Quizá porque considera que «nos queda poco hueco para decir lo que pensamos» y que «todo está diseñado para apagar la voz de la gente», Lidó Rico ha dado un paso más en su relación con el espectador, que necesitará mucho más que la vista para adentrarse en la exposición ¿A partir de cuántos nudos puedo navegar?, que inaugura el próximo miércoles en el EMAT (Espacio Metropolitano de Arte de Torrent), donde se podrá visitar hasta el 28 de febrero.

Hacía años que el artista yeclano no regresaba con una exposición individual a Valencia y en esta ocasión lo hace en un gran espacio -más de 500 metros cuadrados-, por lo que lleva alrededor de un año trabajando con el comisario de la muestra, Guillermo Espinosa, para que las piezas inéditas de Lidó Rico lleguen con toda su fuerza al espectador. En esta ocasión, el público contemplará seis obras nuevas, dos de ellas de gran formato.

Paramentes, expuesta en una gran pared y formada por respaldos de silla desde los que podrían saltar al vacío pequeños personajes que ya había utilizado en los noventa y que regresan como metáfora del hombre que no quiere crecer, que miran al vacío sin saber si adentrarse en él.

También se encuentra Mute, 400 rostros con cremallera ubicados en un cubo dentro de la propia sala. El espectador podrá abrir las cremalleras y escuchar diferentes historias y diferentes sonidos. Desde latidos del corazón hasta diálogos del interior referentes a la existencia, la violencia, la felicidad, el sexo o el pánico, según adelanta Lidó Rico (Yecla, 1968). «Hablan desde Putin a John Lennon y todo parece un caos, pero todo tiene un orden» en estos rostros de Rico seriados. «La relación simbólica con el espectador ya no es solo la vista, ahora debe interactuar y estas piezas te generan tales sensaciones que es lo que estaba buscando: es una exposición que 'te toca'», explica el autor.

También se encuentran piezas de pequeño formato, un vídeo y guiños tanto a sus anteriores exposiciones como a las que están por venir, ya que, como avanza Rico, se encuentra trabajando con neurocientíficos para sus próximos proyectos.

¿A partir de cuántos nudos puedo navegar? es una pregunta que Lidó Rico escuchó en las playas de Cádiz hace veinte años y, como se confiesa «un fetichista de las frases», le ha surgido ahora para hablar de muchas otras cosas, como su propia travesía en el mundo del arte, o como una invitación al espectador para que navegue por cada una de las obras.

«Llevo treinta años trabajando a vela por pura pasión, saliendo adelante por la fuerza y por las ganas que le pongo; no navego a motor y esa es la metáfora de mi propia trayectoria», explica el artista yeclano, que tras tres décadas sin dejar de crear confiesa su gran decepción. «El mundo del arte es una mentira total, por lo que las certezas se dan si trabajas; porque todo está diseñado para que tires la toalla y te sientas muy pequeño», lamenta. Pero cuando tienes la necesidad de crear, cuando una pieza te lleva a otra y aprendes «a no confiar en todos», ya no puedes parar y puedes mantener tu independencia, sea quien sea el que quiera marcar las pautas.

«Yo trabajo con un material que es química -Rico realiza sus piezas reproduciendo su propio rostro o su cuerpo a través de un peligroso proceso creativo donde el artista se sumerge literalmente en la materia para darle forma-, y tengo que espiritualizar esa química para que aturda al espectador y, si lo hace, si le genera emociones, consigues ese milagro, ya que cuando tu obra tiene ese punto de espiritualidad es porque tiene verdad y ahí no puedes mentir», reflexiona Rico.

Así, cuando los espectadores se adentren en la sala del EMAT de Torrent, podrán descubrir una metáfora de la vida, del tiempo, de lo impredecible y «del milagro de la propia vida». Quizá el mensaje no llegue a todos, porque Lidó Rico reconoce que «somos animales de costumbres» y a muchos «les cuesta aceptar la novedad». «Pero hay que detenerse, hay que ver, hay que mirar, y descubrirán en estas piezas un espejo en el que prolongar su propio ser», asegura convencido de la capacidad del arte para conmover.

Lo que tiene muy claro el artista yeclano es que «el arte no es para cuatro, el arte es para la gente y puedes abrirles nuevos caminos y abrirles la mente; no hace falta que hayan estudiado bellas artes para tener sensibilidad y eso es lo que, al menos yo, siempre voy a defender». Lo hará, insiste, «desde la pasión» y rechazando «lo cómodo» para continuar navegando a vela en busca de preguntas y respuestas.