«Mi trabajo consiste en hacer realidad lo que los músicos tienen en la cabeza». Así resume el productor murciano Raúl de Lara (1980) su trabajo como productor, gracias al cual 'ha dado a luz' grandes discos del panorama discográfico regional y nacional. El viernes ofrecerá una conferencia dentro del congreso Big Up! sobre Producción de directo. Una buena ocasión para conocer a este apasionado de su trabajo que ha trabajado con Second, Varry Brava, Noise Box, New Jungle y está ahora inmerso también en un proyecto para dinamizar los conciertos y las giras de grupos como Izal, Full o Nunatak, entre otros muchos.

¿Cómo se vive la música detrás del cristal del estudio de grabación?

Mi trabajo consiste en hacer realidad lo que los músicos tienen en la cabeza, materializarlo. Eso a nivel compositivo, pero también a nivel técnico para que todo encaje. Resuelvo en el estudio dudas y problemas que tienen los grupos a la hora de componer. Ellos son el 'padre de la criatura' y a veces les cuesta trabajo dedicir, porque todo les gusta aunque no vaya bien encaminado... y lo vivo buscando un poco el conjunto del todo, no que un músico o un instrumento destaque, sino que el grupo suene a grupo, a banda. Además, hay que pensar que la música es algo vocacional, la gente llega al estudio con mucha ilusión y es una alegría ser partícipe de todas esas ilusiones.

En el Big Up! va hablar de la Producción de directo, ¿en qué consiste? ¿Hasta qué punto es importante la puesta en escena?

Se trata de un proyecto pionero que estoy llevando a cabo, de momento se llama 'producción de directo', y era una idea que tenía desde hace tiempo en la cabeza. Hace un año empecé a ejecutarlo, porque he observado en las giras con diferentes grupos que el público ha ido cambiando, hace unos años a la gente le daba igual que hubiera o no espectáculo, pero ahora quiere cercanía, con el tema de las redes sociales, por ejemplo, el ídolo está más cerca del público y los espectadores quieren espectáculo. El objetivo de este proyecto es que el directo tenga un guion, como una película, en la que cuenten su historia, lancen su mensaje; al final el propósito es que el público no distraiga la atención y vea al ídolo dar su espectáculo. Esto conlleva estar pendiente de la puesta en escena, la parte técnica sin silencios incómodos, el vestuario, los diálogos y hasta el tiempo que se toca... Empecé con la gira de Izal Copacabana y ha ido muy bien, están llenando estadios y festivales. También lo puse en práctica con Carlos Vudú, Nunatak...y ahora estoy en la producción de directo de Varry Brava.

¿Y han ido bien? ¿Hace suyos los aplausos que reciben los artistas en el escenario?

Claro, yo en los estrenos de las giras voy de los nervios (risas), pero en todos los conciertos los grupos lo han hecho muy bien y la gente lo ha notado, se han ido contentos y eso hoy en día se ve en las redes sociales. Es un gustazo porque me doy cuenta de que no estaba equivocado, de que funciona y, lo que pasa al final, es que esto hace crecer la escena. En España hemos ido más flojos que los extranjeros en los espectáculos en directo, porque cuentan con grandes presupuestos y, aunque en mi caso está enfocado para el indie, la idea es que el grupo lo dé todo, y esto al final se traduce en aplausos y nuevos seguidores. Para mí desde luego es un orgullo.

¿Le ha pasado dar con un grupo, con un buen disco, detrás que no supiera después defender el directo?

Depende de cómo se enfoque el disco... Un grupo bueno en estudio se defenderá bien tocando, aunque se olvide de los detalles, y para eso estoy yo. Y un grupo con mal directo... pues con mucho volumen se suplen muchas cosas (risas).

Desvélenos algún truco más para suplir un 'mal directo'...

La decoración, el escenario, las luces también ayudan. No obstante, depende de los estilos. El indie de vieja escuela o el shoegaze requieren de alguna manera que el músico no sea perfecto en su actuación; eso forma parte del encanto de sus conciertos.

El Big Up! lleva por título general este año Soy músico emergente, soy emprendedor. ¿Hasta qué punto deben ser conscientes los artistas de que tienen una empresa?

