¿Cómo nació la Orquesta Árabe de Barcelona?

Llevamos ya doce años y hemos sacado tres discos. Comenzamos como un trío de culturas, la española, la marroquí y la griega, aunque hemos tenido una baja y ahora estamos la española y la marroquí. La idea es hacer música, pero sobre todo, con el objetivo de utilizar ese lenguaje universal para lanzar un mensaje de convivencia, amor y paz; defender nuestra cultura tal y como es y no tal y como se habla de ella, solo con palabras negativas.

¿Ha sido fácil llevar ese mensaje al escenario?

El camino no ha sido fácil, pero creo que cuando tienes un objetivo claro, vas dando pasos y eso es lo importante. Nosotros hemos actuado en el Auditorio de Barcelona, lo que fue un hecho histórico. Se supone que el Auditorio es un lugar lleno de lujo y que no está abierto a todo el mundo; al colectivo árabe no se le ocurriría ir, pero nosotros conseguimos congregar a familias marroquíes y españolas y para mí fue muy importante, porque se aumenta su confianza y su autoestima al integrarse y porque les demuestras que no sólo tienen que ser agricultores y albañiles, también pueden ser cantantes, ingenieros o arquitectos como cualquiera de sus vecinos.

Hoy se habla de inmigrantes y de refugiados...

Ante el tema de los refugiados no haría falta lanzar ningún mensaje, porque debería estar muy claro. Países como España, que tuvieron que huir de una guerra, deberían entenderlo mejor que nadie. Yo hablo con mucha gente de ONG y otros voluntarios, que han estado en Grecia esperando pateras y confirman que no hay ningún representante de los gobiernos ocupándose del problema. Por eso siempre digo que no deberíamos esperar a que los gobiernos hagan algo; nosotros somos el gobierno, cuanta más fuerza tengamos, más podremos hacer.

Volviendo a la música, fusionan jazz, raï, flamenco, ¿beben de todas las culturas?

Nuestra identidad es que somos árabes, marroquíes, mediterráneos, catalanes, españoles y europeos y todo esto está en nuestra música. Cuando estaba en Marruecos solían invitar a las fiestas a grupos españoles de flamenco, es un patrimonio tan bonito que lo siento como mío y no sólo de un país, por eso está muy presente en nuestra música. Hemos colaborado con numerosos músicos europeos, porque no quiero cerrar fronteras, sino trabajar con músicas de todo el mundo.

¿Qué le pide al público?

Por un lado, disfrutar y, en este contexto de las tres culturas, mostrar que igual que hace siglos vivían en paz, también se puede vivir ahora, queremos lanzar un mensaje de que se puede vivir en armonía.

¿Cómo se ve desde el escenario ese mestizaje de culturas que dice que hay entre el público?

Es muy bonito, no sólo en el escenario, en el mercado, en la calle... Tengo dos hijos pequeños y tienen amigos chinos, negros, musulmanes, pero ellos no hacen divisiones. Eso es precioso. Cuando lo ves desde el escenario sabes que tu mensaje está llegando, que la música está ahí como lenguaje universal y que la diferencia hace la riqueza.