Ángel Mompeán no pudo elegir su profesión; estaba claro que sería carnicero. Nació frente a la puerta grande de la plaza de toros de La Condomina, justo al lado de la carnicería de toros de lidia, regentada por su familia, en la que comenzó a trabajar desde niño, cuando corría el año 1970. Estudió en los Maristas y mientras tanto trabajó en una tienda de ultramarinos el el mercado de Saavedra Fajardo. Su ruda apariencia no logra esconder un corazón de una enorme sensibilidad y amor a los animales y la Naturaleza. «Soy un ecologista infiltrado», asegura. Es autor del libro La carne que nos comemos, que ya va por su segunda edición y está ultimando su primera novela.

¿Qué querías ser de pequeño, Ángel?

Quería ser el personaje que cuento en mi próxima novela. En otra vida tengo claro que fui uno de los primeros tratantes de ganado, un ´gardian´ lo que aquí se conoce como mayoral. Muchas noches sueño con ese personaje y, en sueños, paso por sitios reales en los que no he estado nunca despierto. Son cosas de las que yo mismo me sorprendo.

No debe haber muchos casos de carniceros escritores, ¿no?

El 8 de marzo de 2016 publiqué mi primer libro, editado por Diego Marín, La carne que nos comemos, que presenté en Águilas de los que quedan muy poquitos ejemplares, y en septiembre lanzamos la segunda edición. Ahora estoy terminando mi primera novela que trata de las triquiñuelas de la madrugada de la espada negra, ambientada en una venta. En ella hablo del cordero segureño.

¿Qué opinas de quienes están en contra de las corridas de toros?

Pienso que hay mucho ecologista de fin de semana. En la fachada de mi carnicería pinté un toro que fue atacado por pintadas que decían ´toreros muertos´ y que yo borraba sistemáticamente. Un día apareció una pintada que decía ´toros vivos´ y me infiltré en un grupo de WhatsApp donde pregunté ¿si dejo la pintada no lo tocáis más? y así seguimos... y es que los toros tienen que estar vivos para matarlos en la plaza. Yo sería partidario de no matarlos durante la lídia del mismo modo que las banderillas actuales, que se parten al clavarlas, no hacen tanto daño al animal. Los animales han de ser felices durante su vida, no criándolos masificadamente. Siempre he dicho que la buena carne tiene que tener atardeceres... ese momento en el que los animales que viven en el campo miran el sol al atardecer y duermen placenteramente hasta el alba.

¿Es verdad que nos venden cola de canguro como rabo de toro?

El 90% del rabo de toro que nos venden es falso. Comemos rabo de añojo de buey europeo que fuera de España no se demanda. El tema de la cola de canguro fue una historia a partir de una sequía en Australia que tuvieron que sacrificar a 25.000 canguros porque se comían los cultivos y se metían en las casas. Algún listo dijo que las colas las vendían como rabo de toro, en cualquier caso es algo bueno, es un marsupial.

De puño y letra

"Sólo pensar en atardecer para madrugar y el día empezar. SÓLO POR HOY"

Grafoanálisis de Pablo Alzuagaray. Ángel es un individuo fuertemente inclinado al contacto con los demás; sin embargo, en su apasionamiento y calor humano puede oscilar entre dos actitudes extremas: por momentos ser una persona muy receptiva que deja abierta la puerta de su mente y su corazón, especialmente ante aquellos que cree le pueden enseñar algo nuevo... o pasar, sin previo aviso, a una actitud tajante, inflexible y combativa cuando alguien osa contradecir o poner en duda sus más caras convicciones. Los demás tal vez perciban a un tipo mucho más rudo de lo que él realmente se siente...

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