Cristina Rosenvinge presentó el sábado 19 con su banda Lo nuestro, cerrando el ciclo Otras Músicas del Auditorio Regional. En la nota promocional, escrita por ella misma, habla de «romanticismo industrial».

¿Qué intenta sugerir con Lo nuestro?

Aunque las canciones forman un conjunto, salen de sitios muy diversos. Hay canciones que hablan de la inercia social desde distintos puntos de vista. La crisis económica ha traído también una crisis de identidad de la que quería hablar de alguna manera. Luego hay canciones más emocionales y sensuales como La muy puta o Balada obscena.

Lo nuestro es su disco de sonoridad más cruda y visceral. ¿A qué se debe el cambio? Define el sonido de este disco como romanticismo industrial. ¿Por qué?

Porque las letras tienen un lenguaje poético pero hay mucho sintetizador y bases programadas, así que los arreglos son fríos. El contraste entre una cosa y otra me parecía necesario para que no fuera cursi.

Ha cambiado varias veces de piel musical. ¿Necesita de esos retos para seguir adelante?

En realidad lo que ocurre es que cada disco lo grabo en circunstancias distintas. También me gusta tener que aprender cosas nuevas. Me mantiene en forma.

Fue grabando las canciones en un Ipad y haciendo todos los arreglos ahí mismo. ¿Qué le interesaba más de esta nueva grabación?

Sobre todo romper con la línea intimista de los otros discos. Resumiendo mucho. Quería hacer ruido otra vez. El ruido estimula y te devuelve la energía. Quería hacer canciones potentes para directo. Incluso las baladas suenan mucho más intensas.

Parece que se distancia de la temática pop que glorifica la juventud eterna.

Hace tiempo que me distancié de eso. El pop es un género bastardo que admite todos los estilos y todas las edades.

¿De qué habla Alguien tendrá la culpa? ¿Es una manera de hacer una canción protesta sin serlo del todo?

Es una canción protesta reflexiva. Para criticar el sistema hay que ser consciente de que uno forma parte de él. Lo otro es ingenuidad. El sistema es un monstruo con muchas cabezas, y conocerlo de verdad es muy difícil.

En Romeo y los demás hay alusiones a un historial sentimental. ¿Se ve dando detalles sobre rupturas e infidelidades como ha hecho Kim Gordon en su libro?

Me parece admirable que se haya mostrado de esa manera. Creo que sobre todo ha querido escribir un buen libro sobre lo que significa su experiencia y lo ha conseguido. Yo sería incapaz de ser tan explícita.

En su canción La muy puta deja claro que le preocupan la muerte y el paso del tiempo... ¿Tenía necesidad de escribir una canción así?

Es un exorcismo. No conozco a nadie que no tema a la muerte. Pero la canción sobre todo es un canto a la vida. Si no me sintiera tan furiosamente viva no me atrevería a burlarme de la muerte.

La tejedora es un tema sobre la maternidad inspirado en una obra de Louise Bourgeois. Las arañas están presentes en toda su obra (ojo, la de Bourgeois). ¿Qué significado tiene para usted?

La tejedora está inspirada por Maman, la escultura que Louise Bourgeois hizo para el Guggenheim de Bilbao. Es una canción que habla del sacrificio, de la renuncia que se autoimponen las mujeres ante sus hijos, sus parejas o en su vida profesional, tejiendo una red de afectos en la que una misma se queda atrapada. Creo que hay dos fuerzas, una exterior en forma de inercia social (hay roles asignados para cada sexo) y otra interior, que confundimos con instinto maternal que se unen para que esto suceda. Creo que la entrega incondicional es una trampa. Cuidar de los demás no debe implicar sacrificar lo propio.

Ha iniciado una nueva etapa con El Segell. ¿Qué ofrece, aparte de ilusión, para que tantos artistas hayan decidido acudir a ellos?

Son unos entusiastas. Hacer un sello ahora es un proyecto realmente romántico. No ven la música como un negocio, sino como una misión.

Ha hablado de los patrocinios de marcas, dejando ver que gracias a las cerveceras ha pagado el disco. También de las subvenciones. Es un asunto complicado. ¿Cuál es su posición?

La música está sobreviviendo en parte gracias a las cervezas, que están detrás de muchas cosas. Se puede mirar como una especie de mecenazgo. El mecanismo por el cual la música se sujeta económicamente ya no funciona, así que se abren nuevos canales, pero lo que hace mucha falta es una estrategia de política cultural para que esto funcione a largo plazo.

También le ha dedicado una canción al inventor Nikola Tesla, Pobre Nicolás. ¿Cuál ha sido el motivo?

Es una figura trágica, pero al tiempo muy romántica e inspiradora. Su historia es fascinante. Un verdadero visionario del que hay mucho que aprender. Podía visualizar inventos maravillosos e imaginar el futuro, pero no sabía manejarse con el presente. Murió arruinado y solo. Leí sus ensayos y su biografía y la canción salió sola.

¿Ser músico en España y sobrevivir es muy complicado?

Ahora mismo sí. Y lo peor es que eso está desalentando a las nuevas generaciones. Es mucho más difícil vivir de ser músico ahora que hace diez años. Mucha gente con talento está buscando otros trabajos.

¿Cuál es su secreto para mantenerte a flote?

El mismo para todo. Ser muy flexible. Adaptarme a lo que hay.

Lo que te falta, ¿habla sobre Gran Hermano, Google espiando todo?? ¿Cree que estamos viviendo esa distopía en este momento? ¿Hay cosas que le preocupan más ahora mismo que lo sentimental?

En un momento en que parece que Facebook y Google lo saben todo de nosotros, creo que en realidad la verdadera personalidad de cada uno está más oculta que nunca. La identidad virtual es una ilusión. Es un juego de espejos que deforman el cuerpo como la casa de la risa. Nuestra soledad está superpoblada. Tengo fe en que los que han nacido con esto van a saber defenderse. Ya les veo mucho menos fascinados con el invento de internet, no se dejan dominar tan fácilmente.

¿Qué versión de Christina vamos a poder escuchar en su concierto?

Tengo una banda muy sólida. Son Emilio Saiz, Juan Diego Gosálvez y David T Ginzo. Las canciones suenan más intensas que en el disco y para los temas de otros discos hemos hecho nuevos arreglos. Es una versión más ruidosa y más dramática de lo habitual, incluso bailable por momentos.