Allá por el año 2012, León Benavente irrumpió en la escena como supergrupo indie desconocido, pero con nombres curtidos en otras bandas y bajo la tutela de Nacho Vegas. Su debut homónimo, lleno de canciones que capturan la rabia y desazón de ahora, y su enérgico directo los están llevando a tocar en prácticamente todos los festivales del mapa, y la multinacional Warner los ha fichado. Ahora están petándolo con su segundo disco, y ya no requieren presentación. El murciano César Verdú, encargado de aporrear los tambores, al aparato.

Fue salir y besar el santo, como se dice. ¿En algún momento sentisteis eso que se conoce como el pánico al segundo disco?

Es inevitable sentir cierta presión a la hora de afrontar la grabación del segundo disco. El segundo trabajo define mucho la personalidad del grupo. Durante estos últimos años era muy común el comentario de la gente que se nos acercaba y nos decía «vais a tener muy difícil superar el primer disco», pero cuando nos metimos de lleno a preparar las nuevas canciones, teníamos claro que no queríamos vernos sometidos a esa presión, queríamos disfrutar del proceso de composición y probar nuevos caminos; no queríamos repetir la fórmula.

¿Os ha favorecido el momento para vuestras canciones contestatarias? ¿Qué fue primero?

La canciones surgieron en un momento muy determinado en el que se estaban produciendo muchos cambios a nivel político, social y personal, eso hizo que las letras hablasen de lo que vivimos los cuatro en el día a día y de lo que uno se encontraba al salir a la calle.

«Tengo la cara que me merezco, Tengo el país que me merezco.... / Hoy bien podría haber cambiado mi destino / y lo único que he hecho es emborracharme y ser un cretino...», ¿Es este disco fruto del tiempo que vivimos?

Del tiempo que vivimos y del que hemos vivido durante muchos años, desgraciadamente.

¿Habéis grabado las canciones pensado en el directo?

Después de 150 conciertos con la gira pasada, la banda adquirió una fuerza y una compenetración que queríamos ver reflejada en 2. Cuando grabamos el primer disco nunca antes nos habíamos subido juntos a un escenario a defender esas canciones. A medida que avanzaba la gira, los temas fueron cambiando, llegando a ser más enérgicos y potentes que en el disco. Nuestra intención es hacer canciones que luego disfrutemos tocándolas en directo y crezcan en cada concierto.

Estáis en todos los festivales, como Love of Lesbian, que reconocen que llegar al gran público ha supuesto un peaje con respecto al indie. ¿Os preocupa que ocurra algo similar? ¿Los indies os han vuelto la espalda?

Los cuatro músicos que formamos León Benavente vimos nacer el movimiento indie allá por los 90. Creemos que es una etiqueta que ha quedado obsoleta y que abarca a grupos muy dispares. Al final es todo muy confuso para el oyente. A nosotros nos interesa mirar más allá del indie. Cualquiera es libre de darnos la espalda, es inevitable que haya gente a la que no le gustemos y otros a los que sí.

¿Es imposible hoy para un grupo español abstraerse del hecho de que el entorno donde sonarán sus canciones será casi siempre un festival? ¿Hay discos y canciones para festivales?

España es un país con ciertas limitaciones a la hora de planear una gira por salas de calidad y extensa en el tiempo, y eso hace que los festivales formen parte necesaria a la hora de presentar el disco en directo. A nosotros nos gustan los dos formatos. En las salas hay más cercanía con tu público. En los festivales tienes la oportunidad de darte a conocer a gente que no te había escuchado antes y que, a partir de ese concierto, le empiece a gustar el grupo. Nuestras canciones están hechas para ser tocados en directo, ya sea en sala o en festival.

¿La gente ya no tiene el mismo interés que antes por la música, como dais a entender en Aún no ha salido el sol?

No creo que la gente haya dejado de tener interés por la música, lo que creo que ha sucedido es que una gran mayoría no escucha los discos como se escuchaban en los tiempos en que no había plataformas digitales y tanta oferta musical gratuita. El consumo actual es más inmediato, todo más masificado. Hay mucha gente que busca el hit y no le interesa tanto un disco entero. Eso no significa que a uno le sigan sorprendiendo canciones que descubre. Nosotros dedicamos mucho tiempo y muchos quebraderos de cabeza a que todo el conjunto del disco, sin que sea un disco conceptual, tenga un contexto; que las canciones formen un todo.

California muestra referencias tan dispares como David Foster Wallace y Triángulo de Amor Bizarro. ¿Os gusta jugar con referentes de la cultura popular?

Sí, en muchas canciones de León Benavente hay referencia a la cultura popular, también geográficas y de experiencias vitales. Es una forma de acercar las canciones al oyente, uno las puede hacer suyas y es más fácil identificarse con ellas.

En Tipo D hablais de tarjetas black, cargos públicos... ¿La fuente es la tv, los periódicos, el facebook o las conversaciones en los bares?

Creo que todas las experiencias que uno vive, más allá de lo que puedas ver o leer, son un buen recurso a la hora de componer una letra. Llevamos una vida en constante movimiento, algo que te aporta infinidad de experiencias, conversaciones, viajes a lugares que nunca habías visitado antes, y al final es imposible que esa realidad no se meta en las canciones y se termine hablando de ello.

¿Os sentís lejos del activismo militante de Nacho Vegas, al que habéis acompañado en directo?

Nacho es más activista políticamente hablando, pero igualmente nos sentimos muy cercanos, aunque tratemos los mismos temas de diferente forma.

Está claro que como León Benavente habéis cosechado un éxito de crítica y público muy superior al de vuestros proyectos anteriores ¿Os imaginabais algo así?

Para nada. Nunca imaginamos tal repercusión; es algo que nos hace muy felices, sobre todo después de patearnos este país durante tantos años... Parece que es verdad que al final tanto esfuerzo tiene su recompensa.