«No era solo mi padre, sino que era un gran amigo». Parece un tópico, pero cuando Benito Rabal, el hijo del inolvidable Paco Rabal, lo dice al recordar a su padre, suena real, sentido. Benito adora a su padre, y lo hace en presente porque ese sentimiento no acabó hace 15 años, cuando la muerte se llevó de manera repentina al actor, sino que se ha mantenido con el tiempo y, previsiblemente, no acabará nunca. «Yo, además de ser su hijo, lo he conocido en el trabajo. Hemos sido compañeros de trabajo, he tenido con él una relación laboral, por lo que he podido ver cómo era en los dos ambientes. Mi padre y yo hemos sido muy amigos», comentaba ayer Benito Rabal, quien apuntó que el actor «fue un gran padre, aunque por trabajo no siempre estaba en casa».

Benito ama la obra de su padre, y es rotundo al apuntar que juzga su trabajo de manera objetiva: «Soy director, y analizar el trabajo de Paco para mí es como si un arquitecto evalúa lo que hace un albañil. Él era un actor muy versátil, y probablemente esto es lo mejor que aportó al cine mundial».

Repite en varias ocasiones a lo largo de la conversación esa palabra, ´ver-sa-ti-li-dad´. Y la esgrime como la mejor arma de Paco Rabal: «Era una persona que estudiaba mucho, aunque no pudo realizar una formación reglada, porque tenía una gran vocación y gran ansia de saber. Él se preparaba todos los personajes muy concienzudamente». No faltan ejemplos. Su filmografía es una suma de distintas personas con un mismo rostro que al inicio estuvo dotado de una gran belleza y que, cuando ésta le abandonó, seguía manifestando un brillo, tal vez de elegancia, una chispa de talento que era suficiente para que el espectador intentase parpadear menos ante su presencia. Paco Rabal «se convertía en el personaje, era cada vez una persona distinta, otra persona», añade Benito.

Un hombre inolvidable

Benito Rabal tiene la certeza de que la memoria de su padre no acabará diluyéndose con las nuevas generaciones: «Mi padre, gracias a Murcia, a Águilas, a la asociación Milana Bonita, que están empeñados en recordar a mi padre, y a nosotros, la familia, no va a caer en el olvido», afirma su hijo. «Ahora hemos donado todo el archivo audiovisual de la familia, y se está trabajando también para crear un centro de interpretación sobre él y su trabajo en Águilas», anuncia. «No se debe perder, porque era más que un actor: era amigo del último pescador y de gente como Cela o García Márquez», explica Benito Rabal. El legado de Paco no se resume, por tanto, a sus incontables películas, obras teatrales y series, la suya es una herencia humana. ¿Y a Benito? ¿Qué herencia le ha dejado su padre?: «Me enseñó respeto a las raíces y humildad. Él venía de orígenes humildes y, pese a triunfar, nunca lo olvidó». Seguía siendo Paco Rabal, ´Paquico, el de la Cuesta de Gos´. Y lo seguirá siendo.