Han pasado unos cuantos años sin que Miren Iza diera noticias al frente de su proyecto, Tulsa; un periodo de silencio que afortunadamente llegó a su fin con la publicación este año de La calma chicha. Algo tuvo que pasar cuando Miren anunció que Tulsa dejaba la actividad, pero Ignonauta fue el aldabonazo definitivo a su relación con el sello Subterfuge y supuso el comienzo de algo nuevo.

En 2011, Miren Iza anunció que Tulsa se tomaba un largo descanso porque se iba a vivir a Nueva York. Afortunadamente, su ausencia no se ha dilatado demasiado. En 2013 ya editó el EP Ignonauta, banda sonora del corto del mismo título, cuyas tres canciones resultaban ser una prolongación natural de Espera la pálida.

Sin embargo, La calma chicha discurre por otros derroteros. Con coartada también cinematográfica -ya que el disco surge a la par que el filme de Jonás Trueba Los exiliados románticos (del que se encargan de la banda sonora)-, cambian los habituales ropajes musicales. Su querencia por la americana y el country-rock de factura clásica basado en las guitarras se ha trocado en un pop electrónico confesional y vaporoso, que puede llegar a recordar ligeramente a La Bien Querida e incluso a la Javiera Mena más otoñal.

En paralelo a este cambio de textura, la temática habitual de Miren también ha sufrido una cierta metamorfosis. Si su obra anterior estaba vertebrada en torno al deseo y el despecho, a los que se sumaba la vaga sensación de catástrofe inminente en Espera la pálida, La calma chicha, aunque no es un álbum tan plácido como el título pueda dar a entender, sí que dulcifica su contenido.

«Cuando el viento no sopla, en el mar reina la calma chicha y el movimiento se convierte en una ilusión. En este estado de calma chicha, en esa espera, a veces plácida y a veces tumultuosa, se ha tejido un disco con espíritu artesanal y cálculo milimétrico». Así explica, como si hiciese falta una explicación, Miren Iza el nuevo y tercer disco de Tulsa. La verdad es que no esperábamos un disco como La calma chicha, que supone el debut de Tulsa con Gran Derby Records y muestra a una Miren algo más reposada y atemperada. Aun así, puedes notar que sus garras, escondidas, siguen en guardia y preparadas. En cierto modo, y salvando con holgura las distancias, lo suyo es un poco lo de la Cat Power más reciente. Etérea, taciturna y melancólica, pero alegre. Rupturista y sintético, La calma chicha podría ser el Sun de electricidad atmosférica de la norteamericana.