aunque nacido en Nueva York, y de familia de músicos -lo son sus padres y su hermana-.

Sobre su gira en España -en solitario, acompañado de un piano y una guitarra- comenta que sus conciertos son más o menos iguales de los que viene haciendo. «Ahora mismo se está viviendo un momento dramático con las elecciones en Estados Unidos. Así que mis conciertos tienden a reflejar lo que está ocurriendo en el mundo. Con la intensidad de las elecciones, son también noches intensas en el escenario», reflexiona el artista.

Volviendo a esa faceta suya tan productiva que lo acerca a trabajar al lado de grandes estrellas de la escena pop/rock, no duda en comentar que ha sido otra de sus grandes experiencias en su carrera y que se siente afortunado. Lo expone muy claro: «Yo tuve la suerte de haber tenido relaciones de trabajo con infinidad de músicos, de clásicos, durante muchos años. No sé por qué siguen pidiéndome que trabaje con ellos. Siempre siento que es como un sueño en el mejor de los sentidos. Al final del día nosotros sólo somos músicos que creamos experiencias mágicas», comenta respecto a sus colaboraciones con Williams y otros como Elton John, por citar dos de los astros con los que trabajó.

Y ya metidos en danza de creaciones, colaboraciones, giras y los distintos trabajos por los que siempre ha viajado Wainwright, se aprovecha la oportunidad para pedirle alguna pista de sus planes inmediatos una vez concluya esta gira de conciertos. «Sí, he escrito una pila grande de canciones pop y, además, estoy intentando completar mi segunda ópera, Hadrian», concluye este artista de talento mayúsculo.