Ángeles Caso (Gijón, 1959) hablará mañana viernes de su nuevo libro, Ellas mismas, autorretrato de pintoras -publicado mediante una campaña de crowdfounding- en el congreso de la UMU, pero también presentará este proyecto este jueves en el Museo Arqueológico de Murcia (19.00 horas).

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¿Cuál es la génesis del libro Ellas mismas. Autorretratos de pintoras?

Llevo toda la vida investigando. Acabé la carrera de Historia del Arte en 1981 y siempre he estado centrada en ello como actividad personal mía. Vi claro que, después de muchos años de investigación, tenía un tema importante: los autorretratos de las pintoras y el libro prácticamente preparado.

¿Hay algún denominador común en los autorretratos?

No, cada una eligió una manera diferente de representarse. Pero sí hay un denominador común en las pintoras a lo largo del tiempo: el interés por su propia imagen. Las pintoras se han autorretratado muchísimo más que los hombres. En primer lugar, porque necesitaban crear una especie de anuncio de sí mismas. Y en segundo, porque las mujeres tenemos una relación con nuestro cuerpo mucho más presente que los hombres. A nosotras el cuerpo nos recuerda constantemente su existencia en los ciclos mensuales, en el embarazo, los partos, menopausia...

Los performers que trabajan con su cuerpo desde los 70, con Abramovic a la cabeza, son sobre todo mujeres.

Eso es lo interesante. En el mundo del arte contemporáneo, las mujeres siguen absolutamente reflexionando sobre su cuerpo. Son hijas de estas pintoras. Es una tradición que viene desde la Edad Media. Los primeros autorretratos que conocemos son de monjas de los conventos medievales que se autorretratan en medio de sus manuscritos. A mí no me consta que haya monjes que se hayan autorretratado. Incluso la leyenda del origen del autorretrato se atribuye tradicionalmente a una pintora griega, Lidia de Cícice.

Cite el caso de alguna pintora que le haya llamado la atención.

Sofonisba Anguissola. Es una pintora italiana del siglo XVI que vino a España llamada por Felipe II. Estuvo trece años en la corte de Madrid. Retrató a toda la familia real y hasta hace 20 años en el Museo del Prado no había ningún cuadro de ella. Pero no es que no estuvieran sino que estaban atribuidos a los pintores de su época. Hay tres o cuatro cuadros del Prado que han tenido que ser devueltos a Anguissola y que estaban atribuidos a otros pintores. Es muy sintomático de lo que le ha pasado a otras artistas en infinidad de museos del mundo.

¿Volvería al periodismo?

No. El periodismo está pasando un momento horroroso. Se ha encontrado con una crisis profunda que tiene que ver con un cambio de usos por parte de los que leen, oyen, escuchan o ven el trabajo de los periodistas. Pero que también tiene que ver con que las empresas periodísticas no lo están sabiendo hacer bien y están tirando piedras contra su propio tejado. Nunca me he sentido periodista, nunca he hecho periodismo de trinchera. Yo he sido comunicadora, he trabajado algunos meses en la redacción de Cultura de TVE cuando dejé la pantalla. Pero no he sido una periodista de calle. No es lo mío. Mi mentalidad es más de historiadora que de periodista. Yo necesito tiempo para reflexionar y distancia. Y el periodista es lo contrario.

¿Ve un retroceso en la lucha de los derechos de las mujeres?

Sí. En este país, en estos últimos cuatro años, hemos dado un salto atrás de más de veinte en muchas cosas.

¿Qué mujeres visibles de la sociedad le están gustando?

Manuela Carmena y Ada Colau están siendo un ejemplo de dos maneras distintas de establecerse en una determinada posición. Me parecen dos mujeres muy valiosas. Una mujer que me parece que tiene muchas cosas que aportar y se la oye poco es la filósofa valenciana Adela Cortina.