En Rumba a lo desconocido, publicado cuatro años después de Estopa 2.0, José y David Muñoz recuperan la rumba, el rock y el sonido inconfundible que corean las miles de personas que acuden a sus conciertos. Un sonido, «el de lo orgánico y la marchilla», como dijeron en su presentación, en el que se sienten muy cómodos.

¿Cómo ha sido ese ´regreso´ a la rumbarock de Estopa?

Es el género con el que nos sentimos más cómodos, la rumba con tintes de guitarra roquera, aunque es algo que no se elije, porque las cosas son como van saliendo. Hemos hecho discos con otro sonidos, nos pusimos más investigadores y queríamos experimentar, pero esta vez nos ha salido un cancionero con temas muy nuestros.

Pero sus canciones siempre han sonado muy a Estopa...

Hombre, nunca hemos hecho una polca ni cosas que estén muy fuera de nuestro estilo. Experimentamos dentro de lo que nosotros somos... Para nosotros era fundamental que este disco se pudiera tocar en directo. No tiene sentido grabar con 25 guitarras eléctricas y después salir a tocar con una, porque es imposible llevar a tanta gente y porque sonaría horrible; la gente sabría que falta algo y que el disco no suena igual que el directo.

Presentan el nuevo disco, pero será inevitable repasar sus grandes éxitos, ¿no?

Es inevitable y recomendable. Vamos alternando las del nuevo disco y los otros éxitos y a mí me gusta, porque no chirría, puedes tocar Vino tinto y después Pastillas para dormir y el concierto no se viene abajo, sino todo lo contrario, se viene arriba y es una satisfacción saber que sigues haciendo buenas canciones y que siguen gustando.

Han retrasado su concierto por la final de la Champions y van a instalar una pantalla gigante, ¿son futboleros?

Es que es una putada... por mucho que podamos gustar, yo no iría al concierto si no puedo ver la final. Me gusta el fútbol, así que lo entiendo perfectamente, hemos retrasado el concierto y vamos a instalar una pantalla gigante para que los aficionados puedan ver la final y no se pierdan ninguna de las dos cosas.

Dice Jordi Évole en la web de Estopa que no se les ha subido el éxito a la cabeza, ¿cómo lo han conseguido teniendo a miles de personas coreando sus canciones en los conciertos?

Pues te bajas del escenario, te metes en el coche, llegas al hotel y se te olvida. En el escenario tienes que llenarte de luz, estar chulito, pero cuando te bajas tienes que tener claro que ya no eres el puto amo, aunque hayas podido creértelo arriba. Solo es un espectáculo, es un ritual y me encanta esa comunión con el público porque es muy positivo, pero después los egos se tienen que quedar en el escenario y tú volver a ser tú mismo, olvidarte de que había miles de personas coreando y de que seguirán escuchando, cantando y comprando tus canciones, porque te volverías loco.

Rechazan hacer canción protesta, pero en temas como Gafas color rosa sí hay crítica social, ¿es inevitable tal y como está el país?

Yo nunca haría canción protesta, porque es una responsabilidad muy grande y yo no soy tan grande como para eso. En canciones como Gafas color rosa sí hacemos una crítica hacia el pueblo, porque deberíamos quitarnos esas gafas mágicas que nos hacen que veamos todo normal, las bajadas de sueldo, el bajo presupuesto en educación, que haya gente que no paga impuestos... y eso sí que no es normal.

¿Vamos sin rumbo?

Vamos sin rumbo, pero no debemos olvidar que vamos todos en el mismo barco.

¿Y hacia dónde pone rumbo Estopa?

Hacia lo desconocido... Nuestro rumbo es muy fácil: escribir otra canción. Sólo pido eso.