Diana Al Azem reconoce que mientras escribía Cardamomo lloró en muchos momentos, "sobre todo de rabia", por lo que está ocurriendo en Siria, un país que siente el suyo, escenario trágico de la novela que acaba de publicar, una historia de amor bajo el terror de las bombas.

Una novela escrita, a pesar de todo, "desde la serenidad", destaca en una conversación telefónica con Efe desde Murcia, donde es profesora de secundaria en un instituto, esta granadina hija de española y sirio.

Su padre, nacido en Hama, una ciudad situada en el centro de Siria, al norte de Damasco, cercana a Homs y Alepo, y escenario en 1982 de una intentona golpista de los Hermanos Musulmanes sangrientamente reprimida por el régimen, viajó de joven a España para estudiar medicina en Granada. Aquí se quedó, aquí se casó con una española y aquí fue padre.

Ya jubilado -"compró una casita en Damasco para pasar temporadas, deseo que no ha podido ver cumplido"-, en cierto modo inspiró a su hija el personaje protagonista de "Cardamomo" (Suma de Letras), Sam Lawson, un médico australiano recién licenciado que decide cambiar una vida cómoda y resuelta en Sidney por el infierno de un país en guerra.

En Damasco, en uno de sus mercados, donde regenta una humilde tienda de especias, conocerá a Nour, jovencísima huérfana al cuidado de dos hermanos pequeños y de una anciana y enferma "madre de leche", que conquistará su corazón.

Por vez primera en su vida, escribe Diana Al Azem, Sam siente que "sirve para algo más que para colocar prótesis mamarias (sus padres, también médicos y millonarios, tienen una próspera clínica de estética en Sidney) o estirar el pellejo de una cincuentona".

Bajo el estallido de las bombas terroristas que causan innumerables víctimas, muchas de las cuales pasan a diario por las manos del joven doctor australiano, Sam y Nour vivirán su historia de amor.

"El personaje de Sam -relata Diana Al Azem- está un poco basado en la imagen que yo tengo de él (su padre). La de una persona generosa que, por su profesión, ayuda a otras que sufren. Me apetecía que el protagonista fuera médico".

Como Sam, hay ahora "muchas personas" en Siria. "Todos esos médicos que decidieron quedarse. Por desgracia, algunos perdieron la vida. Tienen un valor inmenso, porque la mayoría de la población ha huido, nadie se atreve a quedarse".

Entre los huidos, entre las víctimas del "primer éxodo televisado de la historia", están gran parte de sus familiares. "Unos están en Arabia Saudí, otros en Jordania, Líbano,... Los casados con ciudadanos europeos han tenido más fácil salir del horror. Los más mayores continúan allí. No se han atrevido, no han querido dejar su casa". Algún familiar "lejano" vive, incluso, en un campamento de refugiados.

La publicación de Cardamomo -los beneficios de su venta se destinarán a ayudar "a los sirios que lo están pasando mal; es mi obligación", subraya- coincide con la llegada de los primeros refugiados acogidos en España. "Insuficiente (su número) en cualquier caso. Se puede y se debe hacer mucho más, muchísimo más".

Diana Al Azem, que habla con sus alumnos, a los que enseña inglés, de lo que está ocurriendo en Siria, considera que "los españoles" están "a la altura de la tragedia, quieren ayudar", a pesar de las reticencias y las trabas impuestas por otros países europeos. "En situaciones extremas -dice convencida- sale lo mejor del ser humano".

La maternidad y el progresivo empeoramiento de la situación en Siria -"tengo pasaporte español, pero allí me consideran ciudadana siria. Siempre me he sentido de los dos países", comenta- le han impedido viajar al país donde pasó muchos veranos en su niñez, adolescencia y juventud. "Llevo diez años sin ir", apostilla.

De religión musulmana, reniega de la interpretación del Islam que hacen los radicales que han convertido Siria en un infierno. "El Islam nunca persigue el mal, nunca pretende hacer el mal. No están haciendo ningún favor a los que llaman sus hermanos. Hay que combatir su fanatismo".

Pesimista en cuanto al futuro político en Siria, "una solución a corto plazo no la veo, por desgracia", la autora de "Cardamomo", su primera novela publicada con una editorial potente -otras dos anteriores se las autoeditó-, concluye sus reflexiones en voz alta con una petición a los gobernantes europeos: "Abran las puertas a los refugiados. No miren para otro lado".