Ni siquiera los dos años de éxito de la gira La deriva de Vetusta Morla pueden hacer olvidar a los miembros de la actual banda señera del indie nacional que trabajan «con material muy efímero». «Por muchas máquinas y personal humano que muevas, todo desaparece en horas. Aunque lo repitas día tras día, sabes que se va a acabar. Todo el circo desaparecerá y en la siguiente gira tendrás que empezar casi de cero», afirma el guitarrista Guillermo Galván durante una entrevista junto a dos de sus seis compañeros: David el Indio (batería) y Pucho (vocalista).

Eso fue lo que les llevó a Memoria instantánea (Temas de Hoy), la plasmación de su último tour en «un puzle de miradas, sensaciones y reflexiones que no sigue necesariamente un orden cronológico» y que requería estos meses transcurridos desde su finalización para que cogieran todo su sabor.

Guillermo, junto a Álvaro Baglietto y Juanma Latorre, presentarán este miércoles el libro en la sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Murcia, a partir de las siete de la tarde.

«La deriva nos ha abierto muchísimas puertas. A nivel artístico yo personalmente estoy muy orgulloso de lo que ha sucedido y ya poder plasmarlo en el disco en directo y en la película fue una consecuencia bonita», comentó Galván durante la presentación del libro en Madrid.

Cientos de escenarios y una decena de países pudieron disfrutar de esta gira, que hicieron posible más de 150 trabajadores, como quedó patente en sus tres primeras actuaciones en el antiguo Palacio de Deportes de Madrid, con una concepción global de espectáculo que puso de manifiesto más que nunca su alto nivel de autoexigencia.

«Somos muy perseguidores de la exigencia. Somos un grupo muy idealista o romántico que parte de una idea y que todo el trabajo que hace va encaminado hacia su plasmación», reconocen.

De alguna manera puede palparse en esta obra, que se nutre del trabajo colectivo de «seis seres humanos que conviven», de esperas en hoteles, en aeropuertos y en asientos de furgoneta, «en tránsitos físicos, pero también personales».

Al vocalista, Pucho, le regalaron una cámara instantánea y empezó a investigar con ella sin un propósito cierto, solo el de «tirar cartuchos». Pronto vio que había una intención en las fotos, como un «diario de sensaciones» en el que cabían hasta cumpleaños familiares. No pretende caer en el cliché de «lo que no se ve en la gira de Vetusta Morla», previene Pucho, aunque en esta obra hay espacio para los grandes momentos y también para los malos. «Álvaro tuvo una enfermedad durante varios meses que le hizo pasarlo muy mal y que nos tuvo sufriendo mucho con él; nos hizo plantearnos muchas cosas», afirma Galván.

«Lo más importante es que sabemos de dónde venimos. No hemos dado un petardazo ni nos hemos convertido en algo que no éramos de un día para otro. Cada paso ha ido ligado a lo que somos. Nunca nos hemos visto en un periódico de forma que no nos reconociéramos. Por ejemplo, con esta Memoria instantánea, hemos dicho: 'Ahí estamos después de la gira y todo lo que hemos pasado'», concluye.