Seis décadas después de su estreno en el teatro María Guerrero y su fulminante prohibición a la tercera representación, la obra Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre, vuelve al mismo escenario en una versión actualizada del director yeclano Paco Azorín, que le dota de un «nuevo optimismo».

Unax Ugalde, Jan Cornet, Julián Villagrán, Iván Hermés, Carlos Martos y Agus Ruiz toman el relevo a los inmensos Adolfo Marsillach, Agustín González y Fernando Guillén que participaron en el montaje original en esta producción del Centro Dramático Nacional, que se verá en Madrid del 7 de octubre al 27 de noviembre, antes de salir de gira y llegar al Teatro Circo de Murcia el 20 de enero.

Mientras Sastre ambienta el texto en una Tercera Guerra Mundial en la que un escuadrón de cinco hombres encaminado hacia la muerte se subleva contra su líder, Azorín se inspira en un cuarto conflicto planetario, convencido de que el tercero ya lo estamos viviendo, una especie de «guerra fría» generalizada. «La idea es que estamos en un momento de cambio, una bisagra de la Historia, y para que entre el hombre nuevo, lo viejo tiene que morir y con ello una serie de prácticas y maneras de entender al ser humano», explicó ayer en rueda de prensa el director. La intención de Azorín, impactado por el texto desde que lo leyó con sólo diez años, es «saldar una deuda» con una obra que ha corrido «una suerte extraña», ya que no ha sido representada en el teatro profesional durante todos estos años, aunque sí en el amateur.

Su versión actualiza ligeramente el lenguaje original para quitarle «la pátina costumbrista», de manera que da la sensación, explica, de que la obra ha sido «recién escrita», e incorpora poemas de Bertolt Brecht en las transiciones.

Azorín la describe como «una tragedia, pero al mismo tiempo un espectáculo luminoso y poético». La puesta en escena tiene un aire futurista, se desarrolla en un búnker que funciona como una olla a presión, donde los personajes se mantienen desconectados del exterior.

Más que de escuadra hacia la muerte, Azorín prefiere hablar de escuadra «hacia la vida» y recuerda que en las cartas de Petrarca al Papa el humanista italiano hablaba «del final de la humanidad», cuando empezaba el Renacimiento. «Me gustaría que el espectador salga del teatro pensando qué podemos hacer nosotros», concluyó.