El zaragozano Sergio Algora murió en 2008, meses antes de cumplir los 40 años, al infartarse su corazón mientras dormía. Algora dejó tras de sí numerosos escritos pero, sobre todo, un buen puñado de discos con las bandas El niño gusano, Muy poca gente y La costa brava. También dejó marcada en la memoria de quienes lo trataron la impronta de su personalidad. La narradora Aloma Rodríguez (1983), autora de Los idiotas prefieren la montaña -que toma su título de un relato de Algora-, trabajaba de camarera en el bar de copas del músico, el Bar Bacharach, un templo de la bohemia noctámbula de Zaragoza. Años después, a modo de exorcismo, Rodríguez ha hilvanado este libro de recuerdos, en el que, a través de imágenes que se van asociando libremente en su memoria, teje y desteje los contornos de un personaje que sin duda llamará la atención de no pocos lectores.

Una elegía contenida que vale por un retrato generacional.