«Cómo los dioses habitan en el cielo, o cómo los presos languidecen en cuevas olvidadas bajo tierra, o cómo la pasión nos pueden elevar, o cómo el amor nos puede arruinar, o cómo nadie necesita una buena persona en este mundo, o cómo reina el engaño, o cómo la gente vive en apartamentos, mientras los niños se marchitan en campos de refugiados, o las formas en que todos tienen que volver de nuevo al desierto, o cómo día tras día nos vemos obligados a desprendernos de nuestras personas queridas. El teatro puede decirlo todo». Esta es una de las muchas frases del manifiesto que, con motivo del Día Mundial del Teatro, ha escrito el maestro y director de teatro Anatoli Vassiliev. Y esta fue una de las frases que se leyó ayer en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia (ESAD), que ha adelantado la celebración -oficialmente el 27 de marzo- por coincidir con el Domingo de Resurrección.

A lo largo de la mañana, alumnos y profesores participaron en diferentes actividades, que comenzaron con la representación de La tempestad de Calibán, Trínculo & Stephano, una obra basada en La tempestad de Shakespeare y en la que participaron Sara López, Silvia Pérez, Paula Périz y Sergio Ros, bajo la supervisión de la profesora Esperanza Viladés. A las puertas de la ESAD, en la plaza de los Apóstoles de Murcia, se congregaron tanto estudiantes de la Escuela como vecinos de la ciudad, que más tarde asistieron a la presentación del libro de Cristina Pina, El teatro en Murcia bajo el reinado de los primeros borbones (1700-1807), y de una exhibición de acrobacias a cargo de numerosos alumnos del profesor Paco Alberola.

Con la directora de la ESAD, Sonia Pina, como anfitriona de los actos y con la presencia del director general de Universidades, Juan Monzón, los asistentes también escucharon completo el manifiesto de Vasiliev, un bello texto dirigido a espectadores y profesionales, que habla de la necesidad de un teatro «que permanece siempre diferente, teatro de muchos tipos diferentes» y alienta a participar en él para tener la oportunidad «más preciosa que tenemos en nuestras vidas vanas y apresuradas». Pero, también deja claro este año el director ruso el teatro que no necesitamos: Ni «un teatro de políticas ratoneras» ni un teatro «de terror cotidiano».