Músico, cantante, productor, columnista, custodio del blues, acólito del punk, actor ocasional y ahora escritor de novelas, Julián Hernández, líder de Siniestro Total, es una de las voces más lúcidas de la farándula en este país.

La gira se titula El mundo da vueltas. ¿Se trata de una afirmación o es una pregunta que os formuláis?

Es una afirmación. Sabemos que mucha gente cree en una Tierra plana, centro del Universo, alrededor de la cual gira el Sol. Puede que sea así, pero en este caso, y por cuestiones poéticas, hemos decidido estar un poco de acuerdo con Copérnico y sus colegas. Y así se llama la gira, la canción y el vinilo de 10 pulgadas que saldrá en breve con ocho canciones.

De lo incómodo, de lo rebelde del rock, se ha pasado a estudiarlo en las universidades, a hacer masters para entender y racionalizar el negocio de la música. ¿Qué diría Zappa de todo esto? ¿Y Julián?

Zappa ya dijo de todo como si tuviera una bola de cristal. Pocos han analizado la industria de su tiempo ?y anticipado la de hoy? como él. ¿Y qué dice un servidor que pueda enmendar la plana al maestro? Pues bien: poco. La música canalla del siglo XX, la que nació en prostíbulos y antros de mala muerte (el jazz, el blues, el rock, el tango€), al final acaba aceptada en ámbitos, digamos, de la Alta Cultura y las Buenas Costumbres. El rock no ha muerto: simplemente tiene síntomas de deterioro neuronal y vive más cómodo en otros sitios como el cine, los cómics, los videojuegos€ Lo curioso es que en España se pueden hacer tesis doctorales sobre el rock y su circunstancia, pero la música es una asignatura condenada a desaparecer de los planes de estudio en todos los niveles. Somos así.

¿Eres de los que creen que en España la música no ocupa el lugar que le corresponde? ¿Por qué?

Lo que te decía. La idea de que España es un país muy musical porque tenemos el flamenco es una mentira como un piano de grande. Los himnos de los equipos de fútbol suenan invariablemente MUY desafinados en los estadios; no así en los estadios ingleses, por ejemplo. La puntilla se la dan las autoridades en materia de educación y las de Hacienda con ese 21% de IVA. Destruir es fácil. Andar de nuevo lo desandado va a costar generaciones.

Habéis vuelto al underground, ¿Os sentís cómodos?

Nosotros no nos fuimos nunca de eso tan etéreo que es el underground: nunca fuimos un grupo mainstream de ventas masivas. Pocos grupos de rock han dado tal pelotazo, que conste. Insistimos: la música en España (el rock, pero también el jazz, la música contemporánea, el folk y demás) es una parte despreciada de la cultura en general. Y mira tú que toda la cultura lo tiene crudo en estos días€

¿Qué os ha llevado a ir publicando singles poco a poco? ¿Es la forma de trabajar hoy?

-¡No! ¡Era la forma de trabajar original del pop y del rock en los años cincuenta y sesenta! Hemos recuperado el hábito de los Beatles: vamos publicando singles y luego los juntamos en álbumes. Cualquier otro sistema se nos antoja una pérdida de tiempo. Además, como lo hacemos nosotros solitos y sin contar con discográficas, podemos hacer lo que nos da la gana.

La industria musical parece que vivió por encima de sus posibilidades. ¿Qué se ha hecho mal?

Uno solo de los coches de los ejecutivos que había en la puerta de nuestra discográfica de los noventa valía más que todos nuestros instrumentos y amplificadores juntos. Eso ya daba una pista. El tiempo ha hundido el sueño de vender millones de discos. Y era cuestión sólo de eso, de tiempo.

Desde la editorial hablan de Sustancia negra como neodadaísta. En tu libro hablas del derrumbe de la sociedad Occidental... No es nada fácil de definir el argumento. ¿Puedes hacerlo para que nos hagamos una idea?

Lo de ´neodadaísta´ lo pillaron de una definición que usamos siempre para Siniestro Total. Supongo que esas cosas se detectan en todas las cosas que hacemos. Pero ya lo resumes tú: es la historia de la caída de Occidente, si acaso en paralelo con una terrible aventura de secuestro y tortura hasta la muerte. Si a eso le añadimos sexo extremo y delirios infrahumanos con música y drogas, tenemos un poco la definición de la novela. La libertad que me dejó Espasa (y Belén Bermejo, la editora de ficción) me dio alas. Sólo puedo estar agradecido.

Siniestro nunca se ha ido, pero muchos otros grupos de vuestra generación se han ido y han vuelto (Los Enemigos). ¿La nostalgia vende? ¿Cómo ves desde fuera la nostalgia ajena?

¡Nuestro gran error! Deberíamos habernos disuelto a principios de los noventa para volver ahora en loor y olor de multitudes. Véase el caso de 091: en su día ni caso, y ahora llenan tres días en Madrid. Yo no metería a Enemigos en este saco, pero la nostalgia ?no nos cansaremos de repetirlo? es un sentimiento reaccionario, y ejercerla como anzuelo es una trampa paralizante. Cada uno es muy libre de hacer lo que le dé la gana, pero a nosotros no nos verás en algo tipo El Crucero Ochentero, por ejemplo. Defectillos que tenemos€

La última vez que os vi presentabais Country & Western. En aquella ocasión disteis un concierto en dos bloques: las canciones nuevas y las antiguas. ¿Seguís con este esquema?

