Todo está ya listo para vivir una semana apasionante en Lo Ferro. Cosechamos el esfuerzo de los 365 días del año, de 12 meses (y medio más que hubiera), cargados de ilusión, de pasión, de duende, de alma, de tesón y, sobre todo, de cariño, de anhelos cumplidos, con los que vamos a cabalgar toda esta semana con la gran familia, que lo es, de este Festival de Cante Flamenco, que ya alcanza su 37 edición.

El Balilla (Raúl), nuestro joven cantaor, ganador de certámenes, de devociones, de entusiasmos, armará mañana los corazones de los ferreños y de los aficionados para emprender un evento que es único en el mundo. Pocos como este Festival trabajan de una manera tan próxima a los flamantes valores, con un colorido y una musicalidad que se perciben en el interior y en los comportamientos de los aficionados: son, sin duda, auténticos profesionales que conocen perfectamente este arte milenario, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Tras nuestro joven artista, los dos primeros días nos vamos a dedicar a la docencia y a la difusión del arte flamenco, es decir, del cante, del baile, de los instrumentos, de las letras, de los sones, de la experiencia, del empuje y de la idiosincrasia de un compendio de palos y de talentos que ya tienen reconocimiento en las más grandes Academias del mundo, incluyendo los Conservatorios de Música y las Universidades, que han constituido Cátedras de investigación, de propagación y de defensa de esta Cultura.

Este año rendimos muchos homenajes, todos importantes. Nos acordamos de Madrid, de nuestra capital, que tanto y tan bien auspicia el flamenco, y le damos nuestra Medalla de Oro, el máximo galardón del certamen. Asimismo, convenimos acertadamente premiar al doctor Pascual Parrilla, alma de los trasplantes de órganos en el Hospital de la Arrixaca, en Murcia, auténtica referencia nacional, europea y mundial. Entre los personajes señeros, tenemos a nuestra escultora de cabecera, a Maite Defruc, a la que le damos nuestro reconocimiento y nuestros corazones.

No podíamos olvidarnos de los nuestros, de Juanito Valderrama, que defendió el Festival y creó paritariamente la ferreña, un palo único y bonito que merece ser mimado con nuevas letras. Su hijo Juan, de gira, con un estilo inconfundible, nos acompañará. Igualmente tendremos y reconoceremos con nuestra Medalla al guitarrista Paco Cepero, que nos quiere con locura, como nosotros a él.

Filo de los Patios, la madrileña Filomena Auñón Proy, estará presente en la apertura oficial de un festival que ve en las voces especiales sus mejores divisas. Es el caso. Por eso vuelve Miguel Flores, Capullo de Jerez, entusiasta de nuestra Peña, amigo y hermano, con quien aprendemos y pasamos tan buenos ratos. Este año se suma al elenco de artistas Antonio Cortes Pantoja 'Chiquetete', con su aureola tan especial, y el bailaor El Carpeta, de la estirpe de los farrucos, que mostrará por qué su familia tiene unas letras de oro en la historia del flamenco.

Todos ellos serán los platos fuertes para un menú extraordinario que se complementará con ocho cantaores que han llegado a las semifinales de los más de 300 que se han presentado, provenientes de tierras del Sur y de los que hemos de aprender lo mejor para que las escuelas que aquí ya están funcionando ofrezcan en el medio plazo los ganadores del futuro. Pasión y estilo no faltan.

En la memoria, este año también, nuestro querido Sebastián Escudero, que en la figura de su hijo, Mariano, nos diseña un camino adecuado.

Nada sería este festival sin los numerosos colaboradores. Todos son importantes. Me van a permitir, no obstante, que les cite a Paco Aparicio, mi alter ego, probablemente mi auténtico ego aquí, en este plano. Sin él yo nada podría. En paralelo, hemos de citar al personal técnico, al de mantenimiento, a los hacedores de un magnífico decorado, sin olvidar el apoyo de un Ayuntamiento que es pura emoción cuando defiende una iniciativa global.

Por supuesto, un proyecto de este calado tiene sentido por el público que asiste, que pregona a los cuatro vientos su ternura y su disfrute. Por él, ahora y siempre, haremos cuanto sea menester. Pues bien: Todo está a punto. Ya comenzamos. Las puertas, que nunca se cerraron, están más abiertas que nunca.