¿Por qué escribir novela negra? ¿Qué le hizo decantarse por este género?

El caso era quedarse en vela. Como si en la mayoría de mis noches durante los últimos veinte años no hubiera sido ése el modus vivendi al que mi profesión de detective me abocaba. Fueron pues -en este empeño literario- las vigilias profesionales las que llamaron y trajeron a las vocacionales, las que me colocaron delante de un teclado y una pantalla, me robaron el poco sueño que me quedaba en el depósito, y me hicieron reflexionar sobre lo que yo era y lo que había aprendido investigando a y para otros.

Mencione un autor del género que podamos considerar de culto para usted.

Manuel Vázquez Montalbán con su personaje Pepe Carvalho, un detective al que le produce mucha pena la gente que no sabe comer, se compra la ropa en las rebajas, pero no escatima gastos a la hora de degustar un buen menú, sobre todo si lo prepara su ayudante y cocinero Biscuter. El mercado de La Boquería, las tiendas gourmet y los restaurantes -desde las tascas de barrio a los más exquisitos-, son lugares que frecuenta y disfruta a paladar abierto con su vecino Fuster con el que comparte mesa y mantel a horas intempestivas.

¿A qué personaje, policía o detective le hubiese gustado crear?

Al personaje que formé como un desafío que consistía en ejercer simultáneamente como detective tanto en la realidad como en la ficción, o, mejor dicho, en un territorio intermedio e indefinido entre ambas puesto que por pura cabezonería (o inocente arrogancia de principiante) me convertí en autor, personaje e inspiración de mis tres novelas. Quise contar cómo era la vida y obra de un detective de verdad, sus motivaciones y miedos, sus historias de amor y desamor, sus logros y fracasos; sin artificios cinematográficos ni alardes literarios, evitando tópicos y estereotipos manidos y trasnochados.

¿Prefiere la sangre o la psicología en sus novelas?

Lo primero que uno aprende agazapado en el asiento de un coche o tras el objetivo de una cámara fotográfica es que el mal y la mentira se encuentran en cualquier sitio («la mentira es necesaria para la vida»), y que no llevan disfraces sino al contrario, se empastan en los trajes de cualquiera, pobre o rico, loco o cuerdo y por supuesto, también en los nuestros y la violencia puede producir sangre o no. En mis novelas no aparece el típico cadáver, hay más muertos ´vivos´ de lo que creemos.

¿Algún arma preferida a la hora de matar?

Ninguna. Para matar lo más importante no es el arma, es dónde y cómo lo hagas

Valore la novela negra española frente a la de otros países.

Creo que hay un proceso creativo muy fuerte en nuestro país, pero no me gustan las comparaciones. Para llegar al público hay que invertir en recursos humanos, en publicidad, en vender un producto cultural que hoy por hoy no llega suficientemente a los lectores.

¿Qué le ha impulsado a asistir a Cartagena Negra, conocía ya estas jornadas?

Sí, por supuesto que las conocía. Mi impulso es el de mostrar la realidad de la profesión de detective privado en España, tan mitificada, lejos de la sordidez de un sabueso alcohólico que malvive chalaneando con secretos robados en los bajos fondos de Barcelona o Madrid. Porque casi nada de eso forma parte de nuestro ´aburrido y normal´ día a día, ¿o quizá sí?

¿Qué opina del boom de festivales negros que hay en España?

Yo no lo llamaría boom. Simplemente se está normalizando algo obvio, la cultura hay que llevarla a todos los sitios posibles, no solo a las ciudades de referencia de este país. Los lectores se lo merecen.

¿Hay algún tema que no trataría nunca en sus novelas?

Por suerte mi campo de actuación profesional me ha llevado a afrontar investigaciones sobre todo tipo de comportamiento humano, mi fuente de documentación es extensísima y no caben temas que no pudieran ser tratados, La vida no es como debería ni como nos gustaría. Es como es.

¿Cree que la realidad supera a la ficción como fuente de argumentos negros?

Como dice Paco Camarasa en el prólogo de mi segunda novela, los lectores de género negro somos algo especiales. Queremos que nos cuenten historias, diferentes, pero no mucho, a las que ya hemos leído. A esa ficción, poco a poco, han ido incorporándose matices, puntos de vista diferentes, nuevas formas de narrar la persecución de un delito, de un crimen. Porque en las novelas negro-criminales siempre hablamos de delitos, de crímenes y de investigaciones. La ficción debe seguir siendo ficción, y la realidad, a ser posible, también.

¿Qué le diría a un lector que no conozca su obra para que se acerque a sus novelas?

Mi nombre es Rafael Guerrero, de profesión detective privado desde 1992, contemporáneo pues de Sherlock Holmes y otros sabuesos del montón. Le informo de que un detective privado siempre está de guardia, por deformación personal, y sobre todo cuando le pagan, y en mis novelas me he permitido la licencia de contar cómo se resuelve un caso real por un detective de verdad.

¿Cuál es, si se puede confesar, el siguiente crimen que tiene en mente?

No lo puedo confesar. Solo puedo decir que tengan cuidado, ahí fuera está la realidad.