No tiene sentido en esta gira. Estuvo bien hacerlo con aquel esquema (que, por cierto, les copiamos a Barricada), pero ahora vamos metiendo y sacando las canciones que publicamos en función de los intereses ´narrativos´ del repertorio. Además, la línea entre temas nuevos y antiguos no está muy clara después de más de tres décadas metiendo ruido.

Algunas de aquellas canciones siguen vigentes, como Alégrame el día. ¿Cómo la veis ahora que empiezan a prohibirse las corridas de toros?

A lo mejor no es tan buena idea prohibir los toros; simplemente retirando el dinero público que se destina a las corridas, caería todo por su propio peso. Es una cuestión más de dignidad humana (hacer de la sangre un espectáculo es algo muy feo) que de maltrato animal, que de ese vamos sobrados en este país bárbaro, ignorante y cruel. La utilización política de la tauromaquia como signo de ´identidad nacional y cultural española´ es bastante patosa. Mala imagen para la maldita Marca España, nos tememos.

En 1997 grabasteis la canción Joder, Cristina, en la que le cantabais a la infanta: «Joder, Cristina, suéltame a la vida». ¿Tiene relectura esa canción con los acontecimientos actuales?

Si es que teníamos que haber montado un gabinete de videncia en TV en vez de un grupo de rock, hombre. Habríamos ganado mucha más pasta sin ninguna duda. Ahora casi parece que la canción está narrada por Iñaki Urdangarín en primera persona€

¿La corrección política acabará matando al rock and roll? ¿Ha desaparecido el humor en el rock actual?

Confundimos educación y corrección política con ñoñería. El humor es un sistema operativo y los gallegos lo utilizamos en la vida cotidiana constantemente (la famosa retranca). Escribir algo sobre lo que sea no significa necesariamente que se compartan las ideas del narrador, ya sea en primera o tercera persona. Si entendemos esto, todo es válido. Y no sólo el rock tiene estas tribulaciones: gente como Wyoming y Reverendo o Javier Krahe estarían en la misma tesitura.

¿La música se ha hecho incómoda para el poder o la industria musical se ha vuelto más conservadora?

Para el poder, lo que hagan sus súbditos no sumisos siempre va a ser incómodo. Que la industria musical (o lo que queda de ella) sea conservadora no es una novedad: siempre lo fue. Un síntoma curioso es que antes se preguntaba a los políticos por sus preferencias musicales. Ya no se hace porque es obvio que van a hacer el ridículo más espantoso, y no tienen cojones para decir que a ellos la música ni fu ni fa (ni sol, ni la, ni do sostenido€).

La gira comenzó el 1 de abril en Madrid. ¿Cómo está trascurriendo? ¿Estáis adaptando el repertorio inicial?

Estamos encantados. Llevamos varios conciertos y creemos que el esquema funciona. El maravilloso público, guapísimo e inteligentísimo, que acude en masa a las salas se convierte en compinche necesario. En festivales al aire libre habrá que reducir la duración: por ahora, nosotros erre que erre.

¿Vuestro público ha crecido con vosotros? ¿Incorporáis un público más joven a vuestros conciertos?

Si no hubiera gente joven, ya no estaríamos aquí. Los mayores se quedan más cerca de la barra y la chavalada está más en primera fila. Ya vamos viendo a padres de nuestra edad acudiendo con sus hijos a los conciertos. Cuando acudan los nietos, empezaremos a preocuparnos€

Estamos -o mejor seguimos- asistiendo a la idealización de los 80. En tu libro "¿Hay vida inteligente en el rock and roll?" ya vislumbrabas esto y hacías un retrato desapasionado de la 'movida madrileña'.

Algo te decía antes a propósito de la nostalgia. La Cultura de la Transición está siendo analizada desde otras perspectivas que no sean la idealización de un tiempo lleno de unicornios rosas. Pasaron cosas muy buenas, eso sí, pero la utilización de lo políticamente útil es un poco, ¿cómo decirlo?, perverso: la generación en el poder era joven en los ochenta y, claro, barren para casa recordando los tiempos en los que follaban y se lo pasaban pirata.

Visto con la perspectiva del tiempo, ¿Qué fue eso de la Movida? En dos palabras...

¡¿Dos palabras?! Lo que en principio se llamó Nueva Ola se fue al carajo cuando pasó a llamarse Movida. Más que describir, haría falta una decisión firme. Para eso sí que hay dos palabras a propósito de tanta Movida y tanto coñazo: ¡basta ya!

Te has subido al escenario para acompañar a la Real Filharmonía de Galicia en la interpretación de "Frankenstein!" ¿Cuál fue tu papel como moderno Prometeo?

La idea vino de Diego García Rodríguez, director de orquesta y sin embargo amigo. Traduje el texto de HC Artmann para la obra de HK Gruber, y me puse a estudiar como un loco la partitura para cantarla. Es una colección de poemas sobre mitos infantiles y de la cultura popular, pero especialmente crueles, sanguinarios y repletos de referencias sexuales. Fue terrible a la vez que fascinante. Nunca había hecho nada parecido. A través del director francés Diego Masson, sabemos que a HK Gruber le encantó lo de que un cantante de rock interpretase su obra. Esto es porque la escribió para cantarla él mismo, que no es cantante sino contrabajista. Todo un lujo. La haremos más veces si el tiempo y la autoridad no lo impide.