Junto con María Estuardo y María Antonieta, Juana la loca es uno de los personajes que Concha Velasco siempre ha querido interpretar, un sueño que hace realidad con Reina Juana, que representa hoy y mañana en Murcia, y que para la actriz «es lo mejor que me ha pasado». Juana «es algo especial, es la historia de España, del siglo XVI, con todo lo que ha supuesto incluso hasta el día de hoy», comentó antes del estreno en Sevilla la actriz, que ha seguido las indicaciones de Gerardo Vera. Gran conocedora del personaje, Vera también le ha hecho «saber más, indagar y buscar libros y no solamente aprenderme el texto maravilloso escrito por Ernesto Caballero».

A Concha Velasco no le gusta hablar de su personaje: «Me es difícil hablar de ella porque lo estoy viviendo», asegura. Ella lo vive, lo siente y reconoce que lo mejor que le ha podido pasar en la vida es ser actriz «porque puedo vivir otras vidas. Mi vida corriente es bastante normal y en el teatro puedo vivir plenamente personajes tan extraordinarios como el de Juana».

Juana es una mujer encerrada en una fortaleza desde que cumple 23 años, embarazada de su Catalina, hasta que muere con 76 años. Nunca quiso confesarse ni renunciar a su corona y la acción de este oratorio se sitúa en el momento en que la reina sabe que va a morir y hace una confesión en la que repasa toda su vida.

Aunque enfrentarse a un monólogo es duro, a ella no le importa «porque me gusta ser la protagonista. A mí me ha costado mucho trabajo hacerme mayor como mujer, cosa que he tenido que admitir; me ha costado más envejecer como mujer que hacerme mayor como actriz y siempre he querido ser la protagonista», confiesa.

La puesta en marcha del proyecto ha provocado que actriz y director se «enamoren». «Estoy enamorada de Vera, sueño con él y si lo hago bien será gracias a él. Hace mucho tiempo que quería trabajar a sus ordenes, antes le admiraba pero ahora no sabes hasta qué punto», confiesa la actriz.

Para Gerardo Vera, con Concha no solo hay complicidad, «hay amor, hay respeto; cuando veo lo que hace en el escenario no puedo dejar de emocionarme, cosa que no me suele pasar». «Me transforma -añade el director- en un espectador y los ojos se me llenan de lágrimas. Estoy asistiendo a un milagro como actriz, como persona, como personaje, casi como una leyenda. Todo lo que ha hecho a lo largo de su carrera está ahí».