Ese es el paso que hay entre el amateur y el profesional. Si no apuestas a nivel global, haciendo promociones o conciertos en días de trabajo, por ejemplo, difícilmente subes. Por eso es más fácil que grupos de gente joven puedan tener más éxito que músicos que tiene otros trabajos. Además, como banda deben concebir la importancia de la promoción, entre otras cosas, y dividir su presupuesto en todo lo que conlleva un disco nuevo. Si haces un gran disco pero no lo promocionas... nadie sabrá que existe. Yo suelo orientarles, pero es verdad que es ese aspecto en el que más verdes están algunos. A veces cuesta que conciban su importancia y, una vez que lo conciben, que lo ejecuten y lo pongan en práctica.

Ha trabajado con muchos grupos de la Región, ¿cómo ve la escena?

Yo llevo en activo como productor desde 2001. Entonces se llevaba mucho el new metal. Poco después empezó a haber un crecimiento del indie, aunque hay muchos estilos, este es el que más predomina o el que más se deja ver. Hay mucha calidad, parece que las nuevas generaciones vienen fuerte. Han crecido las bandas, los estudios de grabación, festivales como el Big Up!, los blogs, es decir, plataformas que ayudan a que la escena siga creciendo. Estamos en un buen momento con gente con muchas ganas. Yo estoy muy contento y orgulloso, porque conozco la escena de otras ciudades y aquí está perfecto, muy floreciente.

¿Cómo comenzó? ¿Cuando se convirtió la música en su pasión?

Esto se lleva dentro. Se lleva en la sangre. Yo cambié mi chupeta por un teclado a los cuatro años. Mi madre me prometió un regalo si le daba la chupeta y tuve mi primer teclado. Vivía en Alcantarilla y allí todos los niños escuchaban música y tocaban algún instrumento, si no, eras un pringado (risas). Poco después ya escuchaba a grupos como Police, Supertramp, Queen y luego todo tipo de música, porque he pasado por 'todos los palos'. Con once años empecé con la guitarra y a tocar en grupos, haciendo experimentos en equipos de música. Desde los trece sabía que me quería dedicar a la música, pero pensaba que sería tocando. Me encantó y aprendí mucho al pasar por el estudio de grabación. Con 19 años hablé con mis padres, que me ayudaron muchísimo, y monté un estudio en Totana. Era todo muy básico, pero yo creía en mí. Con 23 años ya estaba produciendo un disco de Second, aunque yo no lo sabía (risas). Fueron ellos los que me dijeron: «Esto que tú haces se llama producción». Y hasta ahora.

¿Tiene algún disco que recuerde con especial cariño?

Los de la primera época de Second, de 2005 a 2011, trabajamos mucho y quedaron muy bien. Tienen mucha parte sentimental que a mí me encanta y yo trabajaba con ellos de fábula. Con Noise Box hemos hecho grandes trabajos o el primero de Varry Brava, porque hicimos toda una oda a los ochenta y hasta el teclista de Tino Casal me escribió porque había escuchado las maquetas y había flipado de que siguiéramos con su legado.

¿Cómo se sabe ahora que un grupo realmente ha triunfado? Por venta de discos, conciertos, descargas ilegales, legales...

Quizá el triunfo más grande que he visto últimamente ha sido el de Izal. Ahora hay empresas que te promocionan y te ayudan a salir en los medios, pero lo más importante es el boca a boca. La gente va haciendo ruido y eso se convierte en más seguidores porque lo dice el público, no porque lo digan los medios. La clave es el pirateo también. La gente no compra discos, eso es una realidad, pero cada vez hay disponible más música, más influencias y las bandas se promocionan. Yo la piratería la veo bien, la gente sale más a tocar. Antes un grupo, como vendía discos, se quedaba en casa y hacía como mucho una gira.

Esa frase va a disgustar a unos cuantos...

Yo soy un artesano, no tengo mucho que ver con la industria y la gente me busca para dar color a sus grabaciones. Todavía no ha venido ninguna discográfica a decirme lo bien que lo hago. No tengo nada en su contra, pero es mi opinión y considero que la puedo dar.

Antes decía que montó su estudio y creyó en lo que hacía, ¿es la clave, creer en uno mismo?

Si un músico no cree en lo que hace, es imposible. Yo creo en mí, por supuesto que paso mis crisis, prácticamente en cada grabación, pero cuando vas arreglando problemas y crees en ti todo se soluciona.