Hace casi un siglo que el comediógrafo Carlos Arniches criticaba la sociedad de los años 20 en Los caciques, una obra ambientada en una ciudad imaginaria con un alcalde corrupto que se representa hoy y mañana en el Teatro Romea de Murcia. El director de teatro murciano Ángel Fernández Montesinos, que ya recreó en 2001 el montaje tradicional de Los caciques, llevado al María Guerrero en 1962 y 1972, dirige ahora este montaje desde una visión más moderna que él ha adaptado en colaboración con Juanjo Seoane y que agotó localidades durante su representación en el teatro madrileño.

«Todo está actualizado para que conecte con el público que todos los días desayuna con esta noticia», reconoció el director durante la presentación de la obra el pasado mes de octubre en Madrid, en la que confesó que no le gustaría que dentro de veinte años alguien hiciera Los caciques porque siga de actualidad. La trama de la obra versa sobre una pequeña ciudad imaginaria de España en la que un partido político y su alcalde llevan más de treinta años ejerciendo el caciquismo y la corrupción, y a la que de repente llega un inspector del gobierno que debe analizar las cuentas al que también quieren engatusar para que ignore las corrupciones de la localidad.

Una comedia de enredo que encuentra en el humor el hilo conductor que elabora la crítica social y que se complica cuando llegan a la ciudad un sobrino y un tío del inspector del gobierno para pedir la mano de la sobrina del alcalde y les confunden con el propio inspector, dando lugar a todo tipo de malentendidos. «Solo hemos prescindido de lo accesorio, de lo que está hecho para prolongar la función, pero no de la trama ni de los mejores diálogos», explicó Fernández Montesinos, decano de los directores teatrales del país, quien señaló que ha mantenido las partes más «satíricas e irónicas» de la obra.

Con música de pasodoble, esta versión de Los caciques mantiene el mensaje inicial de Arniches en conjunción con la agilidad y el ritmo actual que aporta el apoyo audiovisual de Álvaro Luna, y la escenografía y vestuario de Alfonso Barajas, con el cambio de libros de cuentas por ordenadores, por ejemplo.

Además de Marisol Ayuso como protagonista, el elenco lo completan Juan Calot como el alcalde, Fernando Conde en el papel de falso inspector, Oscar Hernández, Alejando Navamuel, Raúl Sanz, Juan Jesús Valverde, y los jóvenes Víctor Anciones y Elena Román. «Yo soy una que está casada con un corrupto, un concejal de un ayuntamiento, don Gonzalo -a quien da vida Juan Jesús Valverde-. Y yo pues disfruto, como todas las mujeres de estos corruptos», apuntó con sorna Ayuso, quien entre risas reconoció que tiene «muchas referencias» en las que fijarse.

La obra concluye con una reflexión del protagonista: «Los españoles no seremos felices, hasta que no acabemos de una vez para siempre con los corruptos».