Supongo que el espectáculo nace de una conversación real.

Florentino Fernández (F.F.): Efectivamente. Salió de una conversación real en la que nos planteábamos volver o no, y cómo.

Dani Martínez (D.M.): Lo que podíamos haber hablado entre nosotros lo hacemos ante la gente.

Y lo llevan a la comedia.

D.M.: Él intenta ocultar que le va mal y yo lo mismo. «Oye, si volvemos es por ti», «No, es por ti». Explotamos todo lo que nos gusta hacer. Doblamos vídeos en directo, hacemos imitaciones, cantamos, interactuamos con el público, hacemos diálogos entre los dos. Es un espectáculo de tele llevado al teatro.

¿Ambos tienen el mismo tipo de humor?

F. F.: Totalmente. Tenemos un humor muy parecido, hiperrealista, que se quita los corsés de quedar bien, ser políticamente correcto. Hablo con él como con mi hermano. Y nuestras vidas son opuestas: yo casado y con un hijo y él soltero y sale de fiesta cada dos por tres. Y nos llevamos diez años. Pero en el sentido del humor conectamos.

D.M.: Un humor incluso negro, a veces (ríe).

F.F.: Bastante (ríe).

¿Cómo plantean la interacción con el público?

D.M.: Es como una fiesta con el público. Paseo por la platea entera y eso crea una tensión a los dos mil que hay de 'me lo va a decir a mí, no mires'. Es muy divertido.

F. F.: Decidimos que bajara Dani por su físico, que es bastante mejor. Yo estoy en el escenario como de aparcacoches.

Se dice que en España predomina el humor de tartazo.

F. F.: Nuestro humor era de tartazo en los años 70, 80, y ha ido evolucionando. El cine que se hace en Francia, Estados Unidos o Latinoamérica tiene más de tartazo que el nuestro, que es más hilado. El sentido del humor de los españoles es muy de reírse de la otra persona, aunque seas como ese mismo del que te estás riendo.

D. M. Reírnos del prójimo gusta mucho en este país.

F. F. En el show queremos que no sea nada gratuito y todo lleve un hilo. En él pasamos por diferentes tipos de humor.

¿Cómo viven los momentos de parón laboral?

D. M. Actuando en bares y orquestas de pueblo aprendí que, si eres todoterreno, sobrevives mejor. Siempre he presentado, actuado, hecho tele y radio. Si solo haces tele y no sales un año, desapareces para el público. Y con la radio, el teatro o escribiendo me siento realizado, no necesito la fama de la tele.

¿Qué es lo peor de su trabajo?

D. M. Buscar la fórmula para enseñar lo que tienes. Una tele tiene muchos filtros, de una productora, una cadena, el tipo de público, necesitas un hueco para tu idea. A veces tienes una idea cojonuda y te dicen que no es el momento.

F. F.: En el teatro dependemos más de nosotros mismos, pero en televisión es más complicado. Mandas una idea sobre humor a un ejecutivo que igual no tiene sentido del humor. Si le mandas el guión 700 de El Informal te diría: «¿Pero esto qué es? No tiene sentido. ¿Un policía negro, ahí, gritando? ¿Pero esto qué mongolada es». Pero defendiendo lo tuyo es como vas a ser más feliz. Independientemente de que ganes más o menos siempre vas a estar realizado.

Parece que el humor se va al minimalismo. Primero los monólogos y ahora los youtubers...

F. F. No es ya el humor. YouTube respira libertad. Hay mucha más libertad allí y en las redes sociales que en la televisión. Internet nos ha pegado un adelantamiento por la derecha de quinta a fondo.

¿Qué roles adopta cada uno en el espectáculo?

D. M. Hay parejas que tienen un listo y un tonto. Aquí vamos intercambiando. El otro día me dijeron que lo bueno es que los dos sabíamos perder y ganar.

F. F. Lo que nos mola es hacer reír, no tenemos un afán de estrellismo, de hacerle sombra al otro. Cada uno explota sus recursos y los complementa con el otro.

D. M.: Muchas veces, cuando improvisamos, se la pones en bandeja al otro para que se luzca. Al final el triunfo del otro es un triunfo.

F. F.: Y no se suelen juntar cómicos para hacer un show. A nosotros nos mola ganar pasta pero también pasárnoslo bien. Es muy triste ir solo a actuar. Ganas la mitad, pero a nosotros nos gusta más.

¿Cuáles son los puntos fuertes con los que se complementan?

F. F.: Dani está bueno y es guapo, y yo como lo que me parece.

D. M.: Nuestro punto fuerte es que los dos somos grandes improvisadores. Él dice algo que no hace gracia y yo lo recojo y hago un chiste, ninguno deja al otro vendido.